Vida Sana
En el ajetreo de las fiestas anuales, de alguna manera ya es diciembre otra vez. Millones de personas en Estados Unidos —y muchas otras en todo el mundo— están haciendo compras, cocinando y decorando para el próximo gran evento: Hanukkah o Navidad.
En preparación, algunos raspamos la cera que quedó en la menorá el año pasado. Algunos buscamos el calendario de Adviento o la caja de adornos navideños en algún lugar del ático.
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Y algunos de nosotros, como mi familia, hacemos ambas cosas.
Para aquellos que celebran tanto la Navidad como Hanukkah, diciembre puede ser un mes agotador, especialmente cuando Hanukkah llega temprano. En el calendario gregoriano basado en el sol, Hanukkah puede comenzar en cualquier día entre el 28 de noviembre y el 27 de diciembre. Este año, la fiesta judía comienza esta noche, el 7 de diciembre, o el 25 de Kislev en el calendario hebreo, que se basa en el ciclo lunar.
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Ya sea que Hanukkah y Navidad se superpongan o estén separadas por varias semanas, la temporada de fiestas es mi época favorita del año. Organizamos una fiesta de Hanukkah y una cena de Navidad. Amigos, familiares y toda persona que necesite un lugar para celebrar, cualquiera que sea su religión, son bienvenidos.
Estos acontecimientos me hubieran sorprendido cuando tenía 20 años. A esa edad disfrutaba de encender las velas en cada una de las ocho noches de Hanukkah. Me encantaba la tradición de freír latkes (panqueques de papa) con mi madre y mi hermana. Aunque podía apreciar la belleza de las centelleantes luces navideñas, nunca colgué un ornamento en un árbol.
A mi yo más joven le hubiera sorprendido saber que a los 30 años, después de casarme con un hombre católico, pondría un árbol de Navidad en mi sala de estar, tendría un ornamento con mi nombre y hornearía galletas para Santa Claus.
Mi esposo nunca había salido con una chica judía antes de salir conmigo; ni siquiera conocía a una persona judía. En los primeros años, teníamos mucho que aprender uno del otro —y mucho que enseñar a nuestra hija—. Para ayudarla a escapar de la confusión, respondimos muchas preguntas, y nunca la hicimos sentir que una religión era mejor que la otra.
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