Víctor Manuelle: 25 años de carrera
El salsero boricua celebra un disco nuevo y 50 años de vida.
Cortesía de Kiyavi Corp.
Víctor Manuelle llega a los 50 años de vida y 25 años de carrera artística.
Desde el principio de su carrera en los años 90, el cantante puertorriqueño Víctor Manuelle supo triunfar en el género de la salsa romántica sin olvidar las raíces auténticas de la música afrocaribeña. El intérprete —que este año cumple los 50— celebra 25 años de carrera con un flamante disco: 25/7, que incluye colaboraciones con Gilberto Santa Rosa y Juan Luis Guerra, entre otros. En los últimos años, Víctor Manuelle se convirtió en un apasionado portavoz de la enfermedad de Alzheimer, que afectó a su padre durante mucho tiempo. Don Víctor falleció en enero de este año, provocando en el cantante nuevas reflexiones sobre las complejidades inevitables de lidiar con esta enfermedad.
Tu nuevo disco aparece unos meses después del fallecimiento de tu padre. ¿Cómo estás manejando un proceso tan difícil?
Llevo trabajando dos años en esta producción por lo importante que era y por las colaboraciones que contiene. Cuando mi padre falleció en enero, la etapa creativa ya había pasado. Pero sí me da nostalgia porque durante estos 25 años de carrera es la primera vez en la historia que saco un disco y no voy a tener a mi héroe conmigo. Mi papá fue el fanático número uno de mi música, algo que menciono en la dedicatoria.
Como algo personal, te cuento que Papá Dios me fue preparando. Yo había traído a mis padres a vivir conmigo, desde que en Puerto Rico sucedió lo del huracán, por la situación con la electricidad y todo eso. Estos últimos cuatro meses fueron de un compartir mucho más intenso. Estaba preparado para disfrutar de esa compañía, porque en algún momento iba a pasar lo que pasó. Llegaba de una gira, subía al cuarto de mis padres, me acostaba en la cama con mi mamá y hablábamos sobre mi papá, que estaba ahí. Me siento satisfecho porque hice todo lo que tenía que hacer en vida. Siento esa tranquilidad que es el dolor, pero sin cargo de conciencia.
Tu madre y tu familia pasaron mucho tiempo ayudando a Don Víctor con su enfermedad. ¿Cómo enfrentan ellos el vacío que dejó su muerte?
Es la parte más difícil para mi madre y hermano, que fueron sus cuidadores directos. Ha cambiado su rutina, porque hace muchos años que mi hermano no tenía papá, y mi madre no tenía un esposo. Tenían un bebé al que era necesario hacerle todo. Para ellos levantarse en la mañana significaba ver si mi papá estaba bien, cambiarle el pañal, darle de comer. Esa rutina es la parte más fuerte de todo esto. En los últimos años, mi padre estaba totalmente inconsciente, casi como un vegetal. Empiezas a pensar que no es la calidad de vida que se merece. Es contradictorio, porque uno no quiere que se vaya nunca. Pero cuando lo ves tan delgadito y deteriorado, le preguntas a Dios, “¿No crees que ya cumplió su misión? Ya te lo puedes llevar, para que esté bien”.
Cumplió su misión y ahora tú cumples la tuya. Veinticinco años de carrera es un hito importante para cualquier músico. ¿Qué sientes al celebrarlos?
Es muy emotivo. El tiempo pasa volando cuando uno está haciendo lo que le gusta, y no te das cuenta. Yo mismo no lo puedo creer. Mucha gente tiene la oportunidad de hacer música, pero tener una trayectoria y seguir vigente a través de las décadas es un privilegio que te lo da el público. No me pertenece a mí. Lo que más me sorprende es que la gente me sigue viendo como alguien mucho más joven que mi carrera. Quizás por las colaboraciones que realizo con artistas del género urbano. Todavía me perciben como uno de los jóvenes de la salsa.
Siempre fuiste astuto para adaptarte a las nuevas tendencias de la música latina. ¿Crees que esto tiene que ver con tu vigencia?
Me alegra que lo menciones, porque ha sido una de mis preocupaciones. Obviamente soy exponente de la salsa, un género de raíces tradicionales. Pero también tengo la tendencia de correr muchos riesgos, quizás ganándome las críticas de algunos puristas del género. Veo una tendencia urbana muy fuerte en el público más joven y por eso adopté sonidos diferentes para cautivar a esa generación. Les propongo una salsa con una modalidad más moderna.
Si tú quisieras podrías sonear como Héctor Lavoe o Ismael Rivera. El piano de tu último sencillo, “Amarte duro”, es un tumbao clásico de salsa dura. ¿Cómo generas ese balance tan delicado entre lo tradicional y la salsa romántica?
Crecí y me desarrollé escuchando a la Fania, Cheo Feliciano, la Sonora Ponceña, pero no puedo repetir lo que hicieron ellos. Eso ya está hecho. La salsa de los 70 era el sonido de los jóvenes latinos de esa época. Hoy existe una tendencia urbana y no podemos luchar contra eso. A través de mis colaboraciones con artistas como Farruko y Yandel [quiero] que la salsa no le pase desapercibida a los muchachitos de hoy. Que entiendan que el género no ha pasado de moda. No quiero que mi música se transforme en objeto de nostalgia. Los fanáticos la buscamos porque nos apasiona, pero no podemos pretender que tenga ese efecto en un joven de 14 años.
Sin embargo, en este nuevo disco quise incluir un tema, “Cuando me escuchen”, que preservara la estética tradicional de los años 70. Tiene temática un poco fuerte, evocando la arrogancia que existía en ese entonces entre los cantantes. Tito Rivera hizo el arreglo, y la grabamos en cinta de dos pulgadas y con la orquesta en vivo, como se hacía en esos tiempos. Ismael Miranda y Gilberto Santa Rosa me ayudaron en los coros. Este tema lo hice precisamente para darle ese balance al disco. Fue una experiencia increíble para todos.
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