Vida Sana
Rosa MacAfee todavía puede oír el tintinar diario de una moneda cayendo dentro del jarrón de cerámica de su madre, una de las pocas pertenencias que sus padres trajeron de México a Arizona a principios de los años 40. La guerra estaba en plena marcha y los juguetes no eran una prioridad. Sin embargo, sin importar cuán difícil fuera la situación económica en su hogar, el depósito diario de su madre aseguraba que ella y sus cuatros hermanos contaran con recibir un juguete y una prenda de vestir en Navidad. “El único regalo que recuerdo era una nave de batalla naval que recibió mi hermano mayor”, dice ella. “Estaba hecha de cartón y tuvo que armarla”.
Esa misma frugalidad que surgió de la necesidad todavía es parte de su vida. Ahora, con 78 años de edad, ella sigue vigilando cada centavo a fin de combatir los crecientes costos. “Siempre me aseguro de ahorrar lo suficiente para esto y aquello”, dice la exadministradora de recursos humanos. “Ahorré durante todo el año para estar segura de tener suficiente dinero para reparar mi Honda Accord de 1997, y comparé precios cuidadosamente antes de comprar un pasaje para ir a la graduación de mi nieta en Chicago”.
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A través de su carrera de varias décadas, MacAfee, quien se jubiló en el 2001, tomó muchas buenas decisiones al manejar sus finanzas. Compró su casa, ahorró constantemente e hizo pequeñas inversiones. Pero cuando se jubiló, para mayor seguridad, decidió solo retirar $1,500 —en vez de los $2,000 que le recomendó su planificador financiero— de su pensión mensual. Al igual que muchos jubilados, consiguió algunos trabajos temporales.
Luego estalló la crisis financiera del 2008. Hubo ejecuciones hipotecarias por todos lados y la pensión mensual de MacAfee se redujo de $2,000 a $400. Hoy ella admite que si no recibiera los beneficios del Seguro Social, se vería obligada a vender su hogar en Phoenix y a solicitar una vivienda pública. “Así de malo sería”, dice ella. “Ahora lo único que tengo es esa pequeña pensión y el Seguro Social”.
MacAfee no es la única que sufre de ansiedad económica. Según una encuesta nacional de AARP, los votantes hispanos de 50 años o más y las elecciones del 2016: Opiniones sobre el Seguro Social y el liderazgo presidencial, llevada a cabo en marzo, los hispanos están algo menos satisfechos (un 52%) que los votantes mayores de 50 años en general (un 58%) con sus ahorros jubilatorios. Sorprendentemente, aunque los hispanos tienen una visión más positiva de la economía (un 53%) que los votantes mayores en general (un 43%), este optimismo no significa que están satisfechos con su propia situación económica, ya que no tienen más probabilidades de sentirse satisfechos que los votantes mayores de 50 años.
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