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¿Es Alzheimer… o LATE?

Cómo un trastorno cerebral que se acaba de identificar e imita a la enfermedad de Alzheimer podría ser la clave para tratar ambas afecciones algún día.


spinner image Conexión de neuronas en el cerebro
ALAMY STOCK PHOTO

Más de cinco millones de personas mayores de 65 años sufren de demencia, y se espera que esa cantidad aumente a más del doble para el 2060 Pero aunque muchos de estos casos se atribuyen a la enfermedad de Alzheimer, un informe (en inglés) publicado en la revista médica Brain revela que, cuando se trata de personas mayores de 80 años, hasta más del 50% de los casos podrían ser, en realidad, una forma de demencia identificada recientemente llamada LATE (encefalopatía TDP-43 con predominio límbico asociada a la edad).

La noticia, publicada el mes pasado, se pregona como un posible avance ya que la identificación de un nuevo tipo de demencia podría ser fundamental para direccionar las investigaciones (tanto sobre la demencia LATE como la enfermedad de Alzheimer). De hecho, en el informe se incluyen pautas de investigación recomendadas y criterios para el diagnóstico de LATE.

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“Esto puede ayudar a explicar por qué tantos medicamentos para la enfermedad de Alzheimer no han dado buenos resultados en estudios clínicos”, indica el Dr. Peter Nelson, neuropatólogo de University of Kentucky y autor del informe. “Ahora que hemos identificado claramente la demencia LATE, se nos abre el camino para diseñar otros tratamientos innovadores”.

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Los investigadores han sospechado la existencia de algo como la demencia LATE durante años, en especial en los pacientes mayores que no parecían encajar exactamente en el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer. Hace aproximadamente diez años, los científicos relacionaron cierta proteína, la TDP-43, con dos formas de demencia: la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), también llamada enfermedad de Lou Gehrig; y la degeneración lobular frontotemporal. Pero este nuevo informe revela que es mucho más frecuente de lo que se pensaba; de hecho, los informes de autopsias muestran que hasta la mitad de las personas mayores de 80 años tienen alguna forma de demencia LATE en el cerebro, y aproximadamente un cuarto de ellas tienen lo suficiente como para que les afecte la memoria y la cognición.

“Esto puede ayudar a explicar por qué cuando realizamos la autopsia de algunos cerebros de personas que pensábamos que tenían Alzheimer, no observamos signos de esta enfermedad”, dice el Dr. Nelson. “Muy probablemente tenían LATE en su lugar”.

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Parte de la confusión surge del hecho de que la demencia LATE puede imitar algunos de los síntomas de la enfermedad de Alzheimer, afirma la Dra. Nina Silverberg, directora del Programa de Centros para la Enfermedad de Alzheimer del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento de Estados Unidos. Pero la demencia LATE (que principalmente afecta a personas mayores de 80 años) se manifiesta de un modo muy diferente que la enfermedad de Alzheimer en el cerebro. Los signos obvios de la enfermedad de Alzheimer son nudos de una proteína llamada tau, combinado con placas de Beta-amiloide, mientras que la demencia LATE se caracteriza por la proteína TDP-43, que es menos conocida. Esta proteína se acumula y se disemina a través de la amígdala y el hipocampo, dos partes del cerebro que son fundamentales para la memoria. “Si bien sabemos de la TDP-43 desde hace bastante tiempo”, indica la Dra. Silverberg, “esta es la primera vez que hemos aunado nuestros esfuerzos de investigación con el fin de llamar la atención hacia esta proteína y distinguirla de la enfermedad de Alzheimer”.

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Este hallazgo podría ayudar a explicar por qué ha sido tan difícil identificar medicamentos que logren tratar la enfermedad de Alzheimer, observa el Dr. Nelson. Es posible que en los estudios clínicos se haya incluido a personas que en realidad tenían demencia LATE y no Alzheimer y, por ende, no respondieron al tratamiento. Lo que es aún más confuso es que es posible tener demencia LATE y la enfermedad de Alzheimer al mismo tiempo, lo que dificulta determinar qué enfermedad está causando qué síntoma, añade el Dr. Nelson. “Pero si bien ahora tenemos herramientas como el escán de tomografía por emisión de positrones que nos permiten tomar imágenes del cerebro y averiguar si alguien tiene niveles altos de Beta-amiloide (que indicaría Alzheimer), no hay actualmente ninguna prueba para diagnosticar la demencia LATE”.

Por ahora, las proteínas con las que se identifica la demencia LATE solo se pueden encontrar en una autopsia, y los expertos dicen que el siguiente paso más importante es diseñar una prueba que mida los niveles de TDP-43 en pacientes vivos. “Deseamos poder medir esto a una edad más temprana para tener una idea de cuánta cantidad inicial de TDP-43 tiene una persona y ver luego cuánto produce más adelante en la vida si comienza a mostrar signos de demencia”, explica Keith Fargo, director de divulgación y programas científicos de la Alzheimer’s Association. “Esto tiene particular importancia porque los síntomas de la demencia LATE imitan muy claramente los de la enfermedad de Alzheimer”. Fargo afirma que la esperanza es que a los pacientes de demencia se les pueda ofrecer un cóctel de medicamentos para la enfermedad (una estrategia parecida a la que se emplea para el VIH), dirigido a la combinación de trastornos cerebrales que puedan tener.

Dado que se espera que el número de personas con demencia se dispare en las próximas décadas, los expertos afirman que es primordial contar con mejores métodos de diagnóstico y tratamiento. “Este grupo de adultos mayores tiene la tasa más rápida de expansión de todos los grupos demográficos”, comenta el Dr. Nelson. “Necesitamos estrategias que nos permitan no solo identificar las diversas formas de demencia, sino también las maneras de tratarlas y, con suerte, prevenirlas”.

Aunque no hay forma de decir si tú o tu ser querido sufren de demencia LATE, hay cosas razonables que puedes hacer para ayudar a disminuir el riesgo de todo tipo de demencia, dice el Dr. Gary Small, director del UCLA Longevity Center. Por ejemplo, un tercio de los casos de demencia se puede prevenir con cambios en el estilo de vida, como perder peso, controlar la presión arterial alta y hacer ejercicio, según un estudio publicado en el 2017 en la revista médica The Lancet. Si no te has revisado la audición recientemente, hazlo: incluso una pérdida leve de la audición aumenta al doble el riesgo de demencia, según investigaciones realizadas en Johns Hopkins. Y más aún, en un estudio del 2017 publicado en el Journal of the American Geriatrics Society se encontró que la dieta mediterránea —que incluye frutas, verduras, grasas sanas (como el aceite de oliva), pescados, legumbres y granos enteros— disminuye en un tercio el riesgo de los adultos mayores de presentar deterioro cognitivo.

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