Mujeres de 50 años o más se enfrentan a la vejez sin temores
Lo importante es que te definan por lo que eres, tu historia, tu experiencia, tu vigor y realidad.
In English | Hace poco, almorcé con un grupo de amigas cuyas edades abarcan de 50 años a unos 70 años.
A medida que conversábamos sobre lo que pasaba en nuestras vidas, pensé que nadie por ahí adivinaría las edades de estas mujeres. Todas se veían fabulosas, vestidas a la moda, elegantes y modernas en trajes que reflejaban su entusiasmo por la vida.
Parecía como si todas las conversaciones trataran de sus planes para el futuro: próximos viajes, restauraciones de hogares, aventuras dos años en el futuro.
El mes de marzo es el Mes Nacional de la Historia de la Mujer, cuando se festejan las contribuciones de las mujeres a la historia de nuestro país y la estructura de nuestra sociedad.
El tema de este año, "Weaving the Stories of Women's Lives (Urdir las historias de las vidas de las mujeres)", se centra en la importancia de escuchar las historias de las mujeres. Estas historias nos recuerdan que las mujeres son líderes, pioneras, catalizadoras del cambio y modelos a seguir para las generaciones futuras.
El Mes Nacional de la Historia de la Mujer es una oportunidad para destacar cómo inspiran las mujeres en el siglo XXI a las muchachas y mujeres jóvenes y les muestran las posibilidades a su alcance (en inglés) en el futuro.
Como directora ejecutiva de AARP, tengo la suerte de seguir en los pasos de nuestra fundadora, la Dra. Ethel Percy Andrus (en inglés), una mujer extraordinaria que fue la primera directora de una escuela secundaria en California, cuidadora de sus padres y una empresaria y pionera social que fundó AARP tras jubilarse y dejó un legado duradero, uno que mejora las vidas de las personas cuando envejecen.
También me siento afortunada de tener a mis amigas, cuyas historias de lucha y triunfo demuestran su optimismo y su claro sentido que la experiencia tiene valor. Cada una es dueña de su edad: no intentan ser jóvenes de nuevo, sino simplemente ser la mejor abogada, doctora, educadora, empresaria, cabildera, abuela, cuidadora o ama de casa posible.
Para ellas, 50 no es el nuevo 30, y 60 no es el nuevo 40. De hecho, 50 es el nuevo 50. Comunican este poderoso mensaje no solamente a través de sermones, sino también de su ejemplo; viven la vida plena y positivamente.
Pero estas valientes e increíbles mujeres también son realistas. Hablan francamente y se ayudan entre sí a enfrentarse a lo que esté por venir.
Reconocen que sus necesidades están cambiando, y aunque no siempre les agrada, les hacen frente. Están abiertas al cambio y se dan fuerzas mutuamente mientras reflexionan sobre cómo mudarse a un sitio más pequeño, la jubilación y un futuro impredecible.
Todas en el grupo comprenden la rigurosidad de cuidar de familiares (la mayoría de los cuidadores de familia en Estados Unidos son mujeres) y reconocen que podrían necesitar ayuda para cuidar a un ser querido. También se preguntan quiénes las cuidarán si llegara el momento que necesiten que las cuiden.
Les encanta la idea de tener el más moderno teléfono inteligente o tableta, aunque posiblemente necesiten ayuda para entender cómo usarlos —pero es una experiencia educativa que buscan, no evitan—.
Son conscientes que a medida que envejecen se volverán, con mayor frecuencia, blancos de estafas o el robo de identidad, y desean saber cómo protegerse. Se preocupan por los crecientes costos de la atención médica y cómo abordarlos.
Mis amigas y yo compartimos estas perspectivas y preocupaciones con la mayoría de la gente de nuestra edad. Por eso es que AARP mantiene un marcado enfoque en las políticas públicas relacionadas con el cuidado de otros, la seguridad económica en la jubilación y la protección contra el fraude. Es por eso que creamos programas que ayudan a las personas a enfrentar —y adoptar— el cambio, y las ayudamos a dominar las nuevas tecnologías.
Mis amigas y millones de otras mujeres de 50 años o más —así como AARP— están cambiando la conversación sobre lo que significa envejecer sin temor. Todos nosotros —los hombres tanto como las mujeres— deseamos que nos definan por quienes somos, no por nuestra edad.