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Pedro Infante, 'El Inmortal'

Una carrera fugaz, pero exitosa, que marcó el apogeo del cine mexicano.


spinner image Pedro Infante, El Inmortal
Pedro Infante, actor y cantante, es recordado como 'El Inmortal', por ser uno de los más grandes de la edad de oro del cine mexicano.
Mezcalent/Archivo

Cuentan algunos libros que la señorita Ana Ruth Rosel Chan, de 18 años de edad, había soñado con una bola de fuego que caía del cielo y la quemaba viva. El 15 de abril de 1957, la muchacha salió a colgar la ropa en su casa de Mérida, Yucatán, y su sueño pareció hacerse realidad. Murió calcinada por los restos de un avión que cayó en picada; un avión copiloteado por el legendario actor y cantante Pedro Infante, de 39 años.

Tan solo tres años antes del accidente, la carrera de Infante se encontraba en su cúspide. Fue entonces que filmó algunas de sus películas más notables, como Escuela de vagabundos y La vida no vale nada (ambos filmes estrenaron en 1955). Esta última le consiguió el anhelado premio Ariel a mejor actor, luego de ser nominado seis veces (la primera fue en 1948, por Cuando lloran los valientes). Si contemplamos su filmografía junto a las más de 300 canciones que grabó en compañía de grandes como el Mariachi Vargas de Tecalitlán y el Trío Calaveras, nos encontramos con un artista de proporciones casi mitológicas para la cultura latina.

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“Pedro Infante se convirtió en un ícono del pueblo tan popular, que hasta la fecha se le sigue llorando”, señala Rafael Aviña, crítico, guionista e investigador de cine en la Ciudad de México. “Lo interesante es que era un muchacho sencillo, de pueblo. Le fascinaba estar con la gente. A diferencia de otros actores como Cantinflas o Joaquín Pardavé, que eran personajes más bien hoscos, Pedro era en la vida real igual a los héroes que interpretaba en la pantalla”.

Orígenes humildes

Infante nació en Mazatlán, el 18 de noviembre de 1917. Hijo de un maestro de música, apenas terminó el cuarto grado de primaria antes de ejercer diversos oficios para ayudar a mantener a su familia. Fue padre a los 17, y pese a tener talento para la carpintería, la música pudo más. Su primera esposa lo convenció de que buscaran fortuna en la capital, y en los años 40 empezó a grabar discos para la compañía Peerless. Su voz, tierna y apasionada, se expresó en una variedad de géneros populares, aunque la ranchera fue el estilo que mejor lo representó. "Amorcito corazón", "Cien años", "Maldita sea mi suerte" y "Dicen que soy mujeriego", fueron algunos de sus más grandes éxitos.

“Algunos músicos veteranos que grabaron con Pedro me contaron que tenía una base musical impresionante”, dice el músico José Hernández, fundador del prestigioso Mariachi Sol de México. “Sabía medir su voz muy bien y nunca se salía de la métrica de la música. Hay que recordar que en esa época se grababa en dos o cuatro canales, prácticamente en vivo”.

Estrella de la pantalla grande

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Después llegó el cine.  Su primer papel principal llegó en 1943 con La feria de las flores. Cuando conoció al veterano director, productor y guionista Ismael Rodríguez, Infante encontró al cineasta que lo conectó irreparablemente con el pueblo mexicano. Los dos tenían la misma edad, y Rodríguez maximizó el carisma de Pedro con personajes como el rebelde Agapito Treviño, una especie de Robin Hood mexicano, en Cuando lloran los valientes (1947), y uno de los tres primos peleoneros en el éxito de taquilla Los tres García (1947).

El éxito no logró cambiarlo. En el documental póstumo Así era Pedro Infante, que Rodríguez dirigió en 1963, vemos al actor como un hombre modesto y generoso, que les cortaba el pelo a sus amigos cuando lo visitaban en su casa, hacía pesas todos los días para mantenerse en forma, y seguía aficionado a la carpintería con la que se ganaba el pan de jovencito.

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“Pedro podía ser el personaje que lloraba en la tumba de su abuela, que se emborrachaba, pero seguía siendo cabal y cariñoso”, explica Aviña. “Sin dejar de ser un macho, era un caballero afectuoso, y por eso el público encontraba una manera de involucrarse con este personaje. Había una gran identificación de los estratos populares, porque siempre interpretaba a hombres populacheros".

Pedro Infante “sabía cómo ganarse al público”, recuerda Hernández, del Mariachi Sol, y menciona la cercanía que lograba con el público cuando se presentaba en concierto junto al también actor y cantante, Jorge Negrete.

“Un músico que los acompañaba en el guitarrón me contó que cuando salía Negrete, actuaba como un cantante de ópera y la gente nomás aplaudía, con toda seriedad”, cuenta Hernández. “Cuando salía Pedro, un montón de viejitas en las primeras filas del teatro sacaban platos de tacos y enchiladas que tenían escondidos debajo de sus asientos. Y Pedro tomaba una mordida de cada plato que le traían las viejitas”.

Pero el fervor que causaba y la buena estrella de Infante terminaron entre las 7:30 y las 8:00 de la mañana ese fatídico día de 1957 cuando el avión que copiloteaba Infante despegó sin lograr elevarse lo suficiente, y se estrelló en pleno centro de Mérida. 

La noticia repercutió en toda Latinoamérica. Se dice que varias jovencitas se suicidaron en diversos países. El funeral fue presenciado por la aristocracia del cine mexicano, que nunca logró recuperarse de la pérdida. La edad de oro llegaría a su final definitivo unos años más tarde, y la nostalgia por el pasado tomaría su lugar. No en balde, hasta el día de hoy, Pedro Infante es recordado como “El Inmortal”.

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