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Una nueva cirugía podría dejar atrás el reemplazo total de cadera

Esta técnica no requiere de anestesia general y es ambulatoria.

Médico viendo una radiografía de las caderas

Science Photo Library/Getty Images

Es fascinante como la ciencia avanza; lo que hace cinco años era una cirugía extremadamente invasiva y dolorosa hoy podría ser un procedimiento simple y llevadero. Recuerdo como si fuera hoy las palabras de mi mamá después de salir de su primera cirugía de reemplazo de cadera. Despavorida y aún recuperándose de los efectos de la anestesia general, me dijo, “Oí todo, cómo ‘martillaban’ y ‘serruchaban’ el hueso”.

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A los 62 años, mi mamá, una mujer muy activa, se sometía a su primera cirugía de reemplazo de cadera.

Los miedos eran muchísimos, pero las ganas de poder vivir sin dolor, continuar trabajando y disfrutando de la vida eran mayores. Una de las grandes preocupaciones era su reacción a la anestesia general siendo una mujer hipertensa, pero también el dolor terrible del que todos hablan después de una operación como esta y la posibilidad de no tener una recuperación total. Afortunadamente, todas las posibles adversidades fueron vencidas: mi mamá nunca se quejó de dolor. Algo de magia habrá hecho su médico, el doctor Ricardo Reina, durante la cirugía. A los dos meses volvió a su trabajo como gerente general de farmacia y retomó su vida. Sin embargo, no puedo dejar de pensar en lo distinto que hubiera sido para ella, —y para los que la cuidamos—, una cirugía menos invasiva, ambulatoria. Quizá una alternativa al reemplazo total de cadera como la que ya están practicando con mayor frecuencia en de todo el país.

A diferencia de cómo se realiza la cirugía tradicional, en esta nueva técnica llamada subcondroplastía, los médicos acceden al fémur a través de una pequeña incisión en la parte anterior de la articulación de la cadera. Esto evita cortar músculos y tendones, y hace que la recuperación sea mucho más rápida. Mediante esa incisión llegan a la cadera dañada, raspan el alvéolo, limpian el cartílago e inyectan un material similar al cemento que fortalece el hueso. Con el paso de los años este material es reemplazado por masa ósea nueva.

“El objetivo de esta nueva técnica es que los pacientes puedan volver a su nivel normal de actividad lo más rápido posible y minimizar la incomodidad de la cirugía”, dice a AARP Roy Davidovitch, M.D., quien lleva realizando el procedimiento en el New York University Langone Orthopaedic Hospital desde 2015.

Otra de las ventajas de este procedimiento es que no requiere de anestesia general; utilizan una anestesia espinal más ligera, combinada con sedación. Así se elimina todos los riesgos de someterse a una anestesia general, sobre todo en adultos con problemas cardíacos, renales o pulmonares. Asimismo, esta cirugía es ambulatoria. En el 2017, el equipo del NYU Langone envió a sus casas 225 pacientes el mismo día en que fueron intervenidos quirúrgicamente. El valor de poder volver a la casa el mismo día es incalculable. El paciente regresa a la comodidad de su hogar donde se siente seguro y donde los familiares que se van a encargar de cuidarlo tienen una mayor comodidad para brindarle los servicios que necesita.

Además, es mucho menos costoso. Nosotros pagamos 200 dólares, por noche, por una habitación privada en un hospital en Puerto Rico, para poder acompañar a mi mamá durante los días que permaneció ingresada. Medicare no cubre estos gastos.

Según W. Kelton Vasileff, un cirujano ortopeda del Ohio State University Wexner Medical Center, “El paciente por lo general camina rápido y con normalidad en un período de un mes, sin necesidad de muletas ni andador”. El regreso a la normalidad completa, que incluye practicar deportes, puede llevar de seis a nueve meses, explicó.

No todos son candidatos a esta cirugía; los pacientes ideales oscilan entre los 40 y 60 años y deben ser personas activas y relativamente sanas. Además, deben tener familiares que se puedan encargar de ellos en sus casas, los cuales tienen que ser adiestrados en el cuidado de los recién operados.

Hace tres años mi mamá volvió al quirófano: había que reemplazarle totalmente la otra cadera. La osteoartritis había degradado el cartílago y la inflamación y el dolor eran debilitante. Entonces, no solo la anestesia general volvía a ser una gran preocupación, había que cuidar mucho más sus movimientos por temor a que se pudiera lastimar la cadera ya reemplazada, esto la tenía muy nerviosa. Además, teníamos que volver a internarnos con ella unos días en el hospital y esperar una recuperación total.