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Halle Berry, de nuevo en plena forma

La actriz y directora ha podido tener éxito profesional y satisfacción en su vida familiar, pero nunca al mismo tiempo. Hasta ahora.

 

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Si eres un hombre leyendo esto, estás advertido: Halle Berry y yo estamos en medio de una divertida y sincera conversación entre mujeres. Y por lo menos una de nosotras (yo) está degustando discretamente un Cosmopolitan al mejor estilo de Sex and the City.

“O sea que un hombre puede besar muy bien, ¿no?”, digo. “Y entonces terminas quedándote con él por 10 años, ¿solo por eso?”

Berry asiente con la cabeza vigorosamente. Un movimiento sagaz que le sacude su melena de tonos dorados.

“Y no solo con él”, añade exasperada. “Pero estancada. Porque ahora estás en algo”.


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Esta es mi primera entrevista con la galardonada actriz Halle Berry, quien ha recibido premios Óscar, Emmy y Globo de Oro, y se realizó a larga distancia por Zoom debido a estas épocas de pandemia. Pero a pesar de que somos unas virtuales extrañas, Berry es el tipo de mujer que sabe conectarse instantáneamente con sus compañeras de tribu, y no le tiene miedo a adentrarse en el meollo de temas difíciles.

Luego de conversar sobre los fantasmas de los novios pasados, menciono una escena desgarradora que ocurre a la la mitad de su nueva película, Bruised, y en nada estamos a punto de llorar. En la escena, el novio maltratador de su personaje, Jackie Justice, una luchadora de artes marciales mixtas que está en la miseria, la lanza contra la pared delante de su hijo pequeño. Es el tipo de abuso doméstico que Berry presenció de niña —al ver a su padre alcohólico pegarle a su madre— y que padeció como adulta.

“Tantas mujeres se identificarán con eso”, digo.

“Lo sé”, dice Berry, asintiendo de nuevo con la cabeza.

Pero unos minutos después, nos volvemos a animar. Porque aunque la película —el debut de Berry como directora— es a veces sombría y salvaje, también está repleta de amor, discernimiento y, a la larga, esperanza. Termina con una carrera profesional renacida, una familia restructurada y una mujer triunfante; hace eco de forma sorprendente a la vida actual de Berry. 

“Creo en el destino”, pero tenemos que poner de nuestra parte para cumplir ese destino. No creo que las cosas que están destinadas ocurran si te sientas y no haces nada”.

—Halle Berry

Conversando desde su casa en Los Ángeles, Berry, de 55 años, es la imagen de la satisfacción, con su trabajo, la maternidad, y por último (y por primera vez a plenitud, asegura) con el amor. Envuelta en un suave suéter verde y rodeada de plantas tropicales (unas Monsteras deliciosas verde oscuro, para ser precisa), la actriz es amable, divertida, cálida y vulnerable. Sin maquillaje y con el cabello un poco alborotado luego de un día de diligencias, reuniones, entrevistas y sus labores de madre, sigue aún radiante.

Y muy sonreída, con toda razón. En medio del torbellino que han sido las campañas de publicidad de dos películas (en Moonfall interpreta a una ejecutiva de la NASA), Bruised (enlaces en inglés) se disparó al primer puesto en Netflix luego de su estreno en noviembre. Días después, Berry firmó un acuerdo con el servicio de streaming para protagonizar y producir más películas.

Al igual que su subestimado personaje Jackie Justice, Berry luchó arduamente para alcanzar este bello momento en el que se encuentra su vida.

Creció en Cleveland y sus padres —él negro y ella blanca— se divorciaron cuando ella tenía 4 años. La crio su madre, una enfermera psiquiátrica, quien decidió mudar a Berry y su hermana a un vecindario y escuela blancos. No fue fácil para una mujer blanca sola salir adelante con sus dos hijas birraciales en los años 60, pero “mi madre fue una mujer aguerrida y súper fuerte”, dice Berry.

Halle Berry luciendo una camisa de lentejuelas y pantalón.

Cliff Watts

Así como lo es su hija. Una adolescente motivada y decidida, Berry estuvo en el cuadro de honor de su secundaria, fue reina de la fiesta de graduación y participó en concursos de belleza mientras hacía pinitos en periodismo audiovisual en el Cuyahoga Community College de Cleveland. En 1989, dejó todo y se mudó a Nueva York para perseguir su sueño de ser actriz.

Preocupada de que la estereotiparan por su aspecto físico, su debut cinematográfico llegó en 1991, con Jungle Fever, cuando se quitó el maquillaje y le dijo al director Spike Lee que quería el papel de la adicta al crack en vez de la esposa sofisticada para la que había hecho la audición.

Durante las próximas dos décadas, ese fue el mandato profesional de Berry: buscar papeles pensados para mujeres de tez más clara o facciones menos impactantes que las suyas y darles su propio giro.

“Halle es rápida y opera al borde del instinto”, escribió su novio, el músico Van Hunt, en el sitio web de Berry, Rē-spin (enlace en inglés). (Hunt, ganador de un premio Grammy, compuso la canción titular de Bruised.) “Ella es lo que Toni Morrison llamó una bandolera”.

Berry trabajó continuamente en los años 90, atrayendo la atención de los críticos como una madre drogadicta en Losing Isaiah y una activista en la sátira política de Warren Beatty, Bulworth. Cuando se dio cuenta de que ella misma podía generar los roles que deseaba, se convirtió en la coproductora ejecutiva de Introducing Dorothy Daindridge, película de HBO de 1999, donde Berry interpretó a la cantante de clubes nocturnos y primera afroamericana en ser nominada a un Óscar a mejor actriz en 1954.

¿Quizás era una señal?

“Creo en el destino”, dice Berry con una sonrisa. “Pero tenemos que poner de nuestra parte para cumplir ese destino. No creo que las cosas que están destinadas ocurran si te sientas y no haces nada”.

Berry ganó un premio Emmy y un Globo de Oro por su actuación como Dandridge, y dos años después retó al destino dando un salto más allá de donde llegó Dandridge al ganar el Óscar a mejor actriz en Monster’s Ball, del 2002, donde interpretó a la esposa de un asesino ejecutado.

“El Óscar está en mi habitación”, confiesa sonrojándose un poco. “No me gusta que la gente lo vea. Es muy personal”.

Luego de su triunfo en los Óscar, pasó a alcanzar el estatus de ícono popular interpretando personajes de franquicias como X-Men y John Wick y reinventando el bikini de Dr. No como la aliada de James Bond en Die Another Day del 2002. Pero la búsqueda de papeles buenos y profundos no resultó más fácil.


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En la última década, mientras crio a sus dos hijos y sobrellevó unas relaciones amorosas y rupturas difíciles y públicas (mira “estancada”, arriba), encontró algunos, como en Frankie & Alice, una película del 2010 por la que recibió una nominación al premio Globo de Oro por su interpretación como una mujer que padece de trastorno de identidad disociativa.

Pero sus esfuerzos no estaban concentrados, explica.

“En mis 30 estaba muy enfocada en mi carrera, pero quería tener hijos y ser madre, y por eso sentí que me faltaba algo”, dice Berry.

“En mis 40 aproveché la década para quedarme en casa, tener hijos y ser mamá. Pero mi carrera no iba bien y añoraba regresar al trabajo”.

Entonces en el 2018 leyó Bruised y se lanzó de lleno al cuadrilátero de Hollywood, en guardia.

Para el papel, Berry se entrenó en jujitsu, judo, tae kwon do, kickboxing y Muay Thai, y repasó la capoeira brasilera que aprendió para Catwoman, en el 2004.

“Lo que más noté fue su resistencia”, dice la coprotagonista y actual campeona peso mosca de la UFC, Valentina Shevchenko. “Halle nunca para”. Aún después de fracturarse dos costillas y sesiones de entrenamiento de seis horas diarias, “me decía, ‘¡Vamos a hacerlo otra vez!’”.

Eso es porque esta vez tiene el pie firmemente en el acelerador y no tiene intenciones de bajar la velocidad.

“Ahora, en mis 50”, se asombra Berry, “tengo a mis chiquitos, mi carrera, y por fin tengo un amor verdadero y significativo. Por primera vez en mi vida, todas las cosas están funcionando al máximo”.

Desde su exuberante jardín, la actriz nos cuenta más sobre cómo dar un buen puñetazo, amar a un buen hombre y contar historias importantes.

La actriz Halle Berry.

Cliff Watts

P. Parece que vives tu vida muy intencionalmente estos días, comprometida con proyectos sólidos, tu salud, tu familia y el amor. ¿Sucedió algo que hizo cambiar tu actitud?

Pasé por un momento impactante, de los que cambian la vida, en el 2017 en India, durante una sesión de meditación en grupo de cuatro horas con un chamán en la playa. Vi su aura, y el chamán me dijo que de ahí en adelante iba a ver las cosas más claramente y que debería reaccionar y actuar. Y él tenía razón. Cuando regresé a Los Ángeles, despedí a mi agente, y el primer proyecto que me consiguió mi nuevo agente fue Bruised, el cual, de tantas maneras, me cambió la vida. Me empoderó. A veces sabemos algo o vemos algo o sentimos algo y nos convencemos de no creerlo. Ya no hago eso. Hubo también un montón de cosas personales que de repente vi muy claramente y pensé, ¡No!

Así vivo hoy en día. Todo lo bueno que tengo en mi vida ahora es gracias a ese momento en India, porque empecé a tomar control de mi vida de una manera diferente.

P. ¿Cómo llegaste a ser la directora y la protagonista de Bruised?

Unos directores que respetaba me dijeron: “Para tu debut como directora, busca algo que te encante y sobre lo que sepas”. Apenas leí el guion, fue parte de mí. Ansiaba contar esa historia.

Es sobre un mundo que conozco; para empezar, la violencia doméstica. No solo he trabajado con un refugio por 25 años, pero así fue como crecí cuando era pequeña, con un padre alcohólico y violento. De niña, vi a mi madre apaleada, y conozco el horror y la impotencia que siente un niño. Me acuerdo de que mi madre se sentía humillada por lo que tuvieron que presenciar sus hijas. Estoy segura que algunas cosas que siguen en mi memoria y en mi subconsciente, aún todas estas décadas después, salieron en la película a través de mí. Aunque algunas personas quizás vean la película y piensen, ‘Es demasiado dura’, para mí se sintió como algo normal; por eso supe que era verdad. Y sabía que tenía que ir hacia la verdad y no temer brillar una luz sobre estos lugares oscuros, porque tantos sufren con la violencia doméstica.

P. ¿Qué piensas ahora de tu propia madre, después de tus encontrones con el abuso y la violencia en tu primera infancia?

Mi madre es una de las mujeres más fuertes que conozco. Ella es blanca y mi padre era negro. En la década de 1960 y a principios de los 1970, mi madre estuvo criando a dos niñitas negras después de que mi padre se fue y ella se quedó sola, una madre soltera. Partes de su familia la repudiaron. El lado negro de nuestra familia no quiso relacionarse para nada con ella. La vi afrontar dificultades, ser fuerte, enfrentar la adversidad, perseverar, no darse nunca por vencida, seguir adelante. A veces no era lo que decía sino lo que hacía, y sé que de ella fue que heredé mi perseverancia.

Y yo como madre sé puedo decirles a mis hijos lo que sea, pero ellos están viendo lo que hago y eso es lo que recuerdan. Y sí, te das cuenta que nuestros padres no eran perfectos, de que cometieron errores por el camino. Y a medida que te haces mayor, porque ahora somos padres y empezamos a cometer errores, comenzamos a mirarlos con gracia y bondad. Nos damos cuenta de que hicieron lo mejor que pudieron en esos momentos.

P. Cuéntanos sobre esos papeles que interpretaste, que exigieron tanto esfuerzo físico, en X-Men, en John Wick y ahora en Bruised, que parece todavía más exigente.

Patear, dar puñetazos y esforzarme al máximo siempre ha sido una forma buena y saludable de liberarme. Como los hombres, las mujeres tenemos mucha rabia, angustia y tristeza reprimidas. Necesitaba una manera saludable de eliminarlas de mi cuerpo. Sudar y hacer ejercicio también me motiva. Y soy adicta a las endorfinas, que nos hacen sentir tan bien. A veces, tienes que golpear cosas. [Se ríe].

Hacer el papel de Jackie Justice fue intimidante. ¿Cómo lograr que la gente creyera que soy una luchadora de categoría mundial? Quería ser lo más realista posible, y no fue fácil. Me encanta ese deporte. De niña, fui gimnasta. Pero tuve que dedicarme a practicar, pasar horas en eso, entrenarme. Nunca sentía que era suficiente, siempre buscaba una media hora más para aprender algo nuevo. También quería hacer justicia al deporte. Mi intención fue ser la otra mitad de un combate muy bueno. Valentina Shevchenko [quien interpreta a la contrincante en el último combate de Bruised] es una bárbara. Es en realidad la campeona actual de la lucha de artes marciales mixtas. Yo tenía que verme formidable al pelear contra ella.

Durante la grabación del gran combate que aparece al final de la película, me fracturé dos costillas. Esa escena la grabamos al principio, y por eso me tocó usar a mi doble de acción para una de las otras escenas de combate. Pero en general, yo fui la que hizo casi todo.


Cinco caras de Halle

Alguno de los papeles que han definido la carrera de Halle Berry.


P. ¿Cómo se compara dirigir, producir y actuar, y qué trataste de plasmar en la cinta como editora?

Nunca me he esforzado más que cuando tuve que conseguir el dinero para Bruised y convencer a la gente de que yo era capaz de hacerla. Muchas personas me descartaron. Yo no sabía cómo iba a hacer todo —dirigir, actuar, producir—, ni qué decir de cómo poner un pie delante de otro todos los días. pero me obligué a lograrlo porque era importante para mí.

Dirigir la película no me preocupaba, y me alegro, porque de lo contrario tal vez no la hubiera dirigido. Solo me sentía emocionada y llena de energía, porque después de dos años y medio, por fin había llegado el momento y la oportunidad de dirigirla. Me había esforzado tanto para llegar a ese primer día de grabación, que me sentía agradecida. La parte abrumadora fue al final, durante la posproducción. Pensé: Vaya, ¿ahora me toca a mí armar todo esto?

P. El punto de vista de la película es muy femenino. ¿Cómo lo lograste?

Tomar el punto de vista de una mujer fue algo muy intencional. Estaba decidida a no solo contratar tantas mujeres como pudiera, sino también a asegurarme de que la historia fuera muy de mujeres y se contara desde un punto de vista femenino específico, de que habláramos de cosas que son muy femeninas. Mostramos cosas sombrías porque eso es lo que hacemos las mujeres. Esa es nuestra sensibilidad. También quise que la banda sonora fuera de solo mujeres y escrita por una compositora, para que el sonido de la película, lo que sirvió como fondo a esos personajes en ese mundo, fuera femenino. Y contraté a una diseñadora de producción para que creara la apariencia y el ambiente de todos los lugares. Sabía que eso también sería importante.

P. Desde que tú ganaste el premio Óscar a la mejor actriz por Monster's Ball hace 20 años, ninguna otra mujer negra ha ganado ese premio. ¿Se ha podido avanzar hacia la representación y la equidad?

Definitivamente. Cuando gané el Óscar hace 20 años, no se veían tantos rostros de personas de color en la televisión y las películas como sucede ahora. Ha habido un cambio del 100%.

Si bien no comparto eso [haber ganado un premio Óscar a la mejor actriz] con ninguna otra mujer negra y eso me parte el alma y deseo que hubiesen más, también sé que ese momento en la entrega de los premios sirvió para inspirar y logró que la gente creyera que todo es posible. Ahora tenemos a Ava DuVernay, a Lena Waithe, a Viola Davis. Y puedo seguir contando. Las mujeres de color están haciendo cosas, ¿y sabes qué? Trabajan bajo sus propias condiciones. Se atreven a decir: “me lo merezco”.

Ese premio de la Academia, tan valioso como es, no cambió mi carrera. A mi casa no llegó ningún camión lleno de guiones una semana después de que me dieran el premio. En los últimos 20 años, todavía he tenido que trabajar duro y crear mis propias oportunidades.

P. Has tenido problemas con tus relaciones amorosas a lo largo de los años, a veces muy en público, pero ahora pareces tranquila. ¿Qué ocurrió?

Las mujeres nos quedamos estancadas en relaciones. Queremos lograr que funcionen; queremos arreglarlas. Después, muchas veces nos lanzamos de golpe a una nueva relación para recuperarnos de la última, solo porque estamos despechadas. Nunca nos tomamos tiempo para primero crecer y cuidar de nosotras mismas. Las feromonas toman control y saltan de cuerpo en cuerpo y te quedas estancada con un estúpido. Tu cuerpo desea lo que desea y tu cerebro sigue, en vez de que el cerebro decida y el cuerpo siga.

Halle Berry en el 2022.

Cliff Watts

Tengo un nuevo y maravilloso amor en mi vida [el músico Van Hunt]. Por la COVID nos pasamos cuatro meses hablando por teléfono. Nos tocó dejar que solo se conectaran nuestros cerebros y descubrir si teníamos una conexión antes de que nuestros cuerpos decidieran participar. Nunca había hecho las cosas así. Hablamos por horas y horas y horas y horas y nunca nos cansamos. Me enamoré de su mente, de su forma de conversar. Me di cuenta de que realmente me gustaba. Me gustaba su forma de ser, y no puedo decir que me había sentido así antes. Creo firmemente que he encontrado a mi persona. Me enamoré de él antes de siquiera conocerlo.

Mi hijo, Maceo, por cuenta propia nos hizo una pequeña ceremonia de compromiso en el asiento trasero del auto. Creo que por fin me ve feliz, y eso es contagioso. Fue su manera de decir, Esto es bueno. Me gusta. Me hace feliz.

Fue un momento muy real para todos nosotros. Se me aguaron los ojos y Van trató de contener las lágrimas. Hasta Maceo supo que había dicho algo conmovedor. Fue muy significativo para nosotros. Tengo dos hijos de diferentes padres. Van tiene un hijo. Como una madre que vive en esta familia moderna y mixta, lo único que me importa es que a mis hijos les parezcan bien mis decisiones.

P. Tienes dos hijos, Nahla, de 13 años [con su exnovio, el modelo Gabriel Aubry], y Maceo, de 8 años [con su exesposo, el actor Olivier Martinez]. ¿Cómo te ha cambiado la maternidad?

Mis hijos han sido mis mejores maestros. Antes de que el mundo los acalle, los niños son francos. Si como adultos estamos presentes y escuchamos lo que dicen, podemos aprender mucho sobre nosotros mismos y el mundo en el que vivimos. Aun cuando discuten, cuando pelean, aprendo tanto sobre lo que saben y lo que no saben. Nahla nació el año en el que Obama fue elegido presidente. Por eso, en su mayoría ha visto que las personas de color pueden ocupar ese puesto de alto nivel. Como una mujer negra, por supuesto, me sentí muy orgullosa cuando Kamala Harris se convirtió en vicepresidenta. Cuando le dije a mi hija que hubo una época en la que nunca pensé que podría presenciar eso, ella me contestó: “¿Cómo? ¿Qué quieres decir? Siempre hemos tenido a Barack Obama”. Yo le dije: “No, tú siempre has tenido a Barack Obama”.

P. Todavía sigues con una apariencia sensacional, pero en muchos papeles te esfuerzas por ocultarlo. Y en tu sitio web, Rē-spin, mencionas la “belleza eterna” que no tiene edad. ¿Qué deseas decirles a las mujeres que se preocupan porque envejecerán?

Todos vamos a envejecer. Nuestra piel se arrugará y nos veremos distintos. Veo como cambian las cosas con mi cara y con mi cuerpo, pero nunca he apostado todo en ello. Siempre he sabido que la belleza es más profunda que el cuerpo físico en el que andamos por el mundo. Eso se desvanecerá y me niego a convertirme en alguien que solo trata de aferrarse a un rostro juvenil y no acepta lo más importante de ser bella: cómo vives tu vida, cómo eres bondadosa con los demás, cómo te conectas con la gente, cómo fortaleces la mente, el cuerpo y el alma y te nutres, cómo das de ti misma de una manera significativa. Las personas más bellas tienen algo resplandeciente en su interior.

A las mujeres nos dicen que cuando llegamos a cierta edad, ya no somos valiosas. Yo pienso lo contrario. La sociedad debería vernos como joyas a medida que envejecemos.

Porque mientras más años tengamos las mujeres, más formidables seremos.


Natasha Stoynoff es autora de éxitos de venta, según la lista del New York Times: su último libro, The King of Con, está actualmente a punto de convertirse en una serie de televisión con guion y una serie documental.