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Eduardo Verástegui: Quiero hacer películas que sanen heridas

El actor mexicano habla de su fe y los valores que nos unen.


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Eduardo Verástegui cree en un cine que ayude a construir la sociedad.
Nina Duncan

A los 28 años,  Eduardo Verástegui tenía el mundo en sus manos. Después de una meteórica carrera como actor de telenovelas, modelo y cantante en América Latina, había migrado de su México natal a Estados Unidos. Su rostro figuraba en las portadas de decenas de revistas internacionales y se preparaba a interpretar el papel estelar de la película Chasing Papi (2003). A punto de alcanzar todas las metas que supuestamente le traerían felicidad, Verástegui dice haber tenido una revelación, al darse cuenta que la fama y el dinero solo le habían dejado un profundo vacío. En ese momento, decidió que no participaría en ningún proyecto que fuera en contra de sus valores cristianos, lo que ha limitado sus opciones de trabajo y llevado a rechazar ofertas lucrativas. 

“Estoy en un proceso donde mi meta es convertirme en la mejor versión de mi persona y esa es una lucha que no termina hasta que te mueres, ¿no?; es un trabajo de todos los días”, dice Verástegui. “Como cineasta mi meta es hacer películas que sanen las heridas de este mundo herido y que terminen las divisiones de este mundo dividido”. 

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Con ese propósito, fundó junto a un amigo Metanoia Films, productora con la que en el 2006 realizó su primera película, Bella. Otro de sus proyectos fue doblar la voz de Jesús en la versión en español de Hijo de Dios, basada en la exitosa miniserie La Biblia. Este año, estrena Little Boy, en la que Verástegui funge como coproductor y aparece en un pequeño cameo como el padre Crispin, con un look que dista de los dotes que lleva a la revista People en español a nombrarlo uno de los 50 hombres más bellos del mundo.

En entrevista con AARP, Verástegui nos habló de su fe, su interés por rodar películas con un mensaje positivo y los valores que nos unen, independiente de nuestro país de origen.

 

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¿Se podría decir que Little Boy es una película de las llamadas “faith-based”,  de las que promueven el cristianismo?

Solo en el sentido de que habla de esa fe que mueve montañas; que habla de que con el amor se mueven los corazones; que haciendo el bien te va bien. Es entonces obviamente una película que promueve valores universales y no particulares. Independientemente de cuáles fueran tus creencias, es muy difícil no estar de acuerdo en el amor que le tiene Little Boy a su papá; y que está dispuesto a hacerlo todo por salvar la vida de su papá. Es un mensaje universal y para toda la familia.

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¿Se podría decir que es entonces una película católica en el sentido original de la palabra, que es universal, incluyente?

Sí, porque tenemos que uno de los personajes principales, el japonés Hashimoto, no comparte las creencias del padre Oliver, que es obviamente católico, y sin embargo, son muy buenos amigos. De hecho, Hashimoto no cree en Dios y eso no impide que se ayuden entre ellos, se tengan cariño, se respeten. Y esto es justamente de lo que habla Little Boy.  Hay más de lo que nos une que de lo que nos divide.

¿Eso es lo que te propusiste al decidir filmar Little Boy?

Como cineasta mi meta es hacer películas que sanen las heridas de este mundo herido y que terminen las divisiones de este mundo dividido. Películas que cuando la gente las vea se vaya del cine no solamente entretenido, sino también llenos de esperanza, llenos de amor, queriendo perdonar más, movidos, tocados. Este es un cuento para adultos desde la perspectiva de un niño de 8 años, y es un cuento diseñado para despertar la niñez que todos llevamos dentro: esa inocencia que nos da la capacidad de amar en grande, de soñar en grande, de perdonar en grande. En el mundo de los niños no hay guerras. Algo nos sucede cuando crecemos entre la corrupción y la violencia y nos convertimos en nuestro peor enemigo. Yo creo que la respuesta es que el amor gobierne nuestras vidas y volver a ser niños, a tener un corazón de niño.

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Hablando del perdón, ¿el medio artístico en el que te mueves requiere de mucha capacidad para perdonar?

Es un medio difícil, complicado, complejo, de mucha competencia. Hay reglas, pero al mismo tiempo se rompen las reglas y cada quien va a su propio ritmo. Es un medio, no es un fin, que bien utilizado puede hacer muchísimo bien a nuestra sociedad. Esa es mi propuesta, es a lo que yo le apuesto y claro, a veces vas contra corriente.

De pronto te juegan chueco por ahí y hay una mala crítica, pero no una crítica constructiva sino una crítica que quiere destruir tu película porque simplemente a la oscuridad no le gusta la luz y nosotros queremos ser una luz en la oscuridad. Little Boy es una historia llena de luz. Es un niño bueno, y es un niño que perdona. Es un niño que acepta sus errores, se da cuenta de sus dificultades. Termina cambiando el corazón del pueblo entero. No tienes una idea de cómo a la cantidad de críticos de pronto les molestan películas como Little Boy. Ahí es cuando tienes que sacar esa capacidad de perdonar, de poner en práctica lo que Little Boy está haciendo, pero en la vida real.

Por cierto que la relación entre Little Boy y Hashimoto representa esa riqueza que los abuelos pueden darle a los niños. ¿Tu relación fue así con tus abuelos?

Yo tuve la fortuna de tener a mis cuatro abuelos viviendo cerca y conviviendo con ellos. Tengo recuerdos muy bonitos. Las navidades en casas de mis abuelos con todos los nietos, primos —¡vengo de una familia muy grande!— eran inolvidables. Pero de hecho, fue la relación con mi tía abuela Rosario la que más me marcó en mi vida. Ella fue la primera persona que me habló de Dios. Esa mujer cambió mi vida. Yo aprendí de ella a conocer lo que significa ser una persona dulce, amorosa, una persona servicial. Sí, te diría sin duda que fue el primer héroe de mi vida, mi tía Chayito.

¿Y relacionas ese tipo de cercanía con tu país? Es decir, ¿extrañas México?

Bueno, imagínate, México, mi país. Ahí nací, ahí crecí, pero no, no lo extraño porque sigo yendo a México muy seguido y lo llevo dentro de mí. Pero, en Estados Unidos también tengo una cultura latina muy fuerte. Tengo mucha familia cerca. Y yo por eso he buscado en Estados Unidos los valores que nos unen. Somos vecinos y cómo ves en Little Boy la familia es muy unida. Esa unión la vivimos como mexicanos y se puede recuperar aquí. La película fue filmada completamente en México, pero esta película es una especie de regalo a este país porque creo que captura el corazón y los valores que nos unen. Por otra parte, aunque el elenco y todo lo que veas frente a las cámaras son americanos o ingleses, detrás de cámaras los trabajadores éramos 99 por ciento mexicanos. Así que la idea es que Little Boy represente los esfuerzos de colaboración que se pueden dar entre los países y que resultan en un producto hecho con el corazón.  

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