Vida Sana
Es fácil caer en la tentación de pensar que, debido a que pasamos cierta edad, ya no podemos hacer determinadas cosas por primera vez. En cambio, a mí me gusta fijarme en quienes no permiten que la edad les impida lograr sus sueños o reorganizar su vida. Yo misma, que me gano la vida escribiendo, aprendí a mecanografiar a los 36 años. Tuve a mi primera hija casi a los 38, corrí mi primera media maratón a los 48 y empecé una práctica diaria de yoga a los 51. Claro, no soy la única con esta mentalidad. Me he encontrado con mujeres que se atrevieron a comenzar una nueva aventura en la madurez. Aquí sus historias.
Laura Carbonell compró su primer auto a los 52 años y volvió a conducir
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Tras su divorcio, Laura tuvo que reinventarse a sus 50 años. Toda su vida había utilizado el transporte público; su esposo o amigos la llevaban a cualquier lugar. Le aterraba conducir y evitaba hacerlo. Pero cuando un nuevo empleo en una escuela privada requirió que se mudara de San Francisco a San Mateo, California, se dio cuenta de que por fin debía enfrentar su temor a manejar. En transporte público tardaba una hora en llegar a la escuela; en auto, 10 minutos.
“El segundo día de escuela tuve que ir a recoger unas cajas y no sabía cómo hacerlo”, recuerda Laura. “Me sentí tan inválida que llamé a un taxi y, sin pensarlo, me fui directamente a un concesionario de automóviles a comprarme uno”. No se acordaba ni de cómo poner gasolina, y así se lo dijo al vendedor. Él la acompañó a una gasolinera para enseñarle a hacer algo que para tantas personas es un hábito. De ahí, después de años de no haberse sentado al volante, Laura condujo sola a casa.
“Estaba tan tensa mientras conducía que me dolió el cuello durante una semana”, cuenta. “Al día siguiente, usé el GPS para llegar a la escuela. Fui muerta de miedo, pero ¡lo hice!”, cuenta.
Cada día maneja un poco más lejos y ahora se atreve a conducir incluso en la noche. “Es una satisfacción poder moverme sola sin depender de nadie”, dice. “Nunca es tarde. Siempre me acuerdo de la madre de una amiga, quien empezó a conducir a los 75 años, después de morir su esposo”.
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