Cómo es el seguro de cuidados a largo plazo
Conceptos básicos sobre cobertura, costos de primas y opciones de pólizas para tomar una decisión informada.
Es parte de la vida: tal vez algún día necesites cuidados a largo plazo. Eso significa que puedes necesitar ayuda en el hogar con las actividades diarias básicas, como bañarte, vestirte y alimentarte; servicios comunitarios, como cuidado diurno para adultos y transporte; o atención continua en un hogar de ancianos, un centro de vivienda asistida o algún otro tipo de establecimiento.
Una opción para pagar estos servicios es el seguro de cuidados a largo plazo. Sin embargo, hay mucho que aprender antes de suscribirse a una póliza. El mercado cambió mucho en los últimos años.
Esto es lo que debes saber.
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¿Por qué hacer planes de cuidados a largo plazo?
En Estados Unidos, cerca del 70% de las personas que llegan a los 65 años necesitarán algún cuidado a largo plazo en algún momento del resto de su vida, según un estudio a cargo del Urban Institute y el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. (enlace en inglés). Si bien algunas personas podrán desenvolverse con el cuidado no remunerado que brindan familiares y otras personas, casi la mitad necesitarán alguna asistencia remunerada. Cerca del 24% necesitarán más de dos años de cuidados remunerados y el 15% vivirán dos o más años en un hogar de ancianos.
Los costos del cuidado son muy variables, según el tiempo que lo precises, el lugar donde vivas y la magnitud de la atención que necesites. Las formas de pagar los servicios también varían.
El plan tradicional de Medicare, el programa público de seguro médico para personas mayores de 65 años, no cubre cuidados de larga duración excepto ciertos cuidados especializados inmediatamente después de la hospitalización por una lesión o una enfermedad. Algunos planes de Medicare Advantage, de compañías de seguro privadas, ofrecen cobertura complementaria para servicios como envío de comidas y transporte a citas médicas, pero es limitada.
Los veteranos pueden recibir cuidados a largo plazo por medio del Departamento de Asuntos de Veteranos de Estados Unidos.
Pero la fuente de financiación más grande es Medicaid, el programa conjunto federal y estatal que cubre a las personas de bajos ingresos. Si bien los límites de ingresos varían según el estado, normalmente no puedes obtener Medicaid a menos que agotes la mayor parte de tus ahorros y otros bienes, al margen de tu vivienda y tu vehículo principales.
Esa situación lleva a muchas personas a pensar en cómo planificar los gastos de cuidados a largo plazo de una manera que proteja sus ahorros para la jubilación y les permita recibir el tipo de atención que desean. Y es ahí donde interviene el seguro de cuidados a largo plazo, aunque no es la única solución.
“Todos necesitan un plan de cuidados a largo plazo”, dice Ryan Graham, asesor financiero sénior de Altfest Personal Wealth Management en la ciudad de Nueva York. “Eso no significa que todos necesiten un seguro de cuidados a largo plazo”.
El seguro tradicional de cuidados a largo plazo
Las pólizas tradicionales de cuidados a largo plazo funcionan de manera muy similar a las pólizas de seguro de automóvil o de vivienda: tú pagas las primas, generalmente mientras la póliza tiene vigencia, y presentas reclamaciones si alguna vez necesitas los servicios que cubre.
Puedes elegir una cobertura muy baja o muy alta para ayudar a pagar los servicios dentro o fuera de tu hogar. Las pólizas típicas detallan la suma que puedes recibir por día o por mes, hasta un máximo de por vida o una cierta cantidad de años. Se pueden disponer diferentes sumas para la atención que recibas en tu hogar, en un hogar de ancianos o en otro lugar. Pagas más por los beneficios que aumentan con los años para protegerte de la inflación.
También puedes elegir entre pólizas con diferentes períodos de espera entre el momento en que comienzas a necesitar cuidados y el momento en que se activan los beneficios. Un período de espera típico es de 90 días, pero puedes pagar más para recibir beneficios a los 30 días o pagar menos para aceptar una demora de 180 días. Del mismo modo, pagas más por una póliza que paga $200 al día, dura cinco años y aumenta los beneficios a razón del 3% compuesto por año que por una que paga $100 al día durante dos años sin protección contra la inflación.
Lo que cubre el seguro
Las pólizas pueden limitar los trastornos que cubren. Por ejemplo, no es raro que nieguen cuidados por alcoholismo, drogadicción o lesiones de guerra. Y aunque es posible que un trastorno preexistente —como una enfermedad cardíaca o un diagnóstico previo de cáncer— no te impida obtener una póliza, es posible que la póliza no cubra la atención relacionada con ese trastorno durante un tiempo después de que cobre vigencia.
Sin embargo, por lo general adquieres el derecho de recibir beneficios una vez que ya no puedes realizar una cantidad determinada de las llamadas actividades de la vida diaria —como bañarte, vestirte, alimentarte, usar el baño, acostarte y levantarte de la cama, sentarte y levantarte de una silla, controlar la incontinencia— o si tienes deterioro cognitivo. En ese momento se suelen suprimir las primas mientras recibes beneficios.
Sin embargo, si dejas de pagar las primas antes de que se presente la necesidad, por lo general pierdes la cobertura. Y si nunca usas la cobertura, la compañía de seguros retiene e invierte tu dinero para pagar las reclamaciones de otras personas y percibir ganancias.
“Si no lo usas, lo pierdes”, dice Graham.
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Una historia complicada
Las primeras pólizas que se vendían en la década de 1990 y principios de la del 2000 solían ofrecer beneficios generosos, como cobertura de por vida y beneficios que aumentaban a razón del 5% compuesto por año. Pero las compañías de seguro subestimaron la suma que pagarían en reclamaciones y sobrestimaron lo que percibirían de las inversiones. El resultado: se encontraron con problemas financieros y, con el permiso de los reguladores estatales, aumentaron considerablemente las primas de los clientes activos. Muchas compañías dejaron de vender seguros tradicionales de cuidados a largo plazo. Solo unas pocas venden las pólizas en la actualidad, por lo general con beneficios más modestos a precios más altos.
Tradicionalmente, del 70 al 80% de las personas que tienen pólizas tradicionales han visto aumentos en las primas, según Jesse Slome, director ejecutivo de la American Association for Long-Term Care Insurance (AALTCI, Asociación Estadounidense de Seguros de Cuidados a Largo Plazo). Las compañías que venden pólizas más nuevas las han modificado para evitar que se repita esa situación, agrega.
Las personas que ya tienen pólizas tradicionales deben saber que si aumenta la prima, tienen opciones. Una posibilidad es pagar el aumento y mantener los beneficios contratados, una opción que suele ser atractiva para quienes pueden pagar el aumento de precios y tienen pólizas antiguas generosas, señala Jodi Cirignano, directora ejecutiva y asesora patrimonial de Peapack Private Wealth Management, de Nueva Jersey.
Otra opción es aceptar recibir menos beneficios a la tarifa de tu prima anterior. Según los expertos, es muy probable que cancelar una póliza y buscar una nueva cobertura cuando ya eres mayor y tienes menos salud resulte más costoso. Mientras sigas pagando, las compañías de seguro no pueden cancelar tu plan legalmente.
Pólizas híbridas
La mayoría de las pólizas de cuidados a largo plazo que se venden en la actualidad combinan la cobertura para la atención a largo plazo con otro beneficio, por lo general un seguro de vida o, con menos frecuencia, una anualidad. Estas pólizas se denominan híbridas o de “beneficios vinculados”.
La mayoría de las pólizas híbridas con seguro de vida funcionan así: tú pagas una suma global o una cantidad fija dividida en varios pagos anuales. A cambio, recibes cobertura de cuidados a largo plazo con características similares a las de las pólizas tradicionales, junto con una cierta cantidad de seguro de vida que recibirán tus herederos si nunca usas los beneficios de cuidados a largo plazo. Si usas los beneficios de cuidados a largo plazo, el pago del seguro de vida se reduce o se elimina. La póliza también podría permitirte recuperar tu pago completo durante los primeros años si decides que ya no deseas la cobertura. Por lo general, las primas no son recurrentes, por lo que no pueden aumentar.
Las pólizas híbridas “responden a una constante preocupación de mucha gente… que es que podrían pagar el seguro durante años y nunca necesitarlo”, explica Christine Benz, directora de finanzas personales en Morningstar, una empresa de servicios financieros de Chicago. De una forma u otra, recibes un beneficio.
Sin embargo, esa garantía representa un costo para ti, ya que las pólizas híbridas son más caras que las pólizas tradicionales. Además, los pagos del seguro de vida tienden a ser modestos, dice Graham de Altfest, a menos que añadas los cuidados a largo plazo a una póliza de seguro de vida permanente más amplia y más costosa.
Cómo decidir
A diferencia de los seguros de salud, de la vivienda o de automóvil, “esta es una póliza que compras solo una vez”, dice Slome, de AALTCI. Por lo tanto, antes de tomar una decisión —incluida la compra o no de una póliza— considera lo siguiente:
- Tu situación financiera en general. Algunas personas consideran sus bienes y sus gastos y deciden que probablemente podrían cubrir el cuidado a largo plazo sin adquirir un seguro. Algunos pueden planear vender una segunda vivienda, mudarse a una vivienda más pequeña u obtener una hipoteca revertida para cubrir esos gastos, dicen los asesores. Otros pueden establecer un fondo de longevidad para cubrir no solo los cuidados a largo plazo, sino también todos los costos resultantes de vivir más tiempo que la media. Una de las ventajas de la autofinanciación es la total flexibilidad en cuanto a la forma de emplear el dinero destinado al cuidado.
- Tus principales objetivos financieros. ¿Cuán importante es para ti dejar dinero en herencia? “Algunas personas tienen la firme voluntad de dejar algo para su familia” y están muy motivadas para adquirir un seguro para proteger sus bienes en caso de necesitar cobertura catastrófica durante muchos años, según Cirignano, de Peapack. “Otros no tienen problema en que el último cheque que giren no tenga fondos”.
- La amplia gama de seguros disponibles. Habla con agentes autorizados para vender pólizas de varias compañías y con asesores financieros que puedan contextualizar tus opciones en tu plan financiero general. “Es muy conveniente contar con la ayuda de un tercero que no tenga intereses particulares en ninguna compañía de seguros a la hora de emprender el proceso”, dice Benz, de Morningstar.
- Tu edad y tu salud. Cuanto mayor seas al comprar un seguro de cuidados a largo plazo, más alto será el precio. Los problemas de salud también harán que sea más costoso o, en algunos casos, imposible obtener cobertura. Si ya tienes pérdida de la memoria o problemas con el cuidado personal diario, es poco probable que puedas adquirirla. Algunas compañías de seguro requieren un examen físico o una evaluación de expedientes médicos, y otras solo hacen entrevistas telefónicas sobre tu salud. En general, las pólizas tradicionales tienen requisitos de salud más estrictos que las híbridas. Si bien los expertos solían recomendar adquirir un seguro de cuidados a largo plazo apenas pasados los 60 años, ahora muchos recomiendan comenzar más pronto, a los 50 o incluso un poco antes.
- Las formas de pagar la póliza. Tal vez puedas cubrir las primas, libres de impuestos, con dinero de una cuenta de ahorros para gastos médicos (disponible solo para consumidores en ciertos planes de salud), dice Benz. También puedes averiguar las ventajas impositivas de cambiar una póliza de seguro de vida o una anualidad que tengas por una póliza de cuidados a largo plazo. Se trata de un proceso complicado, pero vale la pena para muchas personas que han cambiado sus objetivos en cuanto al seguro, agrega.
- Otras opciones. Las pólizas grupales que ofrecen los empleadores pueden ser más asequibles que las pólizas individuales, en particular si tienes problemas de salud. Las primas suelen ser más económicas si se compran pólizas individuales en pareja en vez de para una sola persona. Las parejas también podrían obtener “cuidado conjunto”: si uno de ellos agota los beneficios que le corresponden, podrá recibir los que le corresponden a su pareja. Además, en casi todos los estados puedes explorar opciones de una cantidad limitada de pólizas que tienen convenios con el programa estatal de Medicaid. Estas pólizas de convenio permitirán que tú y tus sobrevivientes conserven una mayor parte de tus bienes si alguna vez necesitas Medicaid. La cantidad protegida se basa en lo que la póliza ya pagó por tus cuidados.