Vida Sana
Con los años llega la sabiduría, pero incluso aquellos que “lo hemos visto todo” podemos ser tomados por sorpresa por lo inesperado. Obviamente, nadie desea que pasen cosas malas, pero cuando eso ocurre —y generalmente llega en forma rápida, dura y sin discriminar—, lo que sepas y la manera en que respondas determinarán la gravedad de las consecuencias de eso malo que haya sucedido.
“La sorpresa es tu talón de Aquiles”, dice Guy H. Haskell, un paramédico con 30 años de experiencia y director ejecutivo de Emergency Medical and Safety Services Consultants en Bloomington, Indiana. “Las situaciones extremas siempre suenan descabelladas… hasta que te toca vivir una. Ahí es cuando aparece el pánico”. Y el ser un adulto mayor puede no darte ninguna ventaja. Un estudio realizado por la University of Iowa halló, por ejemplo, que solamente una de cada cuatro personas de 50 o más años tiene preparado un plan de emergencia para desastres naturales.
Pero no te preocupes. Hemos preparado siete pésimos escenarios y consultamos con expertos para brindarte las herramientas necesarias para que puedas ser tú mismo el primero en responder en cada caso. Como reza el viejo dicho, “es mejor tenerlo y no necesitarlo que necesitarlo y no tenerlo”.
Esperemos que nunca necesites nada de lo que estás a punto de leer.
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1. Tu automóvil se está hundiendo en un gran cuerpo de agua
Sí, a veces la gente cae de puentes con su automóvil… y sí, las crecidas o inundaciones repentinas se producen en un santiamén (ten en cuenta Colorado, en septiembre del 2013). Esto es lo que hay que hacer.
Trabaja antes de hundirte. “A medida que un auto se hunde, la presión exterior contra las ventanillas y puertas irá aumentando”, explica Haskell. Si se sumerge, será casi imposible abrir las puertas; las ventanillas eléctricas podrán funcionar o no debido a cortocircuitos; así que trata de abrir una puerta o ventanilla antes de que el agua cubra al automóvil. Advertencia sensata: esto hará que ingrese mucha agua al auto; muévete rápido para salir.
En una crecida o inundación repentina, usa tu automóvil. Las aguas, en una crecida o inundación repentina, generalmente se mueven rápidamente y pueden no resultar tan profundas como, digamos, las de un lago. Si el agua golpea tu auto lo suficiente como para comenzar a moverlo, permanece en el auto, aconseja Haskell, y dice: “Tu auto es ahora tu bote. Es tu protección contra corrientes fuertes, barro, escombros y cualquier cosa contra la que te podrías golpear”. En corrientes de baja profundidad, lo más probable es que tu auto golpee contra algo que lo detenga. Esa es tu oportunidad para tratar de subirte al techo para escapar o de hacer señas para pedir ayuda. Usa la bocina, sacude una camiseta… haz cualquier cosa para llamar la atención.
Estate preparado. Compra una herramienta de escape de autos que sea parte martillo (para romper la ventanilla) y parte cuchilla (para cortar un cinturón de seguridad atascado). Haskell recomienda una versión tipo llavero, para que se pueda acceder a ella fácilmente. “Si está colgando del encendido, es fácil alcanzarla”, señala. Puedes encontrar varias marcas en ferreterías y de vendedores en línea por alrededor de $10.
Consejo de supervivencia: Una herramienta de escape de autos (parte cuchilla, parte martillo) puede cortar un cinturón de seguridad atascado.
2. Te topas con un animal grande y malhumorado
“No corras”, aconseja Tony Nester, director de la escuela de supervivencia Ancient Pathways, en Flagstaff, Arizona. “Podrías disparar un instinto de caza o persecución en un animal que no planeaba atacarte”.
Lo fundamental es comprender el funcionamiento elemental del cerebro del animal, ya sea de un perro, oso o lo que sea que tengas frente a ti: aun cuando te esté viendo como una potencial comida, prefiere una presa que no le vaya a presentar pelea. Asegúrate de que el animal sepa que va a tener que trabajar para tener su comida: abre los brazos, grita y hazte ver lo más grande y amenazante que puedas. Mientras actúas de esa manera, retírate lentamente, asegurándote de no darle nunca la espalda al animal. Si hay un niño contigo, él o ella podrían ser una presa más apetecible (más pequeña, más débil), así que mantente siempre entre el animal y el niño.
Un factor que complica. Podrías estar frente a un animal que no está hambriento, sino, simplemente, protegiendo su territorio. El plan es el mismo, dice Nester. Sin embargo, el animal podría actuar más agresivamente en este caso. Si todo esto falla y el animal ataca, usa lo que esté a tu alcance —un palo, tus puños— para resistirte, concentrándote en su hocico.
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