Vida Sana

Aprende sobre el sistema inmune
Cuando las bacterias y los virus entran al organismo, estos defensores naturales entran en acción.
Macrófagos: Estos glóbulos blancos gigantescos esperan dentro de los tejidos sanos. A veces pasan años sin entrar en acción, pero cuando aparece un microbio patógeno, los macrófagos liberan una ráfaga de proteínas conocidas como citocinas, las que avisan al sistema inmunitario para que batalle. A partir de ahí, el macrófago se une al equipo de limpieza al engullir microbios patógenos muertos y dañados.
Linfocitos agresores: Algunas células infectadas pueden volverse “invisibles” para el sistema inmunitario, lo que permite que el microbio patógeno se siga diseminando sin cesar. Ese es el momento en el que los linfocitos agresores brindan una capa adicional de defensa. Un linfocito agresor puede identificar las células de apariencia anormal, lo que a menudo sucede con las células infectadas por un virus. Este linfocito estudia su blanco y si parece que la célula sospechosa está infectada, libera proteínas cerca a este posible microbio patógeno. Entonces, el microbio patógeno consume la proteína; es su última comida, y es mortífera.
Neutrófilos: A la primera señal de problemas, los neutrófilos salen a montones como abejas asesinas de varios aguijones. Los neutrófilos pueden capturar a sus enemigos, colocar trampas, inyectar veneno y amplificar señales que traen a más guerreros del sistema inmunitario. Cada neutrófilo solo vive durante aproximadamente un día, pero mientras continúa la batalla, células frescas siguen apareciendo para luchar. Lamentablemente, en su frenesí, a menudo pueden confundir a células sanas con el enemigo. Cuando eso sucede y los neutrófilos atacan tejidos sanos, los resultados son inflamación y enfermedades inflamatorias en todo el cuerpo.
Linfocitos B: Aunque los linfocitos B no maten directamente a los invasores, ayudan a enlentecer a los microbios patógenos al cubrirlos con pegajosas proteínas en forma de Y. Esto los debilita y los convierte en blanco fácil para células como los macrófagos, que los consumen a montones. El linfocito B es una célula inmunitaria adaptativa; es decir, es muy eficaz contra enfermedades con las que ha luchado antes, pero le resulta difícil reconocer nuevos microbios patógenos. Cuando aparece un nuevo coronavirus, le toma tiempo prepararse para producir anticuerpos.
Linfocitos T: Los linfocitos T son uno de los glóbulos blancos especiales que “reconocen” un invasor foráneo y saben exactamente cómo combatirlo. Sin embargo, con nuevos enemigos como COVID-19, el proceso puede demorar semanas. Cuando el linfocito T aprende el código —en esencia, traza el mapa de la estructura molecular de la superficie de un microbio patógeno— capacita rápido a un ejército de linfocitos T para que empiecen a abrir células infectadas y las llenen por completo de toxinas. Los médicos llaman este proceso inmunidad, aunque con COVID-19, todavía no sabemos con certeza cuánto tiempo demora.

| Es casi imposible encontrar algo bueno en una pandemia mundial. Pero la COVID-19 nos ha dado una lección importante que deberíamos reconocer: nuestro sistema inmunitario está en aprietos. No es “más débil” que el de las personas de hace varias generaciones. Pero está más “desregulado”, el término médico para un proceso o función biológica que no funciona como debería. Por ejemplo, tu sistema inmunitario tiene menos capacidad para distinguir entre un invasor mortífero y uno inofensivo, y más probabilidades que en el pasado de atacar los tejidos sanos de tu cuerpo por error. Además, siempre está en funcionamiento y trabaja de maneras contraproducentes que antes eran mucho menos comunes. Estos son indicadores de trastornos en el funcionamiento inmunitario y en conjunto agotan recursos que deberían usarse para otros fines.
La inflamación dificulta la lucha de nuestro cuerpo contra el coronavirus y la gripe.
“Definitivamente hay más desregulación entre nuestra población ahora”, dice Mark Ansel, profesor de Microbiología e Inmunología en University of California, San Francisco. “Y se relaciona con la manera cambiante en la que interactuamos con nuestro medioambiente; todo, desde lo que comemos hasta lo que hacemos”. Esta es una noticia inquietante para todos nosotros, a medida que nos adentramos en la situación perfecta con factores simultáneos de este invierno: el posible resurgimiento del nuevo coronavirus que todavía ocasiona caos en todo el país y los meses iniciales de nuestra temporada anual de influenza o gripe. Pero no estamos indefensos, ni mucho menos, y a continuación encontrarás lo que necesitas saber.

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Cómo se equivoca el sistema inmunitario
Existen muchas maneras en las que nuestros cuerpos manifiestan los problemas inmunitarios. Pero tres de ellas se destacan, y la prevalencia de cada una va en aumento entre nuestra población.
Inflamación crónica. Según un estudio publicado en la revista JAMA en abril, entre quienes estuvieron hospitalizados debido a la COVID-19, el 34% tenían diabetes, el 42% eran obesos y el 57% tenían la presión alta. Un factor común de estos tres problemas de salud es la inflamación crónica. Hace que el sistema inmunitario produzca glóbulos blancos y mensajeros químicos que mantienen tus defensas activas las 24 horas del día, los 7 días de la semana.
“Es casi como si usaras todos los recursos del sistema inmunitario solo para mantener ardiente ese fuego”, dice Helen Messier, inmunóloga y directora de Altum Medical, quien vive en California. “Cuando aparece una infección vírica mientras tienes inflamación crónica, el sistema inmunitario es incapaz de lograr una respuesta inmunitaria adecuada o, como en el caso de COVID-19, al principio no tiene una buena respuesta, pero luego intenta vencerlo. La inflamación subyacente puede llevar a una respuesta abrumadora, o una ‘tormenta de citocinas’”.
Enfermedades autoinmunitarias. Los investigadores han identificado más de 80 trastornos autoinmunitarios distintos. Si bien algunos, como la artritis reumatoide, el lupus y la diabetes tipo 1, son muy conocidos, muchos son difíciles de clasificar. Pero todos comparten el problema común subyacente de que el sistema inmunitario del organismo se ataca a sí mismo.
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