‘Wind River’: Geografía es destino

Ubicada en el centro de Wyoming, la reserva de Wind River tiene aproximadamente 14,000 habitantes de las tribus Eastern Shoshone y Northern Arapaho y una extensión de más de 2 millones de hectáreas. La belleza natural del lugar oculta la despiadada fuerza de su inhóspito clima y su desoladora realidad estadística. Wind River se conoce por la enorme cantidad de crímenes de extrema brutalidad que ocurren ahí y que es casi siete veces más alto que el promedio nacional. La expectativa de vida es 20 años menor a la de Irak y el desempleo es de casi 80%. La deserción escolar de 40% —casi el doble del porcentaje estatal— revela el hecho de que su juventud está hundida en el alcoholismo y la drogadicción. La violencia familiar, embarazos adolescentes y suicidios son ocurrencias cotidianas. Una última estadística para completar el cuadro: las fuerzas del estado ni siquiera llevan un registro del número de feminicidios que son endémicos. Tan desmoralizados se encuentran sus pobladores que albergan la creencia de que Wind River quedó maldito desde la masacre de indios Cheyenne en 1864. La película proyecta en su sencillo argumento la complejidad de ese trasfondo.

En pleno invierno y en medio de una tormenta de nieve, un cazador que trabaja para el departamento federal de Pesca y Fauna Salvaje, descubre el cadáver de una jovencita. El cuerpo presenta señales de una violación tumultuaria y de que la nativa murió al congelarse tratando de huir (descalza) de sus agresores. El asesinato de Natalie, de 18 años, le llega profundamente a Cory (Jeremy Renner), puesto que él también perdió una hija en similares circunstancias. Tanto la muchacha muerta como un hijo adolescente son producto de la relación de Cory con una mujer indígena, por lo que se entiende que a pesar de ser blanco, la solidaridad del cazador está con los nativos. Dado que las fuerzas policiales del lugar son, además de escasas, no capacitadas para resolver un crimen de tal magnitud, el FBI envía a una agente. Al igual que el personaje de Emily Blunt en Sicario, Jane Banner (Elizabeth Olsen) se tiene que enfrentar con la desconfianza de sus colegas machistas. Viendo que Cory tiene una sensibilidad diferente, Jane le pide que le ayude en la investigación.

Las indagaciones sirven como pretexto para hacer un recorrido por las diferentes fuerzas que se conflagran en la comunidad y que revelan el entramado de vicio, desesperanza, corrupción y falta de respeto de los blancos a formas de vida que están supuestamente ahí para proteger, y a las que en realidad siguen considerando inferiores. Entre las secuencias más sencillas y desgarradoras por cuánto revelan del terrible pasado que sigue vigente, Cory y Jane descubren al hermano de la víctima viviendo en una comuna de drogadictos. Durante un allanamiento, alcanzamos a ver en la pared un mensaje pintado que dice “Vaqueros contra Indios”. ¿Qué modelos de masculinidad pueden seguir los jóvenes cuando han crecido con la herida histórica de saberse en el lado opuesto de los festejados “héroes” de la mitología americana?

Wind River es apenas la segunda película como director del reconocido guionista de Sicario (2015) y Hell or High Water (2016), y también actor de televisión (Sons of Anarchy), Taylor Sheridan. La película muestra las limitaciones de su bajo presupuesto y de la falta de experiencia de Sheridan porque no alcanza los niveles que los cineastas que dirigieron sus otros guiones sí lograron al incorporar el paisaje físico al emocional. El aislamiento y las condiciones gélidas contra las que tienen que luchar todos los días los personajes, no consiguen integrarse del todo a la trama. Sin embargo, existen algunos de los destellos de grandeza que distinguen a los guiones de Sheridan. En especial, hay un toque genial: es la misma naturaleza inmisericorde la encargada de prodigar el último castigo. Sheridan pone al inmutable paisaje gélido como juez final que somete a los culpables, mientras se revela aliado de la víctima que llevaba en sus genes el conocimiento de sus secretos recabados en siglos de convivencia armónica con su gente.

Al actualizar la historia, Wind River reivindica indirectamente la distorsión que Hollywood contribuyó a crear fomentando el mito de que los nativos desplazados eran villanos que se oponían a los altos designios de las fuerzas civilizadoras de Occidente y no deja duda acerca de quiénes fueron —y siguen siendo— las verdaderas víctimas.