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Las 20 celebridades activistas más importantes de todos los tiempos

Los famosos que han dejado una marca perdurable en la sociedad, desde Paul Newman hasta Angelina Jolie.


spinner image Senador George McGovern (izquierda) y Warren Beatty (a la derecha) con espejuelos
El senador George McGovern (izq.) y Warren Beatty (der. con gafas), durante la campaña presidencial de McGovern en 1972.
Ron Galella / Getty Images

Durante casi 100 años, las estrellas de Hollywood y otras celebridades se han comprometido para apoyar, y en ciertas ocasiones protagonizar, determinados roles en la política. Algunas de ellas han dejado una marca perdurable en la sociedad, ya sea a través de las causas que han defendido o de los candidatos que han respaldado. Uno incluso se convirtió en presidente de Estados Unidos.

Aquí se mencionan las 20 celebridades políticamente más efectivas de todos los tiempos, seleccionadas por los editores de National Journal, una revista semanal de política y asuntos públicos.

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Warren Beatty

A medida que el poder en la industria cinematográfica durante la década del 60 pasaba de los estudios a las estrellas, Beat­ty ayudó a definir las nuevas oportunidades disponibles para las estrellas más destacadas de Hollywood. Insatisfecho por aparecer ante las cámaras como un actor principal carismático (aunque a menudo encubierto), comenzó a trabajar entre bastidores como productor, director y escritor.

Beatty experimentó la misma transición en la política. A pesar de que participó en campañas por diversas causas y candidatos a principios de la década del 70 (especialmente para el candidato presidencial demócrata George McGovern en 1972), el Beatty cerebral, precavido e independiente rápidamente comenzó a concentrarse en sus pasiones políticas fuera del escenario. "Sentí que el aspecto publicitario de la participación me hacía sentir tonto", dijo más adelante.

En cambio, Beatty perfeccionó un nuevo rol: la estrella como estratega. En la carrera de McGovern en 1972 y luego en el intento presidencial del senador Gary Hart de Colorado en 1984 (a quien conoció cuando Hart se desempeñaba como coordinador de la campaña de McGovern), Beatty ejerció más influencia en una campaña presidencial que ninguna otra figura de Hollywood hasta entonces.

Para McGovern, Beatty hizo de todo, desde organizar conciertos de rock para recaudar fondos hasta encaramarse en un gran esfuerzo por convencer a Hubert Humphrey para que aceptara acompañar al candidato en la fórmula como vicepresidente. Con Hart, Beatty actuó como asesor general que estimulaba al a veces vacilante candidato (con un éxito diverso) a que despojara la rigidez de su lenguaje como senador y revelara más sus emociones a los votantes.

La amistad de Hart con Beatty, en ese entonces el casanova más famoso de Hollywood de su edad, generó una controversia, en medio de los cuestionamientos sobre la situación matrimonial de Hart. Dentro de la campaña, sin embrago, incluso los asesores más obstinados de Hart veían a la estrella como una influencia positiva, creativa y curiosamente estabilizadora sobre el reservado candidato.

A veces poco práctico (y ocasionalmente inexpugnable) en sus consejos, Beatty nunca más se involucró tanto en una campaña y con frecuencia se sintió distanciado del Partido Demócrata que se volcó al centro. Pero durante este período de gran participación, ayudó a consolidar la idea de que las celebridades pueden hacer más en la política que adornar actos públicos.

spinner image Los actores Burt Lancaster, Harry Belafonte y Charlton Heston
Los actores Burt Lancaster, Harry Belafonte y Charlton Heston en el Lincoln Memorial durante la marcha en Washington el 28 de agosto de 1963.
Fotos de archivo/Getty Images

Harry Belafonte

Como cantante y actor, Belafonte tenía lo más inusual para un hombre negro en la década del 50: una plataforma pública. Durante años, él explotó ese activo con compromiso y creatividad para respaldar el movimiento por los derechos civiles.

Belafonte utilizó todas las herramientas a su disposición, como su fama (encabezó marchas y actividades para recaudar fondos y en una oportunidad dirigió una delegación de estudiantes a la Casa Blanca durante la presidencia de Eisenhower para entregar una petición en apoyo de la integración escolar), su dinero (pagó la fianza para que dejaran en libertad a Martin Luther King Jr. de la prisión en Birmingham, Alabama) y su experiencia política (actuó como emisario y puente entre King y Robert F. Kennedy y también entre King y grupos de reivindicación de derechos civiles más impacientes). Más que un exponente público, Belafonte se convirtió en confidente y estratega de los dirigentes que luchaban por los derechos civiles.

Belafonte también demostró una vitalidad política notable. Casi tres décadas después de haber conocido a King, en 1985 ayudó a organizar la grabación de "We are the World" con un reparto estelar para ayudar a África y trabajó como embajador especial de UNICEF.

En los últimos años sus ideas tambalearon; sus comentarios sobre política exterior se desviaron al otro extremo y durante la presidencia de George W. Bush comparó de manera ofensiva a Colin Powell y Condoleezza Rice con esclavos domésticos. Pero ningún artista hizo más por ayudar a eliminar la segregación impulsada por el estado en Estados Unidos.

spinner image Bill Clinton y el cantante de U2, Bono
Bono de U2 habla con el ex presidente Bill Clinton durante una reunión de la Clinton Global Initiative en la ciudad de Nueva York en el año 2005.
Ramin Talaie/Corbis

Bono

¿Alguna vez una celebridad acumuló tanta influencia política como Bono? Nunca nadie siquiera se acercó. Oriundo de Paul Hewson, el vocalista principal de la banda irlandesa U2 se convirtió en el punto de apoyo de una red global de líderes políticos, filántropos, expertos en desarrollo y celebridades dedicados a combatir la pobreza en los países en vías de desarrollo, especialmente en África.

Con su orientación religiosa, Bono una vez cantó sobre el día "en que todos los colores se fundan en uno", y a veces parece que él mismo personificara esa convergencia: él se relaciona tan fácilmente con jefes de estado en Davos como con Bruce Springsteen en el Salón de la Fama del Rock and Roll, y puede hablar sobre reformas y responsabilidad en países pobres con el lenguaje de un doctor en economía con la misma fluidez que el lenguaje de la obligación cristiana para con los necesitados.

Bono ha demostrado tenacidad, persistencia y una extraordinaria destreza política para construir alianzas no sólo con figuras políticas estadounidenses de centroizquierda como Bill Clinton y Bill Gates sino con George W. Bush y Jesse Helms, el senador archiconservador de Carolina del Norte, con quien Bono inició un debate sobre las Sagradas Escrituras y lo convenció de asistir al concierto de U2.

Estas maniobras políticas tan astutas ayudan a explicar por qué Bono no sólo fue capaz de concienciar a las personas sobre estos temas, la pobreza y los problemas sanitarios en África, sino que también cambió la forma en que las celebridades interactúan con los políticos y con estos asuntos. Más que cualquier figura individual, él es responsable de la mayor participación de las celebridades en la lucha contra la probreza en los países en desarrollo, del mayor énfasis en la acción directa como complemento de los grupos de presión del Gobierno y de la dedicación a la construcción de instituciones (como la campaña ONE que cofundó para movilizar el respaldo del público estadounidense para ayudar a África).

Lo que es más, Bono hizo todo esto manteniendo un enconado sentido irónico respecto de su propia vida privilegiada, y sólo en algunas ocasiones puso a prueba la tolerancia de su público con sermones, destacando la participación sobre la confrontación con prácticamente todas las personas con las que interactúa.

"Él les pide a todos que pongan todo de sí," dijo el actor George Clooney a The New York Times. "Si no te esfuerzas, te sientes avergonzado. Eso es lo más importante. Y todos queremos ser esa clase de persona".

spinner image George Clooney escucha al presidente Barack Obama
El presidente Barack Obama conversa sobre Sudán con George Clooney durante una reunión fuera de la oficina oval en el año 2010.
Pete Souza/La Casa Blanca/Corbis

George Clooney

En pantalla, Clooney representa la vuelta a la elegancia de Hollywood del pasado, lo más parecido a otro Cary Grant que ha producido la comunidad cinematográfica. En su vida política, Clooney está ayudando a forjar el modelo de activismo incipiente de las celebridades del siglo 21.

Siguiendo el estilo principalmente de Bono (a quien reconoce abiertamente como una inspiración), Clooney tiene una orientación global (su principal causa política ha sido la violencia en Darfur); disciplinado en sus compromisos (la maratón televisiva de ayuda que organizó después del terremoto en Haití fue una de las pocas cosas que lo apartaron de su concentración en África); más interesado en la acción directa que en la política electoral (a pesar de que respalda al presidente Obama, no participó visiblemente en su campaña); con deseos de trabajar con líderes políticos de ambos partidos; medido en sus comentarios públicos y creativo en el uso de las herramientas de comunicación modernas para impulsar sus causas.

Quizás, Clooney se convirtió en la primera celebridad con su propio satélite cuando se asoció con Google, Harvard University y las Naciones Unidas para financiar uno que monitoreara los posibles actos de violencia durante la votación sobre la independencia de Sudán del Sur este año. Clooney también fue un creador de instituciones, en colaboración con los actores Don Cheadle, Matt Damon, Brad Pitt y otros para fundar Not on Our Watch, un grupo que pretende llamar la atención mundial a raíz de los desastres y atrocidades humanitarias.

Los analistas políticos consultados por National Journal alabaron su "sinceridad", "trabajo arduo" y "estrictamente humanitario sin ningún propósito de promoción personal". Agudo, humilde y tenaz, Clooney está adquiriendo una reputación en el mundo de la política que se asemeja a su persona en cámara, parecido a un auto que llama la atención por su estilo pero que finalmente impresiona por su confiabilidad.

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Greta Garbo y Melvyn Douglas en la película Ninotchka, de 1939 dirigida por Ernst Lubitsch.
Sunset Boulevard/Corbis

Melvyn Douglas y Helen Gahagan Douglas

Glamorosos y corteses, serios y comprometidos, fueron la primera pareja de pensamiento liberal del Nuevo Trato durante los años de formación del desarrollo político de Hollywood.

Al principio Melvyn era el impulsor, un pilar de las comedias sofisticadas de MGM (conocido como "el hombre que hizo reír a Garbo" en el clásico de 1939 Ninotchka). Douglas también demostró ser un organizador político nato. Cumplió un rol muy importante en la formación de grupos del Frente Popular de Hollywood que intentaban incentivar la oposición a Hitler y respaldar al sector republicano en la Guerra Civil Española; en 1938, lideró la creación del Motion Picture Democratic Committee, la primera organización de Hollywood centrada en la política electoral.

Un candidato enérgico y popular, Douglas fue recompensado por su activismo en 1940 cuando se convirtió en la primera celebridad electa como delegado a la Convención Nacional Demócrata. Esa convención, irónicamente, marcó un momento decisivo en el que su esposa, una cantante y actriz con un profundo compromiso por los pobres asumió el rol político principal de la familia: durante la campaña de 1940, ella acompañó incansablemente al presidente Franklin D. Roosevelt, incluso aceptando una designación como vicepresidente del Partido Demócrata en California.

En 1944, Helen fue electa representante en el Congreso (FDR la promocionó como la alternativa demócrata a la sagaz y elegante representante republicana Clare Boothe Luce). Ella se desempeñó como representante durante tres períodos antes de perder la carrera por el Senado de California en 1950 frente a Richard Nixon, quien la llamaba la "dama de rosa" e injustamente la acusó de ser una simpatizante comunista. (De hecho, tanto Helen como Melvyn discutieron frecuentemente con comunistas en los grupos del Frente Popular).

A partir de entonces, ambos Douglas dejaron de participar mucho en política; a Melvyn lo incluyeron en una "lista gris" como "antifascista prematuro" y no volvió a trabajar regularmente hasta la década del 60. Pero más que cualquier otro en la generación fundadora de activistas de Hollywood, ellos demostraron la cantidad de puertas que pueden abrirse en Washington para las estrellas comprometidas políticamente.

spinner image AMichael J Fox  junto a Teresa Heinz-Kerry, esposa John Kerry
Michael J. Fox conversa con Teresa Heinz-Kerry, la esposa del candidato presidencial demócrata John Kerry, en el 2004.
Justin Sullivan/Getty Images

Michael J. Fox

Desde que en 1998 reveló que padecía la enfermedad de Parkinson, Fox ha sido una voz influyente y conmovedora para profundizar los esfuerzos del Gobierno federal para encontrar una cura, especialmente mediante la financiación de investigaciones con células madre.

En el 2006, Fox participó eficazmente en la campaña de diversos candidatos demócratas que apoyaban las investigaciones con células madre, y apareció en un recordado aviso publicitario que ayudó a Claire McCaskill a ganar su banca en el Senado (en inglés) en Misuri. El anuncio, que mostraba a Fox temblando de manera descontrolada, recibió el ataque inmediato de Rush Limbaugh pero las críticas se volvieron en su contra y el impacto del anuncio fue mucho mayor.

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La influencia de Fox como activista surge de la conexión personal con su causa y de la perseverancia en su trabajo por la causa. "Pocas celebridades han permanecido tan vinculadas con una causa durante tanto tiempo como Michael J. Fox, y sus abnegados esfuerzos han inspirado a muchos otros para actuar de la misma forma", dijo un afiliado demócrata en la encuesta de National Journal. Un republicano dijo: "Michael J. Fox es sin lugar a dudas el Nº 1, porque a diferencia de los demás, él defiende una causa que lo afecta profunda y personalmente. Es conmovedor".

Al mismo tiempo que Fox ha presionado por mayor respaldo del Gobierno, su fundación ha financiado investigaciones sobre Parkinson con más de $200 millones, lo que magnifica su influencia.

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spinner image Bob Geldof
Bob Geldof escucha hablar al presidente George W. Bush en la Cumbre sobre Desarrollo Internacional en la Casa Blanca en Washington en el año 2008.
Saul Loeb/AFP/Getty Images

Bob Geldof

La popularidad de Boomtown Rats, pioneros del punk-rock, ya estaba en decadencia cuando Geldof reclutó a un grupo de estrellas de rock británicas en 1984 bajo el nombre Band-Aid para grabar un single a beneficio de los países africanos con hambruna llamado "Do They Know It's Christmas?"

Después de que esa canción batió los récords de ventas y recaudó millones de dólares, al año siguiente organizó Live Aid, conciertos gigantescos para ayudar a combatir el hambre que se celebraron simultáneamente en Londres y en Filadelfia. (Geldof recibió el título de caballero por sus logros). Veinte años más tarde, regresó con "Live 8", diez conciertos alrededor del mundo repletos de músicos y estrellas de cine cuyo objetivo era presionar a los países industrializados que conforman el Grupo de los Ocho para que aumentaran la ayuda a África.

Geldof imaginó el activismo de las celebridades a una escala global, nunca vista antes: él llegó más lejos que cualquier activista anterior en convertir la fama mundial de los principales artistas populares en una fuerza política.

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Lee Greenwood canta "Proud to be an American" en el evento conmemorativo del 20 aniversario de la Guerra del Golfo Pérsico en el 2011.
Ben Sklar/Getty Images

Lee Greenwood

Pocos objetos de la cultura pop han tenido un impacto político tan duradero como la balada de 1984 "God Bless the USA" compuesta por Greenwood.

Casi inmediatamente después de su lanzamiento, la canción se convirtió en el himno no oficial de la campaña del Partido Republicano. Formó parte de la banda sonora de un video tributo a Ronald Reagan en la convención del Partido Republicano en 1984 y fue parte del repertorio de campaña de todos los candidatos presidenciales republicanos desde entonces, sin mencionar que fue un tema indispensable en todas las radios del país después de los ataques del 11 de septiembre y durante la primera y la segunda guerra del Golfo Pérsico.

Las odas de Greenwood suenan melosas y simplistas para algunos oídos, pero en su desenfadada celebración de fe, familia y bandera, la canción refleja y ayuda a transformar al Partido Republicano en un partido más orientado hacia el corazón del país, al proletariado y a los practicantes. Probablemente no ha habido una canción tan identificada con un partido político ni tan concisamente encapsulada en su identidad cultural hasta que los demócratas con el Nuevo Trato de Franklin Roosevelt adoptaron "Happy Days Are Here Again" de Milton Ager.

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Charlton Heston y su esposa, Lydia Clarke, asistieron a la Convención Nacional Republicana de 1972 en Miami.
JP Laffont/Sygma/Corbis

Charlton Heston

La solemne presencia, el físico escultural, los hombros que podía soportar el peso de la representación de Miguel Ángel y Moisés: estos fueron los atributos que Heston llevó a la pantalla grande en sus años de apogeo. Pero una cualidad subestimada fue el gruñido de Heston, como cuando el astronauta hasta entonces mudo que personificaba deja estupefacto a su torturador simiesco en la primera película Planet of the Apes (El planeta de los simios) con su reclamo gutural: "¡Quítame tus apestosas garras de encima, maldito simio!"

Tres décadas más tarde, como presidente de la National Rifle Association, Heston utilizó ese mismo gruñido para ayudar a inmortalizar su lema: dirigiéndose a los defensores del control de armas, insistía, "Les daré mi arma cuando la tomen de mis manos frías, muertas".

En realidad Heston demostró mayor flexibilidad en sus convicciones políticas. Comenzó como liberal del Nuevo Trato y ayudó a organizar la participación de Hollywood en la marcha de Martin Luther King en Washington en el año 1963. Pero en 1964 a Heston le resultó atractivo el mensaje de Barry Goldwater y pronto se convirtió en el conservador más comprometido de Hollywood, el que tenía más probabilidades de batirse a duelo con los liberales.

Durante la década del 80, Heston se convirtió en el defensor más enérgico del presidente Reagan en la comunidad cinematográfica; mantuvo una penosa y prolongada batalla pública con Ed Asner, quien utilizaba su plataforma como presidente de Screen Actors Guild (SAG, Sindicato de Actores en Pantalla) para atacar a Reagan, su predecesor en el cargo años antes.

Desde la moratoria nuclear (sobre la que debatió con Paul Newman en ABC) hasta el control de armas, Heston fue un defensor dramático y eficaz, a veces tedioso de causas conservadoras.

spinner image Angelina Jolie en Afghanistan
Angelina Jolie, como embajadora de la buena voluntad de UNHCR, se reúne con una refugiada y su hijo más pequeño en Kabul, Afganistán, en el 2011.
Jason Tanner/Demotix/Corbis

Angelina Jolie y Brad Pitt

Las estrellas a menudo son más eficaces en el ámbito público cuando su identidad política es una extensión de su imagen como artista. John Wayne simbolizó la valentía y el coraje tan a menudo que el público le confería esas cualidades cuando participaba de algún debate fuera de escena; actualmente, George Clooney también aprovecha su imagen tipo Bogart de realismo compungido que proyecta en sus películas.

Piense en Jolie como la excepción a este estereotipo. En pantalla, a menudo representa a héroes de acción álgidos que son atractivos pero amorales, deseables pero arteros. Durante la última década, Jolie se ha ganado el respecto de la comunidad internacional como una fuente de compasión en algunos de los lugares más conflictivos del mundo. Como embajadora de la buena voluntad de las Naciones Unidas desde el año 2001, ella ha utilizado su condición de famosa para atraer la atención respecto de las luchas de los refugiados de cualquier lugar, desde Camboya y Tailandia hasta Sierra Leona y Darfur.

"Parece estar llevando a cabo su cometido", dijo un republicano, "y no es un cometido fácil de lograr".

Pitt, su pareja, no se involucró en las causas tan públicamente, pero participó en la campaña ONE de Bono y se asoció con Clooney para fundar el proyecto Not on Our Watch. Pitt se destacó por recaudar decenas de millones de dólares, y por donar varios millones propios con el fin de reconstruir la ciudad de Nueva Orleáns después del huracán Katrina.

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Willie Nelson actúa para el expresidente Jimmy Carter en un concierto en 1996 con motivo del 100 aniversario de Plains, Georgia.
Thomas S. England/Getty Images

Willie Nelson

Como activista político, Nelson recuerda a otro tejano que dejó una marca en Washington: "Good Time" Charlie Wilson, el posterior representante demócrata del Congreso conocido por sus fiestas, su aspecto rebelde y su innegable efectividad.

Nelson no es la típica celebridad que cambia los jeans (costosos) y las zapatillas por un maletín y un traje cuando viene a Washington; afirma haber fumado marihuana en el techo de la Casa Blanca durante la presidencia de Carter. Pero junto a colegas cantantes como Neil Young y John Mellencamp, Nelson cumplió un rol fundamental en la construcción de uno de los vehículos más sólidos jamás creado para el compromiso político de las celebridades: los conciertos anuales Farm Aid que han recaudado decenas de millones de dólares para ayudar a familias de granjeros desde el primer concierto organizado en 1985.

Nelson tuvo menos éxito con sus otras causas: la legalización de la marihuana, la movilización de los opositores a la guerra de Irak antes de la invasión del 2003 y el respaldo a la candidatura de Dennis Kucinich como candidato presidencial demócrata. Pero el compromiso perdurable con Farm Aid de parte de Nelson y de los demás fundadores (cada uno de los cuales aún ocupa su cargo en el consejo directivo) los diferencia del resto en un ambiente en que el compromiso, a menudo se diluye tan rápidamente como la fama.

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Paul Newman.
Louis Psihoyos/Science Faction/Corbis

Paul Newman

Ningún dirigente político destacado apoyó al Senador Eugene McCarthy cuando lanzó su candidatura en 1968 para enfrentar al presidente Johnson en la elección primaria demócrata. Afortunadamente para McCarthy, uno de sus pocos valores incluía a una de las estrellas cinematográficas más reconocidas.

Newman demostró ser un compañero de campaña distendido y convincente, y atrajo multitudes en el helado Nuevo Hampshire. En los salones de billar de Milwaukee durante las elecciones primarias de Wisconsin, también demostró su encanto como en su apasionante rol en The Hustler (El buscavidas), aportándole calidez a un candidato a menudo considerado frío.

Hasta su muerte en el año 2008, Newman se mantuvo como puntal del liberalismo, parte de la "Mafia de Malibú" de los donantes de Los Ángeles que ayudaron a lanzar la sublevación de George McGovern en 1972, un defensor destacado de la moratoria nuclear en la década del 80 y copropietario de la revista Nation en la década del 90. Utilizó las ganancias de su línea de comida epónima Newman's Own para financiar variadas obras de caridad.

Respecto de todos sus logros, Newman en una oportunidad dijo que su mayor logro fue figurar en la lista de enemigos de Richard Nixon.

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Sean Penn asiste a una audiencia de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado sobre la reconstrucción de Haití en el año 2010.
Kris Connor/Getty Images

Sean Penn

Un actor enérgico, conocido igualmente por su inestabilidad fuera de cámara como por su intensidad en cámara, Penn mantuvo una posición junto, y a veces sobre el flanco izquierdo del debate político.

En el exterior, visitó Irán y Cuba y se hizo amigo de Hugo Chávez, presidente de Venezuela; en el país, tenía más posibilidades de aparecer junto a Ralph Nades que a los principales dirigentes demócratas. Las causas de Penn abarcaron desde la oposición a la invasión a Irak en el 2003 hasta el apoyo a los derechos de los homosexuales.

Sin embargo, la influencia de Penn no proviene de sus pronunciamientos políticos de vanguardia sino del ejemplo que dio a lo largo de su compromiso personal con desafíos audaces. Se sumó a los esfuerzos de reconstrucción después del huracán Katrina y creó una organización de ayuda luego del terremoto de Haití en el año 2010, eventualmente alistándose como director de un campo de refugiados para servir a miles de personas sin hogar.

A través de esos esfuerzos, Penn ayudó a crear un modelo moderno de activismo en Hollywood que valora más la acción directa que la presión al Congreso o las concentraciones de campaña ornamentales. Ha demostrado que la mejor forma de llegar al Capitolio es con barro en sus zapatos.

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El presidente Ronald Reagan sostiene la camiseta de "The Gipper" en una reunión de campaña en Nueva York en 1984.
La Casa Blanca/Corbis

Ronald Reagan

Mucho antes de ser un político, Reagan era una fuerza política. Como presidente del Sindicato de Actores en Pantalla, y como socio fundador en California del Americans for Democratic Action, Reagan después de la Segunda Guerra Mundial se convirtió en un pilar de la izquierda anticomunista de Hollywood, los criticados liberales del Nuevo Trato que buscaban asilo político entre las organizaciones del Frente Popular influenciadas por el comunismo y los cazadores de comunistas archiconservadores que los perseguían.

Pero ese fue simplemente un paso intermedio para Reagan en un viaje que lo llevó hacia la derecha durante el resto de su vida. Luego de respaldar al demócrata Harry Truman en 1948, se pasó al otro bando para apoyar al republicano Dwight Eisenhower en 1952 y nunca más miró hacia atrás.

Desde el momento en que Reagan pasó nuevamente de ser un activista famoso a candidato a gobernador de California en 1966, sus oponentes trataron de usar sus antecedentes en Hollywood para desacreditarlo. En un anuncio radial en 1966, por ejemplo, Gene Kelly declaró, "Yo sé que podría representar el papel de gobernadora pero nunca podría ocupar ese cargo realmente".

De hecho, millones de votantes, primero en California y luego a nivel nacional, pudieron imaginarse a Reagan ocupando el cargo principal, en parte debido a sus habilidades ante las cámaras que perfeccionó en Hollywood, pero más porque proyectaba una sensación de convicción y optimismo que reflejaba una de las creencias más profundas y mitos más preciados de la nación.

El ascenso de Reagan a la presidencia mostró un tipo de ironía que en cierta forma parece más apropiado para una película extranjera: Hollywood se inclinó hacia la izquierda desde FDR, pero su exponente político más importante resultó ser un republicano que redefinió y revitalizó el conservadurismo moderno.

spinner image Rober Robert junto al líder de la minoría en el senado Harry Reid
El líder de la minoría en el Senado Harry Reid —demócrata por Nuevo México— y Robert Redford en una conferencia en Washington, D. C., en el 2010.
Roll Call/Getty Images

Robert Redford

Comparado con la mayoría de los activistas famosos, Redford  optó por ingresar a la política con mesura. No se comprometió hasta después de convertirse en una estrella como compañero de Paul Newman en Butch Cassidy and the Sundance Kid (Dos hombres y un destino), e incluso entonces primero se ocupó de un problema local (bloquear la construcción de una autopista a través de un cañón cercano a su hogar en Utah).

De esa semilla inicial florecieron décadas de participación en causas ambientales; ninguna estrella se había identificado tan estrechamente con el movimiento ecologista.

Al igual que Warren Beatty, Redford siempre pareció estar al tanto de la tolerancia limitada del público respecto del aleccionamiento de los artistas. En ocasiones, y al igual que Beatty, prefirió continuar con su activismo fuera de pantalla, tal como lo hizo durante la presidencia de Reagan organizando conferencias que congregaban a ambientalistas y a líderes de la industria, con éxito variado para zanjar sus diferencias.

Pero en los últimos años, Redford nuevamente ocupó un rol más visible y, en ocasiones, de mayor confrontación: luego del derrame de petróleo de BP en la primavera pasada, grabó un video inquietante de cinco minutos (en inglés) para el NRDC (Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales) en el que declaró, "Cuando escucho a las compañías de energía promocionándose a sí mismas como conservacionistas... me dan ganas de vomitar".

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Frank Sinatra y la actriz Ava Gardner asisten a una reunión política en Hollywood en 1955 del candidato presidencial demócrata Adlai Stevenson.
Bettmann/Corbis

Frank Sinatra

La política siempre fue algo muy personal para el "Presidente de la Junta", quien comenzó su carrera como un liberal de FDR y la terminó como un conservador de Ronald Reagan.

Criado en un vecindario difícil y multirracial de Nueva Jersey (por una madre activa en el partido demócrata local), Sinatra trasladó a su participación política un populismo franco del Nuevo Trato que veía a los demócratas como el partido del "pobre tipo". Se encaprichó con FDR en 1944 y apoyó la campaña de todos los candidatos presidenciales demócratas durante el siguiente cuarto de siglo.

A pesar de ser crudo y hasta cruel en sus relaciones personales, Sinatra también demostró una precoz sensibilidad por los temas relacionados con los derechos civiles. Aún delgado y fuerte, en 1945 protagonizó un cortometraje (y cantó el tema musical) The House I live in (Este es mi hogar), un llamado a la tolerancia racial y étnica que ganó un premio especial de la Academia. En 1961, reunió a su rutilante Rat Pack para una campaña de recaudación de fondos en el Carnegie Hall para Martin Luther King Jr.

El vínculo político más estrecho de Sinatra fue con John F. Kennedy, quien aportó a la política la misma calma e ironía que Sinatra reflejaba como artista. Los servicios que Sinatra prestó a Kennedy comprendieron desde apariciones en la campaña hasta la grabación del himno de su campaña (la versión adaptada políticamente de "High Hopes" de Sammy Cahn) y la organización de la deslumbrante gala inaugural que ayudó a saldar la deuda por la campaña del partido.

Pero las asociaciones menos gratas de Sinatra, especialmente con un mafioso de Chicago cuya amante Sinatra también presentó a JFK, obligó al presidente (bajo la presión de J. Edgar Hoover) a  romper la relación con el cantante. Luego de la ruptura, un Sinatra abatido eventualmente se movió hacia la derecha, respaldando a Richard Nixon en 1972 y colaborando intensamente en la campaña de Ronald Reagan en 1980. En perfecta simetría, organizó la gala inaugural de Reagan dos décadas y un largo recorrido político, después de haber hecho lo mismo para bautizar a Camelot.

 

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Barbra Streisand se abraza con el expresidente Bill Clinton en una reunión de la Iniciativa Global Clinton en Nueva York en el 2006.
CHRIS HONDROS/GETTY IMAGES

Barbra Streisand

Pocas estrellas han demostrado tanta perseverancia en sus compromisos políticos como la llamativa y vehemente Streisand, quien aportó su altísimo timbre de soprano a candidatos presidenciales demócratas desde Eugene McCarthy y George McGovern a Bill Clinton y Barack Obama. La lista de causas que ella defendió abarca décadas, desde la financiación de la defensa de Daniel Ellsberg a la oposición al poderío nuclear después de Chernobyl a su reciente participación en el debate sobre cambio climático global.

Pero el mayor impacto político de Streisand se produjo cuando apareció luego de un auto exilio de la política y de las actuaciones públicas en 1986 para cantar en una gala de recaudación de fondos que ella organizó en su casa de Malibú para los candidatos a senadores demócratas. El evento recaudó $1,5 millones, una suma enorme en esa época, y ayudó a los demócratas a lograr la mayoría en el Senado en ese otoño. También significó el resurgimiento de Hollywood como puntal para recaudar fondos para causas con tendencia izquierdista después del declive de su dirigencia liberal en la década del 60.

Con su poder estelar, Streisand amplió el camino de Washington a Hollywood, profundizando la convicción en la capital de que en la costa del pacífico los esperaba una fortuna sin parangón.

spinner image Ronald Reagan junto a su esposa Nancy y la actriz Elizabeth Taylor
El presidente Ronald Reagan y la primera dama Nancy Reagan con Elizabeth Taylor en un evento sobre investigación del SIDA en 1987 en Washington, D. C.
RONALD REAGAN LIBRARY/GETTY IMAGES

Elizabeth Taylor

El recorrido de la carrera de Taylor la llevó de niña actriz a símbolo sexual a imán de la presa sensacionalista, y muchos la conocieron más por sus múltiples matrimonios que por su convincente actuación. Pero en 1980, Taylor surgió imprevistamente como una voz enérgica que demandaba tolerancia y compasión en los primeros años aterradores de la epidemia de SIDA.

Taylor habló en el Congreso y pidió más financiación para la lucha contra el SIDA y fundó la American Foundation for AIDS Research con Mathilde Krim, una investigadora del Sloan-Kettering Cancer Center y la esposa del titán de Hollywood Arthur Krim (él mismo un gran partícipe de las políticas democráticas).

Sin embargo, quizás Taylor logró su mayor impacto por el simple hecho de haber sido vista abrazando y besando a Rock Hudson, el actor que la acompañaba en la película clásica Giant (Gigante) en 1956, mientras permanecía internado después de haberle diagnosticado SIDA, en un momento en el que muchas personas todavía temían que el contacto casual pudiera propagar la enfermedad. (Su enfermedad ayudó a estimular su activismo). Más adelante, ella discretamente pagó los tratamientos de amigos e incluso desconocidos que padecían esa enfermedad y los visitó en los hospitales. Pocas celebridades han arriesgado su fama por una causa envuelta en esa clase de estigma social.

spinner image John Wayne con el presidente Ford
John Wayne (a la derecha) hace campaña con el presidente Gerald R. Ford en Orange County, California, en 1976.
DAVID HUME KENNERLY/GETTY IMAGES

John Wayne

Como activista político, Wayne fue menos importante por lo que hizo que por lo que simbolizó. Como activista era bastante poco comunicativo.

A pesar de que fue presidente de un grupo conservador de Hollywood que apoyaba la purga de comunistas (y los liberales vinculados a ellos) en la industria del entretenimiento durante la época de las listas negras y de que más adelante apoyó a Richard Nixon (incluida una aparición en la convención del Partido Republicano en 1968), Wayne no participaba regularmente de los eventos de campaña. Tampoco fue tan agresivo como las siguientes generaciones de estrellas en el uso de su fama para realizar declaraciones políticas.

Wayne tuvo influencia en los políticos principalmente como símbolo de patriotismo y fortaleza; le brindaba a los políticos y a las causas conservadoras un aura de rectitud y determinación que en la década del 60 sonaba como simplista o quizás extremadamente nacionalista para los oídos de los más cosmopolitas pero aún así tuvo mucho eco en los tradicionalistas a quienes se los conoció como la "mayoría silenciosa".

No fue casualidad que Reagan, en el programa de su campaña de 1980 en víspera de la elección, no citó a otro líder político sino al recientemente fallecido Wayne como la antítesis del temor del presidente Carter al "malestar" y decadencia de Estados Unidos. "Duke Wayne no creía que nuestro país estuviera listo para el vertedero de la historia", declaró Reagan, haciendo una genuflexióm frente a una de las pocas imágenes de celebridades construidas a partir de una iconografía más primaria que la propia.

Orson Welles

Aquellos que recuerdan a Welles, o como mucho, únicamente como el vendedor del productor de vino Paul Masson, probablemente no puedan imaginar su meteórica aparición como escritor-director-actor en Broadway y luego en Hollywood a fines de la década del 30. El director de Citizen Kane (Ciudadano Kane) se abrió camino en el mundo de la política, apoyando incansablemente a Franklin Roosevelt (incluso oponiéndose al candidato presidencial republicano Thomas Dewey en un evento en 1944), participando de causas en defensa de los derechos civiles o por la paz mundial y escribiendo una columna para el New York Post, que en ese entonces era un pilar del pensamiento liberal.

En 1946, Welles consideró seriamente postularse como candidato a Senador de California hasta que fue disuadido, en parte por un joven activista demócrata llamado Alan Cranston, que luego fue senador. Tanto en pantalla como fuera de ella, el brillo juvenil de Welles pronto desapareció. Pero durante una década, marcó un arquetipo de compromiso con la política que pocas celebridades que lo sucedieron pudieron igualar.

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