Vida Sana
En la actualidad, es muy difícil descifrar qué comer y qué tomar. La información que nos llega cambia constantemente y muchas veces depende de lo que está de moda o del último reporte. Resultado de esto, consumidores como tú y yo somos los afectados. Existe a veces tal confusión que a veces no tenemos confianza en nada ni en nadie y esto impacta decisiones que tomamos en relación con nuestra salud.
Hablemos con hechos. Es seguro decir que las gaseosas (refrescos) llenas de azúcar no son la mejor opción para nuestra salud ni para nuestro peso corporal. Pero el efecto negativo del azúcar va más allá de los números que se reflejan en la báscula.
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Según varios estudios, el azúcar en exceso ha sido asociado a la salud cardiaca, la diabetes tipo 2, y posiblemente hasta a daños cerebrales. El azúcar también tiene el mismo efecto adictivo que las drogas y el alcohol en nuestros cerebros. Personas adictas al azúcar desarrollan tolerancia a ella, por lo que el cuerpo termina pidiendo más y más.
Las gaseosas dietéticas nacieron tras la necesidad de crear bebidas con cero calorías. Se intercambió el azúcar por edulcorantes químicos no-calóricos. Por años, los consumidores han dependido de estas bebidas, pero algunos estudios señalan que el consumo de las mismas puede tener peores efectos en nuestra salud que las bebidas azucaradas.
Dichos estudios han determinado que existe conexión entre el consumo de azúcares artificiales y enfermedades como la obesidad, el síndrome metabólico, y un incremento en el apetito, ya que estimulan las hormonas que controlan el hambre.
En lo personal, yo trato de practicar el método 80/20 en mi alimentación. Ochenta por ciento del tiempo como saludable, lo que para mí significa comer ingredientes no procesados, los que vienen de la tierra o, como digo yo, que tuvieron mamás. El otro 20% del tiempo, me doy mis gustos. Si se me antoja una gaseosa, me la tomo con azúcar de verdad; por supuesto, si sufres de diabetes, esto tal vez no sea opción para ti.
El problema viene cuando el consumo de azúcar o azúcar artificial es diario y constante. La industrialización de la comida ha cambiado nuestros paladares. Nos hemos hecho dependientes del azúcar hasta en cosas que no deberíamos, como una salsa de tomate. Es nuestro trabajo volver a entrenar nuestro paladar y ayudar a nuestras familias a crear conciencia.
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