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Agobiados por las deudas, los recién graduados no pueden ahorrar

Los préstamos estudiantiles dejan pocos años para ahorrar para la jubilación, señala un informe de AARP.


spinner image Dólares sobre un diploma universitario.
ALAMY STOCK PHOTO

Los crecientes costos de la matrícula universitaria amenazan las esperanzas de que las generaciones más jóvenes se jubilen en el futuro, algo que sus padres y abuelos nunca tuvieron que afrontar, según un nuevo informe de AARP (en inglés).

Cuando los baby boomers de más edad ingresaron a la universidad a mitad de la década de los 60, el costo publicado anual de asistencia en una universidad pública de cuatro años era de $951 —o $7,256 en la actualidad si se ajusta por inflación—, indica el estudio. Pero los estudiantes universitarios de hoy se enfrentan a costos publicados promedio de $19,000 al año en escuelas públicas de cuatro años, monto por encima de dos veces y media más alto de lo que los boomers tenían que pagar.

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Estos precios más altos causan que muchas familias pidan dinero prestado, lo que abruma a los estudiantes y los recién graduados con deudas que amenazan grandemente su seguridad financiera al jubilarse, dice el estudio. "Si los pagos de préstamos causan que los prestatarios ahorren menos para la jubilación durante los primeros 10 años de trabajo, los saldos de sus cuentas jubilatorias serán un 39% menores que los saldos de los recién graduados sin deudas", indica el informe de AARP.

En décadas pasadas, se pensaba que si "si te esfuerzas lo suficiente" en la universidad, "tendrás oportunidades disponibles", dijo Joni Finney, académica sobre la educación superior en University of Pennsylvania. "No estoy segura de que esa sea una buena solución para esta generación".

La tasa en la que aumentan los costos de asistir a la universidad se ha acelerado con el paso de los años, según el informe de AARP. Por ejemplo, cuando las primeras personas de la generación X fueron a la universidad en 1983-1984, afrontaron costos un 11% más altos que los de los primeros boomers en 1964. Pero cuando los primeros milénicos se matricularon en la universidad en 1998, los costos habían incrementado en otro 45% por encima de lo que había enfrentado la generación X. Y la generación Z llegó a la universidad en el 2015, donde se toparon con precios un 65% más altos que los que pagaron los primeros milénicos.

"En la actualidad, la universidad no es algo que muchos estudiantes y padres pueden fácilmente cubrir de su propio bolsillo, ahorrar para pagar o costear mediante el empleo", dijo Joe Valenti, autor del informe de AARP. "Un título universitario tiene sus beneficios, pero requiere pedir cada vez más dinero prestado".

"A medida que los recién graduados luchan para pagar los costosos préstamos estudiantiles, enfrentarán cargas económicas adicionales en el futuro", según indica el informe. La capacidad de contribuir a planes jubilatorios es un posible sacrificio causado por las deudas de préstamos.

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Un estudio citado en el informe de AARP encontró que, a los 30 años, los graduados universitarios con deudas estudiantiles tenían la mitad de los ahorros jubilatorios que aquellos sin ese tipo de deuda. Otro estudio calculó que en el 2016, los hogares cuyo jefe de familia era menor de 35 años ahorraron un promedio de $54,000 si la persona tenía un título universitario y ninguna deuda estudiantil, pero solo $33,000 si tenía un título y una deuda.

Los graduados jóvenes con títulos universitarios saben que deben ahorrar, dijo Soncia Coleman, directora principal del programa en el grupo de defensa sin fines de lucro Young Invincibles, pero al principio de su carrera sienten que "es una imposibilidad".

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"Están posponiendo estas metas; cosas relacionadas con el sueño americano, como ahorrar para la jubilación, tener hijos, comprar una casa", dijo Coleman.

El año pasado, Young Invincibles encontró que los baby boomers que pidieron dinero prestado para obtener sus títulos universitarios tenían una riqueza media de $89,000 entre las edades de 24 y 34 en 1989. Los adultos que se encontraban en ese mismo grupo en el 2016 que habían pedido dinero prestado para obtener un título tenían una riqueza negativa de $1,900.

Si asumimos que los trabajadores sin deudas estudiantiles empiezan a guardar el 5% de sus salarios para la jubilación cuando se gradúan de la universidad y aumentan sus ahorros gradualmente, el informe de AARP concluye que "un trabajador de bajos ingresos con una deuda estudiantil de $30,000 tendría que trabajar casi 7 años más que alguien sin la deuda para obtener el mismo saldo en su cuenta jubilatoria con un plan de pago estándar".

Y a medida que las deudas universitarias se convierten en una crisis intergeneracional —ya que los adultos mayores de 50 se hacen responsables de una mayor parte de esta carga—, las historias de horror sobre la jubilación son cada vez más frecuentes. En el 2015 se embargó parte de los beneficios del Seguro Social de 114,000 adultos mayores de 50 años porque no pudieron pagar los préstamos estudiantiles.

El creciente costo en sí de la universidad está impulsando a más personas a obtener préstamos estudiantiles. La cantidad aumentó de $455,000 millones ($455 billion) a $1.5 billones ($1.5 trillion) en préstamos entre el 2004 y el 2018. Hay múltiples teorías sobre por qué la universidad se ha vuelto más costosa.

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En la última década, los estados han aportado menos financiación para la educación superior por estudiante, en parte porque los costos de otros servicios públicos (como el cuidado de la salud) han aumentado. Pero la matrícula también sube porque las universidades "simplemente pueden hacerlo y salirse con la suya", dijo Finney de University of Pennsylvania, donde dirige el Institute for Research on Higher Education. "Saben que las personas no tienen muchas opciones. Si no vas a la universidad, tus opciones [profesionales] serán limitadas".

También criticó a algunas universidades por competir para ser consideradas más prestigiosas según los estudiantes y profesores que atraen. El deseo de enfocarse más en la investigación —lo que requiere más equipos costosos y profesores que enseñen menos clases para poder pasar más tiempo en el laboratorio— puede llevar a costos más altos. Otra causa es la misión académica en la que las instituciones públicas "quieren ofrecer especializaciones en casi cualquier cosa", expresó Finney.

Por otro lado, las universidades también han contratado más personal no docente, en parte para ofrecer servicios adicionales y asistencia académica para los estudiantes.

Existen opciones que podrían ayudar a los prestatarios a administrar mejor sus deudas estudiantiles; por ejemplo, inscribirse en planes de pago federales que disminuyen los pagos mensuales si sus salarios son muy bajos. Pero a pesar de que estos planes han estado disponibles por una década, muchos prestatarios que podrían beneficiarse de ellos no están inscritos en los planes de pago basados en los ingresos.

Young Invincibles, al igual que otras organizaciones y especialistas, quieren que el Congreso cambie la manera en la que los prestatarios se inscriben en los planes basados en ingresos, para que se inscriban automáticamente en lugar de obligarlos a elegir estas opciones (como ocurre actualmente).

Las universidades también pueden mejorar la transparencia de sus costos. Por ejemplo, algunas universidades clasifican los préstamos como ayuda financiera. Esta es una táctica engañosa que frecuentemente hace creer a las familias que se les ha otorgado una beca.

"Hemos hecho casi imposible que incluso los consumidores más sofisticados entiendan el costo de la universidad", dijo Finney. "No creo que el problema sea que los estudiantes son malos consumidores".

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