
Ser padre en la etapa avanzada de la vida es algo común. Así y todo, cuando sucede, las personas brindan con las copas en alto al tiempo que hacen muchas preguntas. Esto es algo que el actor Robert De Niro conoce bien ahora, tras convertirse nuevamente en padre a los 79 años.
El ganador de varios premios Óscar no está siquiera cerca de ser el padre más viejo del mundo (ese título le corresponde al australiano Les Colley, quien tuvo un hijo en 1991, a los 92 años, según los registros de Guinness World Records).

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Los admiradores de De Niro se desbordan en comentarios —y el público murmura— sobre el nacimiento de su hija Gia Virginia Chen-De Niro, su séptimo descendiente, el pasado 6 de abril.
El actor está en buena compañía. Billy Joel tenía 68 años, Clint Eastwood, 66 y Eddie Murphy, 57 cuando nacieron sus hijos más pequeños.
Tener hijos en la etapa avanzada de la vida es una tendencia que ha estado aumentando en la población en general hace ya algún tiempo.
Entre 1972 y el 2015, la edad de un padre primerizo en Estados Unidos aumentó de 27.4 a 30.1 años, según un análisis del 2017 realizado por investigadores de la Universidad de Stanford. En el mismo período, el porcentaje de padres primerizos de entre 40 y 50 años se duplicó y llegó a casi el 9%.
John Duffy, psicólogo clínico licenciado radicado en Chicago y experto nacional en crianza de hijos, dice que, en el transcurso de los años, ha cambiado de opinión sobre el tema de los padres mayores. Una preocupación obvia es que, con más edad, un padre podría no estar presente en todos los grandes cambios en la vida de su hijo, cuando el pequeño va de la adolescencia a la juventud.
“Debo admitir que en una época me preocupaba este fenómeno”, dice Duffy. “Pensaba que esos hombres eran muy mayores para formar una familia, considerando toda la energía, el tiempo y la paciencia que se necesitan para tener un hijo”.
Mark Liu conoce muy bien todo eso. El estratega de contenido digital, de 58 años, residente de Brighton, Nueva York, se convirtió en padre por tercera vez a los 52 años con la llegada de Sammy.
Él ya tenía un hijo y una hija —de 18 y 15 años, respectivamente—, y lo reconfortó el hecho de que su propio padre había tenido a su hijo más pequeño a los 60.
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