Vida Sana
Es innegable: el mundo en el siglo XXI es aterrador.
Enfrentamos múltiples amenazas al mismo tiempo. En el país tenemos desastres naturales causados por el clima, la inflación, el colapso de bancos, la polarización política y una deuda nacional en aumento —el Congreso está hablando abiertamente de entrar en incumplimiento a principios del verano—. El panorama mundial no es mucho mejor: la guerra de Ucrania continúa; el presidente de Rusia, Vladimir Putin, intenta intimidar con el uso de armas nucleares; China amenaza con invadir Taiwán; y los problemas de la inflación y la cadena de suministro continúan afectando la economía mundial. Más aún, la COVID, el virus que se niega a morir, sigue emergiendo en todo el mundo, causando dificultades dondequiera que aparece.
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Obviamente, estos eventos están afectando a los mercados. ¿Qué debe hacer un inversionista cuando las cosas se ponen difíciles? Algunos dicen que lo que funcionó en el pasado puede no funcionar de ahora en adelante. Después de todo, la inversión tradicional en acciones y bonos se desplomó simultáneamente el año pasado. ¿Es hora de cambiar a algo diferente? Veamos tres de esas diferentes inversiones: oro, bitcóin y dinero en efectivo en la caja fuerte.
Oro
A veces se habla del oro como un gran diversificador. Se considera un refugio seguro en tiempos de agitación geopolítica. El Gobierno de EE.UU. está pidiendo mucho dinero prestado, y muchos piensan que el valor del oro (en inglés) seguirá aumentando en relación con el dólar. Si bien las acciones alcanzaron un máximo histórico en los primeros días del 2022 antes de desplomarse, el precio del oro subió un 10.5% desde fines del 2021 hasta el 14 de abril del 2023. En otras palabras, le fue mejor que solo mantenerse al nivel de la inflación.
Pero ¿cómo le ha ido al oro con el tiempo? La buena noticia es que algunos estudios apoyan la idea de que el oro ha servido como defensa a largo plazo contra la inflación. La mala noticia es que ese puede ser un período mucho más largo de lo que nos sería útil, ya que el oro probablemente no proteja contra la inflación (en inglés), ni siquiera por períodos de varias décadas. Compré oro en 1980, y después de más de cuatro décadas todavía está a la zaga de la inflación. Incluso en ese entonces, era un mundo aterrador, y el Gobierno de EE.UU. estaba imprimiendo demasiado dinero —algunos decían que, con el tiempo, el dinero en papel no tendría valor debido a la hiperinflación—. Caí presa del miedo y la codicia.