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Una guía al Museo de Arte Folk Internacional de Santa Fe

​Visita esta espectacular exposición ecléctica, y conoce otros sitios populares en las cercanías.


spinner image Pieza de arte en el Museo de Arte Folk Internacional de Santa Fe
ANTONY SOUTER / ALAMY STOCK PHOTO

 

Cuando recorras el MOIFA (Museum of International Folk Art) en Santa Fe, Nuevo México, te parecerá haber aterrizado en la mansión del desierto de un coleccionista excéntrico. Alojada en un edificio estilo Pueblo Revival en la cima de la colina Museum Hill de la ciudad, esta institución con elementos cuidadosamente seleccionados no limita su colección —de aproximadamente 136,000 piezas provenientes de más de 100 países— a las exposiciones tradicionales. En cambio, las galerías cobran vida en una celebración caleidoscópica de colores y formas, y ofrecen una ventana a las maneras en que celebramos, bailamos, vivimos, amamos, lloramos, jugamos y adoramos. Verás ositos de peluche y muñecas de trapo cenando juntos en mesitas diminutas; paredes decoradas con vibrantes acolchados y tejidos; intricados dioramas de villas habitadas por estatuillas; y, en cada recoveco que recuerda una iglesia, un icono religioso. Si miras hacia arriba tal vez veas algunas figuras colgando de las vigas o volando como Superman.

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¿Qué es el arte folk? El museo busca responder esa pregunta en una exposición particular (ver más abajo) y explica en su sitio web que el arte folk generalmente —y entre otras cosas— es hecho a mano, puede usarse para fines ceremoniales o decorativos y refleja estéticas culturales y temas sociales compartidos. Los artistas pueden tener formación profesional o ser autodidactas. “El arte folk puede ser divertido, encantador y colorido”, dice Khristaan Villela, director ejecutivo del museo, “pero también puede tratar sobre temas actuales, ya que lo crean personas comunes, como tú y como yo, en todo el mundo. Las artes folks son tradiciones vivientes, desde arte hasta vestimenta y canciones, e incluso comida”.

Lo último por la COVID-19: los visitantes deben usar mascarilla y mantener distanciamiento social. Además, muchos servicios (entre ellos los casilleros para guardar objetos personales, el depósito de abrigos y el alquiler de audífonos) no están disponibles a menos que se requieran por motivos de accesibilidad según la Ley de Estadounidenses con Discapacidades (ADA). Consulta la información más actualizada en el sitio web, internationalfolkart.org (en inglés).

La historia del museo

El museo, que se inauguró en 1953 al pie de las colinas de Santa Fe, contiene la mayor colección del mundo de arte folk. Este lugar expandirá en forma radical tu noción de qué tipo de material pertenece a los museos: encontrarás cerámicas, joyas, máscaras, títeres, acolchados, muñecas, tejidos y más. Todo comenzó con el incansable esfuerzo de la heredera Florence Dibell Bartlett (1881-1954) de Chicago, hija de un mayorista de herramientas y productos de ferretería —el creador de la marca True Value—, cuyos intereses se inclinaban decididamente más hacia lo intelectual que a los martillos y clavos.

spinner image letrero en piedra que anuncia el Museo de Arte Folk Internacional de Santa Fe
BHAMMOND / ALAMY STOCK PHOTO

Planea tu visita

Ubicación: 706 Camino Lejo, alrededor de dos millas al sur de la plaza de Santa Fe, en Museum Hill (colina de los museos), que podría considerarse la respuesta de Nuevo México al National Mall de Washington D.C. El complejo cultural también incluye el Museo de Artes y Cultura Indígena, el Museo de Arte Colonial Español, el Jardín Botánico de Santa Fe y el Museo Indoamericano Wheelwright.

Cómo llegar: en automóvil, el museo está a menos de diez minutos del centro de la ciudad. Es casi una línea recta por el Old Santa Fe Trail. También puedes llegar con la línea “M” del autobús urbano Santa Fe Trails (aproximadamente 20 minutos) o tomar el tren New Mexico Rail Runner hasta la última parada (Santa Fe Depot), y allí tomar el servicio gratuito de transporte Santa Fe Pick-Up Shuttle hasta Museum Hill.

Horarios: abierto todos los días desde mayo hasta octubre; de martes a sábado desde noviembre hasta abril (está cerrado el día de Año Nuevo, el Día de Acción de Gracias y el día de Navidad).

Entrada: $7 para residentes de Nuevo México, $12 para no residentes. La entrada es gratuita el primer domingo de cada mes para los residentes de Nuevo México y todos los miércoles para los residentes mayores (60+).

Mejor momento para visitar: la colección del MOIFA es densa, de modo que si quieres ver todo debes llegar temprano (el museo abre a las 10 a.m.). En estos momentos el museo está ofreciendo visitas guiadas limitadas; llama a la recepción (505-476-1204) para averiguar el horario de los recorridos guiados cada día.

Cuándo ir: entre la mejor temporada del año que prefiere el director ejecutivo se cuenta: el Día de los Muertos a principios de noviembre y el Año Nuevo Lunar, que por lo general cae en febrero. En esas ocasiones, las festividades incluyen música en vivo, comidas y actividades artísticas manuales. En verano hay una gran cantidad de programas familiares gratuitos al aire libre para aprovechar el magnífico tiempo, incluidos talleres en los que los niños pueden aprender a hacer artesanías inspiradas por Alexander Girard. Recuerda: a pesar de que Santa Fe está ubicada en el sudoeste del país, tiene una altitud de 7,200 pies, lo que significa que la temperatura alta promedio en julio es de alrededor de 85 °F.

Accesibilidad: al llegar, hay un ascensor desde la playa de estacionamiento del lado de la colina hasta Milner Plaza, donde está ubicado el museo. Allí estarás a unos pocos pasos de la entrada. Una vez dentro, todas las exposiciones están en la planta baja, con excepción de “Lloyd’s Treasure Chest”, que está en el nivel inferior y a la cual se accede por ascensor. Hay sillas de ruedas y escúteres motorizados gratuitos disponibles por orden de llegada (llama antes al 505-476-1204 para confirmar la disponibilidad).

Bartlett comenzó a visitar Nuevo México en la década de 1920 y empezó a reunir una colección de arte folk que, con el tiempo, llegó a contar con más de 2,500 piezas de más de 30 países. Más tarde, le encargó al arquitecto John Gaw Meed, conocido por popularizar el estilo Santa Fe, la creación de un edificio para albergar su colección, un obsequio para la población de Nuevo México.

Resulta que la filantropía era común en la familia. Su hermana, Maie Bartlett Heard, fue cofundadora del Museo Heard en Phoenix, que está dedicado al arte indoamericano, y su hermano, Frederic Clay Bartlett, donó su inigualable colección de obras maestras modernas —entre ellas A Sunday Afternoon on the Island of La Grande Jatte, de Georges Seurat— al Instituto de Arte de Chicago.

La misión de Bartlett, sin embargo, tuvo mucho más alcance y fue más progresiva que simplemente mostrar la considerable colección que había reunido desde todos los rincones del globo. “El arte del artesano”, dijo una vez, “es un lazo entre los pueblos del mundo”. Después de dos guerras mundiales devastadoras que habían acentuado las diferencias entre las culturas, ella esperaba destacar, en cambio, nuestros puntos en común. Estaba especialmente enamorada de las cosas hechas a mano, lo que marcaba un profundo contraste con el giro del siglo XX hacia la industrialización impersonal. Al recorrer las galerías, es imposible no emocionarse. No importa que sean de Perú o Polonia, del Tíbet o de Tanzania, los artesanos crean objetos ceremoniales para comulgar con sus deidades, objetos conmemorativos para honrar a sus muertos y juguetes para entretener a sus niños.

El interior del museo

A lo largo de los años, el MOIFA ha crecido en forma considerable. Junto al ala Bartlett Wing original, que ahora presenta espacios de galerías temporales, está el ala Hispanic Heritage Wing (actualmente con una exposición de la música folk hispana de Nuevo México que incluye instrumentos y trajes hechos a mano) y el ala Neutrogena Wing, repleta de tejidos, donde la colección del mismo nombre incluye ropas ceremoniales de Indonesia, vestimentas con plumas de Bolivia y kimonos de Japón. Pero indudablemente el mayor brillo del museo está en el ala Girard Wing, que presenta “Multiple Visions: A Common Bond”, una exposición permanente que debutó en 1982.

En un giro singular, el donante de la colección, el arquitecto y diseñador modernista de mediados de siglo Alexander Girard (a quien también se lo conocía por el apodo de “Sandro”), diseñó su propia exposición, y el contenido seleccionado es revolucionariamente inmersivo. En vez de colocar objetos en hileras detrás de un vidrio, Girard creó viñetas fantasiosas en las que abarrotó estatuillas, miniaturas y juguetes de todas partes del mundo en escenas detalladas de corridas de toros, bautismos, festines, mercados, bodas y hasta reuniones de ángeles y demonios; ninguna de las exposiciones está segregada por región u origen.

La enorme ala contiene 10,000 piezas de arte folk —solo alrededor del 10% de la colección total de Alexander y Susan Girard— y la falta de etiquetas en los trabajos es intencional; la idea es permitir simplemente que esta colorida maraña de arte multicultural se derrame sobre ti.

“El objeto que no te puedes perder en nuestra colección es en realidad 10,000 objetos que no te puedes perder”, dice Villela. “Las piezas te llegan de todas direcciones. ¡No olvides mirar hacia arriba!”. (Por supuesto, si de verdad quieres saber más sobre todos esos objetos sin etiqueta, puedes recoger una guía impresa de la galería o un recorrido multimedios para iPod).

Luego de que hayas pasado unas horas sumergiéndote más y más profundamente en cada esquina de “Multiple Visions”, Villela espera que tomes el ascensor (también conocido como “vehicle to the vault”, o vehículo a la bóveda) y te dirijas al piso inferior a ver una joya oculta que a veces se pasa por alto: la exposición “Lloyd’s Treasure Chest” (el arcón del tesoro de Lloyd), bautizada así por el fallecido coleccionista de arte y exdirector ejecutivo de Neutrogena, Lloyd Cotsen, quien donó muchas piezas al museo. “Además de las exposiciones temporales, hay una sobre qué es el arte folk”, dice Villela. “Creo que muchos de nosotros pensamos que sabemos qué es el arte folk —tal vez acolchados o patos señuelos—, pero ¿qué crean otras personas en otras partes del mundo?”. La bóveda de depósito abierto incluye trabajos como una calesa nupcial de Bangladesh, robots juguete mecánicos de Japón y una popular escultura de tela de la artista estadounidense Mary Bowman, que ilustra a una vaca y un coyote antropomórficos dándose la mano sobre un sofá.

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Mercado de julio

Si no te molestan las multitudes, probablemente quieras ir durante el evento anual International Folk Art Market que se realiza el segundo fin de semana de julio al aire libre en la plaza. Establecido para crear oportunidades económicas para los artistas folk de todo el mundo, el mercado cuenta con unos 160 vendedores de más de 50 países, entre ellos bordadores de cuentas de Guatemala, tejedores de tapices de Indonesia y pintores de iconos de Ucrania. Por supuesto que puedes comprar un sinnúmero de regalos de todo el mundo en una escapada de compras, pero el festival ofrece algo con más significado: un emotivo recordatorio de que la misión de Bartlett de celebrar el vínculo común entre los artesanos está viva y goza de buena salud.

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En los alrededores

Invierte $30 en un pase New Mexico CulturePass (en inglés), que te permite ingresar a los 15 museos estatales y sitios históricos de Nuevo México (el pase te da derecho a una visita por atracción en un período de 12 meses). Si bien encontrarás atracciones en todo el estado, desde Albuquerque hasta Las Cruces, la lista de sitios de interés en Santa Fe incluye el Museo de Arte Folk, el Museo de Arte de Nuevo México, el Museo de Historia de Nuevo México y el Museo de Artes y Cultura Indígena.

Igualmente recomendables, si bien no están incluidas en el pase, son las instituciones culturales independientes de Santa Fe, como el Museo Georgia O’Keeffe y SITE Santa Fe (en inglés), una galería contemporánea de avanzada que funciona en un viejo depósito de cerveza.

Asegúrate también de reservar al menos medio día para explorar los más de 80 estudios y galerías que se alojan en las estructuras de adobe con siglos de antigüedad a lo largo del Canyon Road Arts District, que comienza aproximadamente a media milla a pie (dos minutos en auto) al sureste de la plaza.

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Paseos regionales

Si te sientes inspirado por el arte folk, conduce unos 40 minutos hacia el sur por la ruta New Mexico 14 (conocida como el Turquoise Trail, o sendero de la turquesa) hasta Madrid, una antigua ciudad fantasma que, según algunos residentes, tiene la mayor cantidad de artistas per cápita que cualquier otra localidad de Estados Unidos. Allí, las que fueran cabañas de los mineros de carbón se han pintado en una amplia gama de tonos de arcoíris y ahora albergan boutiques, galerías y restaurantes.

En la dirección opuesta, conduce una hora hacia el norte desde Santa Fe por la ruta nacional 84 y llegarás a la casa y estudio O’Keeffe (en inglés) en el pueblo de Abiquiú. El complejo de la era colonial española —que ha sido restaurado— cuenta con habitaciones que datan de principios del siglo XVIII y ofrece magníficas vistas del desierto circundante, las que te harán comprender con facilidad por qué O’Keeffe hallaba tanta paz en ese lugar. Se anticipa que la temporada de visitas guiadas del 2022 comenzará en marzo. Durante una visita guiada en grupos pequeños ($45) del espacio minimalista, verás muchos de los motivos que se incorporarían en su arte, desde su colección de calaveras y piedras hasta los álamos que crecen en el valle del río detrás de su estudio y la simple puerta del patio que inspiró más de 20 de sus pinturas.

Dónde alojarte

Date el gusto: a unos pocos pasos de la plaza de Santa Fe y directamente enfrente del Museo de Historia de Nuevo México hay un lujoso hotel de 58 habitaciones, el Rosewood Inn of the Anasazi, que te impresionará con sus colecciones de canastos, artículos tallados, pinturas y tejidos que combinan la influencia indoamericana y la hispana. El precio de las habitaciones comienza en $545.

Ahorra: La Posada de Santa Fe, ahora miembro del Tribute Portfolio de la cadena Marriott, está ubicada a menos de diez minutos a pie de la plaza y del distrito de arte de Canyon Road. Comenzó en la década de 1880 como la mansión de un comerciante acaudalado. En la década de 1930, los dueños agregaron casitas de adobe e invitaron a artistas como Georgia O’Keeffe a quedarse y trabajar en el lugar. Hoy, la mansión alberga cuatro habitaciones de huéspedes decoradas en estilo victoriano, mientras que las 153 habitaciones y suites estilo casita tienen detalles arquitectónicos originales, como vigas (parantes expuestos) y latillas (secciones de ramas de árbol). El precio de las habitaciones comienza en $149.

Dónde comer

Café Pasqual’s: desayuna en este popular establecimiento local ubicado a una cuadra de la plaza; encontrarás platos clásicos, como huevos rancheros o trucha ahumada trozada, y verás por qué esta institución con cuatro décadas de antigüedad obtuvo la designación America’s Classic de la James Beard Foundation. No dejes de visitar la galería contigua que vende cerámicas, pinturas y objetos tallados en madera.

The Shed: no puedes perderte este restaurante en Palace Avenue, ubicado al lado de la plaza. Se inauguró en 1953 —el mismo año que el MOIFA— y ahora ocupa un edificio cuyas raíces se remontan a 1692. Muchos de los platos del menú (burritos, enchiladas, tamales) vienen con abundante salsa de chile rojo o verde, pero haz lo que hacen los lugareños: pide tu plato “Christmas style” y podrás probar las dos.

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