Vida Sana
Su familia es dueña de Islas Canarias, uno de los restaurantes más emblemáticos de Miami, y famoso por servir platillos tradicionales de la cocina cubana. Seguir con la tradición familiar hubiera sido una apuesta segura pero con el ímpetu de la juventud y —más importante aún con un talento innato por la cocina— la chef Eileen Andrade prefirió brillar con luz propia y abrir su restaurante, Finka Table & Tap.
Ubicado en un barrio familiar, Finka es un gastropub, donde además de licores y cervezas artesanales se sirven novedosos platos en que se fusionan la comida cubana, peruana y asiática. Con este tema comenzamos nuestra entrevista:
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¿Por qué una fusión tan ecléctica?
Porque son tres cocinas que me encantan y no veía a nadie fusionándolas. Pensé que era un buen concepto y un buen momento.
¿Cómo surgió la idea?
Fue poco a poco. Primero recibí la influencia de mi familia y la cocina cubana en [el restaurante] Islas Canarias. Allí conocí al chef Omar Caycho, quien es peruano, y me introdujo a la cocina de su país. Al poco tiempo una amiga se fue a estudiar a Corea del Sur, me invitó a verla, y lo que era un viaje de turismo se convirtió en mi gran escuela. Me quedé varios meses aprendiendo [sobre la] cocina coreana.
¿Siempre quisiste seguir la tradición familiar?
¡No! Desde pequeña vi todo el tiempo que consume un restaurante, así es que me prometí que por nada del mundo iba a trabajar en un restaurante. Por eso estudié diseño de moda. Trabajé como estilista en unas revistas, pero me di cuenta que es un mundo de mucha fantasía. Así es que regresé con mi mamá al restaurante.
Comencé haciendo bocaditos, croquetas y empanadas. Después fui asistente de gerente, después gerente… Y, ¡me encantó el negocio!
¿Te ayudaron esos estudios de diseño en tu carrera como chef?
Definitivamente, eso me ayuda cuando armo los platos y creo el concepto para presentarlos de manera más vistosa.
Antes de Finka, tuviste un camioncito de comida (food truck) con tu hermano. ¿Qué aprendiste de esa experiencia?
Aprendí que si uno trabaja duro obtiene resultados. Comenzamos en una esquina, promocionándonos en Twitter y Facebook y al poco tiempo ya estábamos haciendo catering en fiestas y bodas. Ese fue mi doctorado en el mundo de la cocina.
Otra gran lección fue: ¡seguir cocinando! Una vez, íbamos rumbo a una boda para 300 personas y llevábamos en el camión la comida ya hecha, pero al doblar rápidamente en una esquina toda la carne se cayó al piso. Tuve que correr al restaurante de mi mamá a cocinar en menos de una hora toda esa comida. Afortunadamente todo salió bien, pero eso me ayudó a ver que lo importante es no frustrarse cuando hay problemas, sino ¡seguir cocinando!
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