Javier Solís: Mucho más que sombras
En solo 34 años, dejó un recuerdo imborrable.
por: Ernesto Lechner
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Una estrella fugaz
Murió hace 50 años, un 19 de abril de 1966, en la Ciudad de México. Tenía 34 años. Pero en esa breve existencia, Javier Solís fue prolífico: grabó discos y filmó películas desenfrenadamente, marcando para siempre la cultura popular latinoamericana. Junto a Jorge Negrete y Pedro Infante, es uno de los tres grandes cantantes de la edad de oro de la música mexicana. Sufrió para encontrar su identidad como cantante, pero hoy, todas sus grabaciones llevan un sello propio, inconfundible.
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Familia adoptiva
Gabriel Siria Levario nació el 1º. de septiembre de 1931 en la Ciudad de México, bajo circunstancias poco favorables. No había cumplido ni siquiera un año cuando su madre, por los violentos ataques de su marido alcohólico y además ocupada trabajando, lo depositó en la casa de su cuñada, Ángela, supuestamente por poco tiempo. Pero pasaron los años y Ángela y su esposo, Valentín, que no habían podido concebir, trataron al pequeño Gabriel como si fuera su verdadero hijo.
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Inicios difíciles
La primera tragedia llega a los 10 años: muere Ángela, su adorada madre adoptiva, dejando a Gabriel inmerso en una melancolía que lo acompañaría siempre. De adolescente, ahoga sus penas caminando bajo la lluvia. La situación económica de su familia lo obliga a vivir en la calle, trabajando como panadero, carnicero y mecánico de autos. A los 13 años, es arrestado en Puebla por no portar documentos. Intenta competir en el mundo del boxeo, pero su verdadera pasión es el canto.
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Primero, los tangos
Luego de un violento altercado con la nueva mujer de su padre adoptivo, Gabriel abandona su casa —y su familia— para siempre. Mientras de día trabaja como carnicero, debuta en el Teatro Salón Obrero, del Distrito Federal, interpretando "Dos gardenias". Se presenta en emisoras radiales y bailes populares, desarrollando un repertorio de tangos como "Compréndeme", "Injusticia" y "El penado 14". Pero la creciente moda del bolero ranchero —encabezada por Pedro Infante— lo obliga a cantar acompañado de un mariachi en restaurantes y la Plaza Garibaldi.
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Enamoradizo
Reflejando la misma incertidumbre de sus primeros años en el ámbito artístico, la vida sentimental del cantante estuvo repleta de traiciones y abandonos. A los 19, se casó con su primer amor, Enriqueta Valdés, con la que tuvo dos hijas. Pero al mismo tiempo mantuvo una relación con otra mujer. La mala costumbre de casarse varias veces —sin divorciarse previamente— y dar nombres falsos en las actas de matrimonios le trajo muchos dolores de cabeza.
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Nace Javier Solís
Dicen que fue Felipe Valdés Leal, director artístico del Discos Columbia de México, el que le sugirió el nombre de Javier Solís. En 1955, graba un sencillo con los temas "Por qué negar" de Agustín Lara y "Qué te importa" de Rafael Hernández. El disco se vende bien en México, aunque Solís es considerado un simple imitador de Pedro Infante. Cuando Infante falleció, en 1957 a los 39 años, Solís surgió como su sucesor, con la libertad de desarrollar un estilo propio.
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Su estilo propio
Cuando Discos Columbia amenaza con desprenderse de Javier por su falta de éxito en la radio, Valdés Leal le pide una última oportunidad y llama al talentoso arreglista y compositor Rafael Carrión. En una sesión maratónica, graban el tema "Llorarás, llorarás" una y otra vez, corrigiendo a Solís hasta que deja de imitar las inflexiones de Pedro Infante y encuentra un nuevo estilo. Cuando lo consiguen, Carrión le aconseja al cantante que de ahí en adelante, sólo se imite a sí mismo. El tema es un gran éxito comercial.
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Vals, banda y éxitos
Son los últimos años de la edad dorada en el cine y la música de México, y Javier se convierte en uno de sus protagonistas. Graba muchos de los éxitos de Pedro Infante, a fin de superar sus interpretaciones. El vals "Julia" lo encuentra en un momento insuperable, fusionando emociones delicadas con un torbellino de pasión. Pertenece al disco Javier Solís con banda, grabado en Nueva York en 1959, con la participación de músicos mexicanos y estadounidenses.
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Romántico
En 1960 y durante una gira que realiza por Estados Unidos, Solís busca grabar un disco que lo ubique de lleno en el género de la música romántica. Colabora con el trombonista y orquestador Chuck Anderson en uno de sus mejores LPs: Javier Solís en Nueva York, donde la voz de Javier brilla acompañada por una orquesta sinfónica. Los arreglos crean un clima de ensueño en temas como "Solamente una vez", "Bésame mucho" y "Perfidia".
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Comienza en el cine
La música fue un elemento indispensable para el cine mexicano. Cuando Solís conoció el éxito como cantante, la representante de actores Blanca Estela Limón se contactó con él, ideándolo como reemplazante del desaparecido Pedro Infante. Lamentablemente, la filmografía de Solís carece el sello de calidad que define a sus discos. En mayo de 1961, se estrena su primera película, Tres balas perdidas, dirigida por Roberto Rodríguez, que había realizado varias de las películas clásicas de Infante.
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Desafina como actor
Los colaboradores de Solís en el cine alabaron la facilidad con que aprendía los diálogos, pero sus dotes actorales eran limitadas. El plato fuerte de sus papeles eran las escenas musicales. En 1962, durante la proyección de Los forajidos, el cantante comprobó con pesar que el público se reía a carcajadas durante una escena dramática. Pese a que sus giras musicales eran exitosas, una presentación en un teatro vacío en Puebla lo dejó meditando sobre el efímero camino de la fama.
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No se da por vencido
En 1964, Solís decide invertir tiempo y energía para mejorar su carrera cinematográfica. Ese año filma 10 películas, incluyendo Campeón del barrio, bajo la dirección de Rafael Baledón. El cantante acertó al interpretar un papel que le permitiera inspirarse en sus propias vivencias. Campeón cuenta la historia de un boxeador que se enfrenta a la pelea más importante de su vida. Javier interpreta temas como "Entrega total" y "Cada quien su vida", compartiendo reparto con la cantante tropical Sonia López.
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Canción emblemática
Después de grabar discos dedicados al repertorio de Agustín Lara —incluyendo el excelente Fantasía española de 1962— Solís tiene una idea brillante: volver a los tangos de su juventud, adaptando "Sombras nada más", composición de 1943, al formato de bolero ranchero. Esta vez el arreglista es Gustavo A. Santiago, que crea un marco musical deliciosamente sombrío para la voz de Javier. Grabada al atardecer el 8 de febrero de 1965, se convierte en la canción más emblemática de su repertorio.
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“Payaso” y “Cenizas”
Fascinado desde siempre por los payasos, Solís invita al compositor Fernando Z. Maldonado (creador de "Volver, volver") al circo, para después encargarle una canción sobre la contradicción de los payasos tristes cuyo trabajo es hacer reír. "Payaso" fue el tema que le dio su nombre a uno de los últimos LPs de Solís, editado en 1965. Incluye otros éxitos como "Cuatro cirios", y una desgarradora interpretación de "Cenizas". Payaso iba a generar su propia película, que Javier no llegó a realizar.
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Se convierte en leyenda
Solís siempre había tenido problemas con la vesícula. Fue operado el 13 de abril de 1966 y parecía recuperarse. Pero en la madrugada del 19 de abril, sufrió un infarto y murió en el acto. Fue enterrado en la Ciudad de México, rodeado de sus admiradores. Durante los años siguientes, su discográfica lanzó varias grabaciones inéditas, además de generar nuevos acompañamientos para las pistas de su voz. Décadas más tarde, el volumen y mérito artístico de su obra musical sigue siendo prodigioso.
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Julie Edwards/Newscom17 of 17
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