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Banda El Recodo en el Latin Music Festival

La legendaria banda participa en el evento musical latino más grande del país.

Foto de la Banda El Recodo en el Latin Music Festival

Agencia EL UNIVERSAL/Agustín Salinas/JMA/GDA/AP Images

La Banda El Recodo no se considera una banda de momento y perpetúa la música que los llevó a la fama.

En Estados Unidos, los géneros de la música latina se encuentran generalmente separados prolijamente de acuerdo a la edad y nacionalidad de sus admiradores. La música regional mexicana por un lado, el pop latino para jóvenes por otro, y para los amantes de la música afrocaribeña, la bachata, el merengue y el reggaetón en circuitos separados.

Quizás por esto la segunda edición del L Festival, que se llevará a cabo el 17 y 18 de marzo en la ciudad californiana de Pico Rivera, tiene aire a innovación. Patrocinado por la discográfica Universal y la compañía AEG, el evento intuye que una familia de origen latino bien podría disfrutar con igual intensidad del contagioso rock del colombiano Juanes, las melosas baladas de Marco Antonio Solís, el hipnótico reggaetón de J Balvin, las canciones norteñas de Los Tigres del Norte y las épicas texturas sinaloenses de la Banda El Recodo.

“Sin lugar a dudas, se trata del evento musical más importante del que haya participado en toda mi carrera”, dice Gustavo López, veterano ejecutivo de Universal Music. “Este festival enlaza en un mismo escenario a talentosos artistas que nunca antes se presentaron juntos, agregando además el elemento adicional de nuestro arte, cultura y gastronomía”.

Una de las mayores atracciones del festival es la presentación de la Banda El Recodo, que comenzó su carrera en 1938, fundada por el clarinetista Cruz Lizárraga. El Recodo ha sido la orquesta fundamental y definitiva de la banda sinaloense, promoviendo este género mucho antes de que se transformara en un fenómeno musical ineludible tanto en México como Estados Unidos. Y también malentendido, porque los orígenes provincianos de esta música ocultan una envidiable sofisticación –influenciada por las sonoridades del jazz– a la hora de realizar orquestaciones que combinan una gran cantidad de instrumentos de viento con la síncopa permanente de la percusión en esta música.

“El público es el que tiene la última palabra”, dice Poncho Lizárraga, clarinetista, director musical de la banda e hijo de su fundador original. “Lo que hacemos nosotros es definitivamente una música de pueblo, de campo, con mucha raíz. Pero a la hora de ensamblar uno de nuestros arreglos, no es fácil enlazar trompetas con clarinetes, trombones con tubas, tamboras y tarolas, y que todo suene bien. Hacer que una trompeta suene bien al lado de una guitarra es relativamente fácil. Nosotros somos 17 músicos en el escenario. Por eso invito al público para que nos dé una oportunidad y escuche nuestra música; no solo lo que se escucha en la radio, comercialmente hablando, sino también nuestra evolución musical a través de los años”.

Y es que esta tradición, justamente, está en la mente del director musical cada vez que los integrantes de la banda se juntan para ensayar un nuevo arreglo.

“Las orquestaciones las platicamos siempre, basándonos en una línea de respeto hacia nuestro sonido original”, explica Lizárraga. “Yo tuve la oportunidad de entrar a la Banda El Recodo en 1992 y estar al lado de Don Cruz. Esos tres años con mi padre fueron un aprendizaje valioso. En la actualidad me gusta darle libertad al músico, la latitud de poder ofrecer ese toque individual que le nace en el corazón. Que a la hora de tocar un solo, por ejemplo, libere lo que siente en ese momento. Cada uno tiene su estilo particular, y yo lo dejo ser. Si veo que alguien se está pasando un poco –por ejemplo, que toca un solo demasiado rápido– entonces hablo con el compañero, le agradezco su aporte, pero también marco ciertos límites. Cuando hablo de respeto, me refiero a las sonoridades originales de esta banda. No somos una agrupación del momento. Tenemos una trayectoria extensa, y por lo tanto siento que es necesario cuidar este tipo de detalles. No hacemos música para el agrado de otros músicos. Nuestras canciones están hechas para ser compartidas con el público”.

Para Lizárraga, la participación en el L Festival es una valiosa plataforma para presentar sus canciones delante de un público que no necesariamente está familiarizado con las texturas de la banda sinaloense.

“Estamos muy agradecidos al poder formar parte de un proyecto tan ambicioso”, dice. “En un mismo escenario, se presentarán unos 12 grupos por día. La gente podrá escuchar lo que hacemos nosotros, pero también música norteña, un solista de pop o un rockero. He notado que los norteamericanos y los europeos aprecian la variedad que ofrecen estos festivales. Es importante que también los latinos presentemos ese mismo tipo de unión musical. En lo personal, ofreceremos un recorrido de nuestra historia, un paseo que comienza con los primeros éxitos de la Banda El Recodo, hasta las canciones más recientes. Cuando tocas tu música delante de un público tan extenso, siempre surge la oportunidad de que trascienda todas las fronteras”.

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