Gustavo Dudamel: La comunidad debe sentir que el arte le pertenece
El conductor habla de acercar la música clásica a la gente y su colaboración con Rubén Blades.
Foto: Hiroyuki Ito/Getty Images
El director de orquesta venezolano Gustavo Dudamel vibra con su trabajo y la música clásica.
A los 33 años, el violinista y director de orquesta venezolano Gustavo Dudamel goza de una posición privilegiada. Como director musical de la Los Angeles Philharmonic, Dudamel ha conquistado al público con su apasionado estilo para dirigir los clásicos, y también su actitud pluralista y renovadora en cuanto a la programación de los conciertos que se llevan a cabo anualmente en el Disney Hall y el Hollywood Bowl.
Este verano, Dudamel continuará expandiendo el ciclo titulado Americas & Americans con un recital junto al maestro salsero Rubén Blades. Es uno de los muchos ambiciosos proyectos que el joven director ha desarrollado desde que se hizo cargo de la orquesta hace cinco años. Un claro ejemplo es el programa educativo “Sistema”, cuyo fin es acercar a los jóvenes de todos los estratos sociales a la música orquestal en Venezuela. Dudamel estudió con prestigiosos directores como Charles Dutoit y Simon Rattle, para después lanzarse a dirigir algunas de las orquestas más prestigiosas del mundo.
AARP conversó con Dudamel tras el telón del Hollywood Bowl, horas antes de una fiesta para presentar la nueva temporada de conciertos veraniegos, en los que la música latina ocupa un lugar de honor.
Uno de los platos fuertes de esta temporada de la Los Angeles Philharmonic es su presentación junto al legendario Rubén Blades. Cuéntanos un poco sobre este evento.
Con Rubén tengo una relación maravillosa desde que realizamos en Caracas un concierto de su proyecto Maestra vida. A Rubén lo admiro desde que era pequeño porque mi padre, que era un salsero impresionante, escuchaba su música. Además de ser un gran artista, es una persona muy profunda y de conversación plena. Siendo joven, aprendo muchísimo de él. Se me ocurrió que teníamos que hacer algo sinfónico juntos. Sus obras son atemporales porque la poesía de Rubén se puede colocar en la música de cualquier época. Maestra vida es una obra más larga y compleja de construir. Por eso decidimos llevar a cabo una gala de Rubén Blades con la filarmónica.
El peligro de estos eventos sinfónicos es caer en lo melodramático o lo facilista, con arreglos que simplemente adornan las canciones originales del artista. ¿Cómo lidiaste con ese problema?
Tratamos de hacer buenos arreglos para la orquesta considerando el sonido específico —cómo se tocaba la salsa en esa época— y el swing. Es lo que me fascina, que los arreglos se ajusten al sonido original, que no se sobrecarguen pero que no sean opacados. Tampoco puedes sentar a una orquesta como la filarmónica y ponerlos a tocar algo simple. Ellos también tienen que involucrarse con el sabor. Tiene que estar la salsa primero, y la sinfónica se adapta.
Diriges un ciclo dedicado a las sinfonías de Mahler, pero también te gusta la salsa de Rubén Blades. ¿Cómo transitas mundos tan distintos?
Es algo que ocurrió naturalmente por mi misma vida. En mi casa se escuchaba Héctor Lavoe, La Dimensión Latina, Rubén y toda la música de la Fania. Y gracias a mi abuela, artistas como Camilo Sesto, Raphael y Los Ángeles Negros. Además yo estaba escuchando Beethoven, Prokofiev y Mahler. Toda la cultura que recibí en mi hogar se refleja en la programación de la filarmónica. Trato de que no sea todo estrictamente clásico, especialmente en el Hollywood Bowl. Es una forma de atraer a cierto público que quizás conoce a Rubén, pero no a la filarmónica. Y también a la gente que sigue a la orquesta pero no tiene nada que ver con la música del Caribe.
Pasó algo fascinante cuando [en el 2012] hicimos un concierto sinfónico con Juan Luis Guerra. Había gente que nunca antes había escuchado el merengue de Juan Luis y se me acercaban para decirme, ‘Este es un concierto único y maravilloso’. Por eso el Festival de las Américas ha sido tan exitoso. Al final mostramos que las fronteras están hechas por nosotros mismos. Al mismo tiempo que la Fania estaba sonando, Carlos Chávez estaba conduciendo una sinfonía. La música es una sola. Es como una gran familia, en la que cada persona tiene su carácter y sus matices. Para mí es muy importante este festival, en el que la gente tiene más acceso a todas las culturas que convergen en Los Ángeles.
Es evidente que te encanta armar un montón de cosas distintas. ¿Nunca te preocupas pensando que una sola vida no te alcanzará para hacer todo lo que sueñas?
Me siento un ser privilegiado. Tengo la oportunidad de hacer lo que amo con una institución que me apoya. Y aquí estamos, tratando de que la comunidad sienta que el arte les pertenece, que no es algo apartado a lo que solo tiene acceso un grupo de personas. El arte ha sido creado para la cotidianidad del hombre, para darle un poco más de sensibilidad. En nuestra época no tenemos tanto de eso. Vivimos en un mundo de tal pragmatismo que a veces no te das cuenta de todo lo que ya pasó, y de lo bello que fue.
Cuando estás sentado escuchando una canción de Rubén Blades o un movimiento de una sinfonía de Mahler, pareciera que transcurre una vida entera. Y tenemos que vivir esos “instantes siglos”. Me hace feliz poder sentir eso. Tengo la oportunidad de hacerlo y por lo tanto tengo que realizarlo con toda la pasión y entrega posibles.
También le puede interesar: