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'A Walk In The Woods', un divertido reencuentro

Robert Redford y Nick Nolte protagonizan esta película que habla de la amistad, los sueños y el balance de la vida.

Robert Redford y Nick Nolte en una escena de A Walk In The Woods

FRANK MASI/BROAD GREEN PICTURES

Robert Redford y Nick Nolte en una escena de 'A Walk In The Woods'.

DIRECTOR: Ken Kwapis
GUIÓN: Rick Kerb y Bill Holderman (basado en el libro A Walk in the Woods: Rediscovering America on the Appalachian Trail, de Bill Bryson)
ELENCO: Robert Redford (Bill Bryson), Nick Nolte (Stephen Katz), Emma Thompson (Catherine Bryson), Mary Steenburgen (Jeannie), Nick Offerman (REI Dave) y Kristen Schaal (Mary Ellen)
DURACIÓN: 104 minutos

Como Dante al principio de la Divina Comedia, Bill Bryson se encontraba perdido en un bosque oscuro a la mitad del camino de su vida. Por lo menos en esas andaba cuando escribió su libro autobiográfico A Walk in the Woods en 1998, cuando tenía 44 años y una especie de “crisis de la edad madura” lo llevó a realizar un extraordinario recorrido a pie por toda la costa este del país. En la película, Bryson, interpretado por Robert Redford, se encuentra más bien al final del camino de su vida cuando decide recorrer a pie las 2,100 millas del sendero de los Apalaches que va desde Georgia hasta Maine. Bryson (Des Moines, Iowa, 1951), es autor de ingeniosos libros de viaje, lingüística y de divulgación científica. Su extraordinario rango creativo y literario le ha valido diversos premios y honores como ser caballero del Imperio Británico.

Redford, de 79 años, llevaba más de diez tratando de levantar este proyecto que originalmente concibió para coprotagonizarlo con su gran colega y amigo, Paul Newman. Convencer a los productores de Hollywood de financiar una cinta estelarizada por dos hombres mayores no resultó tarea fácil y por eso no se pudo realizar sino hasta ahora. Pero valió la pena esperar: A Walk in the Woods es una encantadora película que desafía todas las nociones trilladas del género de aventuras o autodescubrimiento típicas del binomio hombre vs. naturaleza.

La película arranca con Bryson viviendo una cómoda pero aburrida existencia en New Hampshire. A pesar de que está rodeado de su amorosa familia encabezada por su esposa Cathy (una estupenda Emma Thompson) y sus hijos y nietos, Bryson siente que algo le falta. Temiendo que su futuro solo le augura asistir a funerales de amigos y conocidos hasta que llegue el suyo, llega a la descabellada decisión de aventurarse en el sendero de los Apalaches. Ante la insistencia de su esposa de que por lo menos no lo haga solo, Bryson empieza a buscar entre sus amigos a alguno que lo quiera acompañar. Los más cercanos se ríen de él o piensan que se ha vuelto loco, pero uno de su olvidada juventud en Iowa sale de la nada y se enlista en la aventura. Interpretado por Nick Nolte, Steve Katz es la antítesis de Bryson: un bohemio alcohólico (aunque supuestamente regenerado) que nunca ha sentado cabeza. Bryson y Katz llevaban 40 años sin hablarse debido a un pleito ocurrido después de viajar juntos por Europa.

Los personajes están delineados aprovechando la figura pública de los protagonistas; así como Bryson adquiere la seriedad y el aura de éxito de Redford, Katz representa al desaliñado Nolte que sigue siendo “la comidilla” de la prensa amarilla. Mientras que Bryson está en excelente condición física, Katz (al igual que Nolte), padece de sobrepeso, diabetes y una serie de complicaciones como resultado de una vida de excesos.

Cuando Katz se aparece en el aeropuerto, ni Bryson—ni el público—puede reconocer a Katz/Nolte. Desgarbado y sucio, le cuesta hasta respirar; su voz aguardentosa se ha vuelto casi un susurro e imaginárselo sobreviviendo más allá de una noche, ya no se diga un camino tan largo como el que les espera, resulta casi imposible. Y esa es justamente una de las genialidades de la película: el público padece con Bryson la angustia de ver a ese “oso” desgarbado recorrer un camino que ni muchos jóvenes en excelente condición física logran terminar. Pero, Katz resulta también ser un “oso” en otros sentidos: es espontáneo y amoroso, como no lo puede ser Bryson. En el camino, que se tornará también en el redescubrimiento de una vieja amistad, cada uno se revela como lo opuesto de lo que suponemos al principio. A pesar de que Bryson es el que incita a la aventura, es Katz el más intenso y el que más arriesga de los dos, porque en realidad no tiene nada que perder. Bryson, por el contrario, busca emociones fuertes porque no las puede experimentar en su mundo perfectamente elegante y ordenado. A pesar de que uno es la imagen del éxito y el otro del fracaso, en el camino descubriremos quién de los dos ha logrado realmente triunfar en la empresa de vivir a plenitud.

A diferencia de otras películas del mismo corte que ponen el acento en la aventura de dominar a la naturaleza, A Walk in the Woods se concentra en el viaje interior que es infinitamente más interesante que ningún paisaje externo (aunque también los hay de sobra). La cinta logra además la dosis justa de aventura, emoción, humor y reflexión que nunca cae en el sentimentalismo. La película se hubiera podido convertir fácilmente en una historia lacrimógena sobre oportunidades perdidas y nostalgia por el pasado y sin embargo es un entrañable reencuentro de dos amigos que recorrieron el mundo en su juventud y que en la vejez descubren que para seguir adelante se necesita, más que la fuerza física, mantener viva la curiosidad, el humor y el contacto con los otros.

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