Antonio Aguilar, el charro de México
En el centenario de su nacimiento, recordamos al cantante, actor y fundador de una dinastía de artistas.
por: Ernesto Lechner, AARP, 16 de mayo de 2019
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Charro icónico
Junto con Pedro Infante, Jorge Negrete y Javier Solís, Antonio Aguilar fue un ícono indispensable de la cultura mexicana. Un hombre renacentista, filmó más de 100 películas —ascendiendo a los papeles de guionista y productor— además de vender millones de discos y utilizar su talento natural como jinete para presentar las destrezas de la charrería al público más allá de la frontera mexicana. Lo llamaban “el charro de México”. Este mayo se cumplen cien años de su nacimiento.
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Casi piloto
Pascual Antonio Aguilar Barraza nació el 17 de mayo de 1919 en el estado de Zacatecas. Pasó sus primeros años muy influenciado por su madre, que cantaba en la iglesia. Partió a Nueva York para estudiar aviación, pero al llegar a Estados Unidos cambió de rumbo y tomó clases de canto, desarrollando un repertorio ecléctico. Comenzó su carrera profesional en Tijuana, se trasladó a la capital mexicana en 1945 y eventualmente abandonó los boleros para dedicarse a la ranchera.
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Cantante y actor
El éxito no llegó de inmediato. A principios de los años 50, Aguilar se presentó en programas de radio y televisión, aprovechando su notable técnica vocal. Era la edad de oro del cine mexicano, y en 1952 protagoniza Yo fui una callejera, interpretando a Alejandro, encargado de un teatro ambulante que rescata a Elena, su enamorada, interpretada por la bellísima Meche Barba. Ese mismo año aparece en la aclamada Un rincón cerca del cielo, junto a Pedro Infante, Silvia Pinal y Marga López.
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El amor de Flor
A partir de ese momento, Aguilar comienza una actividad frenética entre rodajes de múltiples películas y los estudios de grabación. En 1955 filma La huella del chacal junto a la actriz y cantante Flor Silvestre, a la que había conocido años atrás en el programa radiofónico Increíble pero cierto. Dos años más tarde, durante la filmación de El rayo de Sinaloa, Flor y Antonio se enamoran perdidamente. Se casaron en 1959, comenzando la dinastía artística que incluye a sus hijos Antonio y Pepe.
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Multitalentoso
Encasillar a Aguilar en un solo género cinematográfico es imposible. Era creíble como héroe cantor del campo mexicano (El rayo justiciero) y como joven productor familiarizado con la música tropical (Una gallega en La Habana). En 1958 interpreta al capitán Ventura en el ambicioso drama revolucionario La cucaracha, compartiendo reparto con María Félix, Dolores del Río, Flor Silvestre y Pedro Armendáriz. Dirigida por el brillante Ismael Rodríguez, es una las producciones más fastuosas de su carrera.
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Firmemente en la música mexicana
La misma apabullante versatilidad aparece en la discografía de Aguilar. Habiendo tomado la decisión de abandonar las demandas vocales de la ópera y la zarzuela, se entrega plenamente a la exploración de varios formatos mexicanos. Interpreta rancheras con espíritu nostalgioso (“Triste recuerdo”), pero también incursiona en la música de banda con éxitos como “Nadie es eterno” y “Un puño de tierra”. Graba extraordinarias versiones de clásicos de José Alfredo Jiménez como “El rey”, “Un mundo raro” y “Serenata sin luna”.
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Su obra maestra
En 1960, Aguilar participa en la película La sombra del caudillo del director Julio Bracho. Su aguda crítica social y revisionismo de la historia mexicana hace que la producción sea censurada durante treinta años. Un año después protagoniza su obra maestra, Los hermanos del hierro, wéstern mexicano con progresivos matices psicológicos y una meditación sobre la violencia. Una película también conocida por la canción “Dos palomas a volar”, interpretada por Antonio con una efervescencia contagiosa.
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Hollywood y Zapata
Además de reinar en el cine mexicano de la época, en 1969 Aguilar tiene la oportunidad de filmar una película dentro del sistema hollywoodense. Se trata del wéstern The Undefeated, protagonizado por John Wayne y Rock Hudson, sobre la intervención francesa en México durante la guerra civil estadounidense. Al año siguiente le rinde homenaje a su personaje revolucionario favorito filmando Emiliano Zapata en el formato de 70 milímetros. Una producción costosa, en la que Aguilar prefirió no cantar para enfatizar la seriedad de la trama.
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‘Valente Quintero’
Contrariamente a la gran mayoría de estrellas del cine mexicano, Aguilar supo afrontar el ocaso de la época dorada y generar nuevos éxitos durante la década del 70. En 1973, se basó en el corrido “Valente Quintero” para escribir, producir y protagonizar la película del mismo nombre, uno de los más grandes éxitos de taquilla de la década. Su intachable reputación le permitió alternar entre producciones comerciales y filmes de carácter más experimental.
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Canta en el scenario
Último adiós
El 19 de junio del 2007, Aguilar falleció luego de sufrir una neumonía. Tenía 88 años. Más de 8,000 personas asistieron a una misa en su honor en la Basílica de Guadalupe, incluyendo al presidente de México y colegas como Vicente Fernández. Además de su descomunal catálogo de discos y películas, dejó el legado emocional de una familia unida y, como él, extremadamente talentosa.
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