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La exhalación colectiva: los cuidadores familiares y la vacuna contra el coronavirus

Los cuidadores dan un gran suspiro de alivio a medida que sus seres queridos se vacunan.


spinner image Henry (Jack) Vokes, de 98 años de edad, recibe contento la vacuna Pfizer-BioNTech COVID-19.
Getty Images

"¡Me vacuné!" La voz de mi madre en el teléfono sonaba complacida y un poco confundida. "Pero me sentí somnolienta después. Tomé una siesta de tres horas".

Me sentí celosa y aliviada. Celosa ante la idea de una siesta de tres horas y aliviada de que mis hermanas y yo pudiéramos relajarnos un poco. ¡Solo falta una inyección de refuerzo más!

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Para los adultos mayores y las personas con problemas médicos, la vacuna aporta una sensación palpable de liberación. Al ver las imágenes en las noticias de personas felices de ser vacunadas, mostrando la "V" de la victoria con dos dedos, me siento esperanzada, a pesar de que el virus sigue arrasando en nuestro país a un ritmo asombroso, perturbando vidas y familias y limitando la interacción humana.

Durante la pandemia, los cuidadores se han enfrentado al estrés adicional de mantener a todos a salvo del virus, incluidos ellos mismos. Cosas que antes eran secundarias, como ir al supermercado o que un familiar te releve de los cuidados durante unas preciadas horas, ahora hay que sopesarlas con los riesgos. Es agotador para todos. Pero para muchos cuidadores, es como cargar con un par de pesas de tobillo adicionales.

Libertad recién descubierta

spinner image La madre de Lee Woodruff, Terry McConaughy, de 87 años, de pie afuera con una mascarilla tras vacunarse contra la COVID-19.
La madre de Lee Woodruff, Terry McConaughy, de 87 años, después de recibir su vacuna.
Courtesy Lee Woodruff

Kate Washington, de 48 años, es madre y crítica de restaurantes en Sacramento, California, y también cuida de su esposo, Brad, de 50 años, superviviente de cáncer e inmunodeprimido. "Cuando me enteré de que mi esposo podía recibir la vacuna, fue como soltar un suspiro que no sabía que estaba conteniendo", dice. "Esto significa que él podrá salir más, nuestros hijos podrán ver a algunos de sus amigos y, egoístamente, no tendré que hacer yo toda las compras del supermercado". Washington, que ha escrito un libro de memorias sobre su inesperada trayectoria como cuidadora, titulado Already Toast: Caregiving and Burnout in America, describe su proceso de pensamiento cuando el confinamiento del 2020. "Activó todos mis viejos reflejos sobre cómo ser defensora y apoyar a una persona durante una crisis de salud", dice. "Me encontré ensayando mentalmente a quién llamaría exactamente y qué haría si Brad se expusiera o enfermara. No me di cuenta hasta varias semanas después de la pandemia de que yo misma me podía enfermar, ¡y no tenía ningún plan para ello!".

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Lágrimas de alegría —y de alivio—

Jenna McKinney, de 63 años, de Harrison, Nueva York, lleva décadas haciendo el viaje de dos horas para ver a su madre en Nueva Jersey. Los viajes aumentaron cuando murió su padrastro y su madre ya no pudo vivir de forma independiente. A pesar de tener un hermano cerca, las responsabilidades —y las alegrías— del cuidado han recaído casi exclusivamente en McKinney. En los últimos meses, con el cierre del centro donde vive su madre, hacía el viaje solo para poder verla a través de la ventana, donde tenían la rutina de colocar las manos a ambos lados del cristal. Después de que su madre recibió la vacuna la semana pasada, McKinney rompió a llorar mientras le contaba la historia a un amigo. "Creo que no me di cuenta del todo de cuánto estaba caminando sobre cáscaras de huevo, rezando para que no se contagiara".

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Aplausos para el personal de vacunación

Las personas que administran las vacunas en los centros de cuidados a largo plazo tienen un punto de vista único. Bob Atighechi, de 48 años, es un farmacéutico de CVS de Rocky Hill, Connecticut, que administró una de las cinco primeras vacunas del país. "Fue increíble presenciar el inmenso alivio, no solo de los residentes, sino de sus cuidadores", recuerda. "El aislamiento extremo al que se han enfrentado nuestros adultos mayores es duro de presenciar".

Emad Habash, de 41 años, director de una farmacia regional de CVS en Indianápolis, describe su primera semana de vacunación como "nada parecido a lo que he visto en mi carrera". Los cuidadores, los residentes y el personal saludaron a su equipo con fuertes vítores, aplausos y manos levantadas. Una mujer se echó a llorar. "Estoy tan emocionado", le dijo su esposo a Habash. "Hemos tenido que ser muy cuidadosos por su diabetes, y ahora quizá podamos ver a nuestra familia y a nuestros nietos".

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Como residente de Newbury Court, en Concord, Massachusetts, la escritora Katharine Esty, de 85 años, tuvo que tomar una decisión cuando se produjeron los cierres: ¿debería vivir con su novio con el que no llevaba mucho tiempo o deberían quedarse en sus apartamentos separados y no poder verse en absoluto? Con unas pocas horas para actuar, trasladaron algunas de sus cosas al apartamento de ella, donde podrían cuidarse el uno al otro.

"Muchos de los cónyuges aquí son los principales cuidadores de sus seres queridos, algunos de los cuales tienen demencia y otros problemas", dice. "Me preocupaba por mis amigos e intenté mantenerme en contacto por teléfono". Estaba decidida a estar al lado de su novio cuando se vacunara, porque él había experimentado reacciones alérgicas a los medicamentos en el pasado. "Lo manejó todo como un campeón, sin efectos secundarios", dice. "Volver a ver gente fue un recordatorio de que las relaciones son lo más importante".

Y como recordatorio final de que el personal de salud de primera línea tiene múltiples funciones, Benjamin Skov, de 26 años, un farmacéutico de CVS de Coventry, Rhode Island, pudo vacunar a sus propios abuelos en una de las clínicas. Cuando pasó después para ver cómo estaban, su abuela se echó a llorar. "En el campo, vemos las reacciones de los pacientes y el personal, pero rara vez del resto de la familia", dice. "Creo que lo más importante que debemos recordar es que por cada paciente que se alegra de ser vacunado, hay una familia entera a la que tranquilizamos".

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