Vida Sana
El contacto físico es una necesidad del ser humano y un aspecto que tiende a dejarse de lado en los adultos mayores. Desde que nacemos hasta que morimos necesitamos de caricias, abrazos y contacto físico para mantener un estado de bienestar emocional y físico. Por eso, es tan importante el masaje, o más bien los efectos producidos por el masaje que van más allá de relajar la mente y el cuerpo. Los masajes pueden conducir a:
- Estimulación del sistema inmunológico;
- Disminución del ritmo cardíaco;
- Disminución de la presión arterial;
- Aumento de flexibilidad de las articulaciones;
- Mejoría de la circulación;
- Sensación de bienestar y disminución de ansiedad;
- Aumento del bienestar psicosocial y de la autoestima; y
- Disminución de sentimientos de aislamiento e impotencia, entre otros.
En medio de las pesadas tareas que asume el que cuida de otra persona, tomarse unos cinco minutos para dar un masaje de manos puede ser beneficioso para ambos. Si cuidas de otra persona, tú podrías sentir o lograr:
- Un sentimiento de satisfacción y significado más profundo de tu responsabilidad de cuidar de alguien;
- Una forma de comunicación no verbal con quien cuidas;
- La capacidad de persuadir a quien cuidas a que lleve a cabo sus actividades de aseo personal y de recreación;
- Adquirir una suerte de “herramienta” para prevenir o disminuir conductas disruptivas; y
- Disminución del sentimiento de impotencia ante las múltiples demandas.
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El masaje de manos como un instrumento del cuidado
El tocarse las manos es un gesto familiar que en general es aceptado por las personas, y especialmente por los adultos mayores que reciben cuidados de otra persona. La siguiente técnica de cinco minutos puede convertirse en un instrumento muy útil en el cuidado de otra persona con demencia o cambios cognitivos. Para empezar, lávate las manos y aplica una cantidad pequeña de aceite para bebés o crema de manos hipoalérgica en tus manos. Luego puedes seguir la siguiente secuencia:
1. Toma la mano de la persona que recibirá el masaje y mírala a los ojos. Este contacto visual te permitirá establecer conexión con él o ella y hacerle sentir que es el centro de atención.
2. Toma los dedos uno por uno y aplica presión apretando cada uno suavemente desde la base hasta la punta. Detente periódicamente para aplicar presión en forma circular.
3. Cuando termines de masajear cada dedo, dale vuelta a la mano de la otra persona y aplica presión con tu dedo pulgar en forma de círculos muy pequeños en la palma de la mano.
4. Asegúrate de hacer estos círculos en cada parte blanda y acolchonada de la palma de la mano.
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