Vida Sana
Mi padre sirvió en el Ejército. Tuvo tres períodos en servicio en Vietnam; luego sirvió en España y Alemania. Así que se iba por mucho tiempo, y lo culpaba por eso. En el 2002, me casé con un infante de la Marina y me mudé a Camp Lejeune en Carolina del Norte. Mi esposo fue enviado inmediatamente a Irak. De nuevo, tuve una sensación de aislamiento.
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En el 2004, un amigo cercano de la familia sufrió una lesión cerebral traumática mientras prestaba servicio en Irak, y yo quería hacer algo para ayudar a las familias que luchan con lesiones y pérdidas, y para garantizar que las familias militares supieran que tenían a alguien en quien confiar. Me gusta correr, así que decidimos organizar una carrera para que la comunidad mostrara su apoyo para las familias militares. Ese primer año, el 2006, participaron 2,000 personas, aunque estuviera lloviendo. Después del evento, sabíamos que debíamos hacer más, así que fundamos una organización sin fines de lucro, Hope for the Warriors, que proporciona programas de bienestar financiero, mental y físico, así como oportunidades educativas, recreativas y de transición.
Fundada en Carolina del Norte, la organización sin fines de lucro ahora tiene 57 empleados y ha servido a más de 36,000 miembros del servicio. Cuanto más conocía a otras familias desplegadas, más veía cómo luchaban. La tasa de divorcio es muy alta. Lamentablemente, mi propio matrimonio no fue inmune. Mi esposo y yo nos divorciamos en el 2013. No fue fácil, pero tenía a mi familia, mi trabajo y mi comunidad. Pasar tiempo ayudando a otros me ayudó a sanar. Mis propias experiencias también me dieron una perspectiva completamente diferente sobre mi padre y su servicio. Quedó muy claro que tenía que repensar algunas de las cosas que había creído mientras crecía. Pude dejar de lado la ira y volver a conectarme con él.
En la actualidad, mi padre es mi mayor defensor, y he descubierto que tenemos mucho en común. Le gusta la aventura, incluso después de los 80 años. Y sé que está orgulloso del trabajo que estoy haciendo.
Robin Kelleher, de 56 años, de Annandale, Virginia, fue becaria del Premio Propósito de AARP en el 2021.
—Según relatado a Andrea Atkins
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