Vida Sana

Cuando te diriges a un bosque, el organismo comienza a cambiar en cuestión de minutos: disminuyen la presión arterial y la frecuencia cardíaca, y lo más probable es que tu estado de ánimo comience a mejorar. Varios estudios confirman que las incursiones frecuentes en la naturaleza también pueden reducir los niveles de la hormona del estrés, combatir la depresión, facilitar un mejor sueño, fomentar la creatividad y hacer a las personas más amables y menos agresivas, entre otros maravillosos beneficios.
Los japoneses se toman estos beneficios en serio —lo llaman shinrin-yoku, o baños forestales— y utilizan la inmersión contemplativa en la naturaleza como una forma de terapia. El método también se ha extendido en Estados Unidos, donde puedes contratar a uno de los cada vez más numerosos guías de baños forestales para conducirte en venerables excursiones por un bosque. También puedes darte un baño en la naturaleza tú mismo si sales a dar un paseo reparador por el parque, si trabajas en el jardín o si te sientas a escuchar los pájaros durante 15 minutos debajo de un árbol en el patio trasero.

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El instinto nos dice que con frecuencia estas actividades nos levantan el estado de ánimo y nos calman, pero la relación entre el tiempo que pasamos en entornos naturales y una mejor salud mental también está respaldada por una gran cantidad de investigaciones. Por ejemplo: en una encuesta británica, las personas que habían pasado 120 minutos en la naturaleza durante la semana anterior fueron mucho más propensas a reportar buena salud y bienestar que quienes que no estuvieron expuestas a la naturaleza, “incluidos los adultos mayores y las personas que tienen problemas de salud persistentes”, según el estudio del 2019, que se publicó en Scientific Reports (en inglés). Además, un análisis de más de 140 estudios de todo el mundo que se llevó a cabo en University of East Anglia de Gran Bretaña reveló que “el contacto con los espacios verdes reduce significativamente los niveles de cortisol salival, un indicador fisiológico del estrés”, sin olvidar que también parece reducir el riesgo de diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y muerte prematura, según el informe del 2018 que se publicó en la revista Environmental Research (en inglés).
En Gran Bretaña, los médicos del Servicio Nacional de Salud habitualmente les recetan a sus pacientes que pasen tiempo en la naturaleza. Entre ellos, Sue Stuart-Smith, psiquiatra británica y autora del libro del 2020 The Well-Gardened Mind: The Restorative Power of Nature. Ella les dice a sus pacientes que “hagan todo el ejercicio que puedan, pero en un espacio verde siempre que sea posible”. “Es inmediato: a los pocos minutos de estar en un espacio verde, disminuirá la presión arterial”.
En otras palabras, no es necesario acampar en medio del bosque durante una semana para beneficiarse de la madre naturaleza. “Si la gente puede salir durante la hora de almorzar, notará un gran cambio”, advierte Stuart-Smith.
Es más importante que nunca en el mundo moderno, cuando muchos pasamos varias horas del día bajo techo y frente a pantallas, indica Emma Seppala, autora de The Happiness Track, del 2016, y experta en Psicología de la Salud. “Nos estamos privando de este recurso gratuito que hace surgir lo mejor de nosotros”.
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