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5 razones por las que tu médico necesita saber que tuviste COVID-19

Los efectos persistentes de la enfermedad pueden requerir exámenes adicionales o medicamentos.


spinner image Una doctora toma notas de un paciente
RICH LEGG/GETTY IMAGES

| Si te han diagnosticado COVID-19, es importante que alertes a tu médico de atención primaria. Podría parecer un hecho, pero con el aumento de los lugares públicos de prueba y la capacidad de las personas con casos leves de recuperarse en casa, es comprensible que algunos pacientes se olviden de informarle al médico. Otros pueden no compartir la información si están preocupados por problemas de salud no relacionados o sufren pérdidas de memoria. Y “algunas personas piensan que es un factor que las estigmatiza y se preocupan de que la gente las evite” debido a su diagnóstico, reconoce Ronan Factora, médico del Centro de Medicina Geriátrica de Cleveland Clinic.

Pero tu médico debe saber si has tenido COVID-19 porque podría afectar los riesgos de salud en el futuro, afirman los expertos. Incluso después de que algunas personas se recuperan de la enfermedad causada por el nuevo coronavirus, “quedan con problemas de salud continuos, síntomas duraderos o disfunción de los órganos”, explica el internista David Aronoff, director de la División de Enfermedades Infecciosas del Centro Médico de Vanderbilt University en Nashville, Tennessee. Un estudio en el que participaron 143 pacientes en Italia, por ejemplo, reveló que el 87% de las personas informaron de al menos un síntoma persistente de la enfermedad; el 55% tenían tres o más síntomas persistentes (como fatiga, dificultad para respirar, dolor en las articulaciones y dolor en el pecho) después de recuperarse de la COVID-19.

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Y “para las personas que creen que pasaron por la enfermedad ilesas”, advierte Aronoff, “no sabemos si afecta su riesgo de problemas de salud más adelante”. Todavía hay mucho que los médicos están aprendiendo sobre el nuevo coronavirus, pero varias posibles repercusiones a largo plazo ya están en el radar.

Daño cardíaco

Debido a que la COVID-19 grave se caracteriza por una inflamación intensa, una respuesta inmune hiperactiva y marcadores de lesión cardíaca, los médicos están preocupados por los posibles problemas cardíacos a largo plazo.

“La COVID-19 puede causar inflamación del corazón e insuficiencia cardíaca; las personas pueden salir del hospital con nuevos problemas cardíacos como resultado de la COVID-19”, advierte Aronoff. Si estás predispuesto a la fibrilación atrial, un temblor o un latido irregular, “puede empeorar a causa de la infección de la COVID-19”, agrega.

Es cierto que algunos de estos riesgos no son exclusivos de la COVID-19: En las investigaciones se ha descubierto, por ejemplo, que la gripe puede provocar complicaciones como miocarditis (inflamación del músculo cardíaco), ataque cardíaco y exacerbación de la insuficiencia cardíaca, mientras que el SARS (síndrome respiratorio agudo grave) se ha relacionado con la presión arterial baja, las anomalías del ritmo cardíaco y el ataque cardíaco.

Sin embargo, lo que es diferente de la COVID-19 es que las personas con la enfermedad “tienen una propensión a desarrollar coágulos de sangre, que pueden ocurrir en las arterias y conducir a ataques cardíacos o derrames cerebrales”, dice Benjamin Singer, un especialista en medicina pulmonar y de cuidados críticos del Northwestern Memorial Hospital de Chicago. No está claro por cuánto tiempo se mantiene ese aumento de riesgo, dice Singer, pero si tu médico sabe que has tenido COVID-19, puede examinarte mejor para estos trastornos cardiovasculares y posiblemente recetarte medicamentos para proteger el corazón.

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Problemas pulmonares

Una de las mayores preocupaciones después de una infección respiratoria grave como la COVID-19 es si podría conducir a futuros problemas pulmonares. Aronoff señala a los pacientes de COVID-19 que han tenido problemas con coágulos de sangre en los pulmones: “No está del todo claro cuánto tiempo permanece ese riesgo”, reconoce. Dado que un estudio en la edición de febrero del 2020 de Bone Research encontró que el 35% de las personas que tuvieron SARS 15 años antes tienen una capacidad pulmonar reducida, los expertos están preocupados de que la COVID-19 pueda infligir un daño similar a largo plazo.

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Después de la grave enfermedad de COVID-19, las personas pueden tener intolerancia al ejercicio, lo que incluye problemas respiratorios y agotamiento posterior, señala el neurólogo Mitchell Elkind, profesor de Neurología y Epidemiología de Columbia University en Nueva York y presidente de la American Heart Association (AHA). Asegúrate de informarle a tu médico sobre cualquier dificultad respiratoria que tengas después de la COVID-19.

Problemas neurocognitivos

Cada vez se reconoce más que la COVID-19 puede afectar la salud y la funcionalidad del cerebro. La infección en sí misma está a menudo acompañada de problemas neurológicos, como la pérdida del gusto y el olfato, y también puede afectar la función cognitiva. Además, “entre el 1 y el 2% de los pacientes hospitalizados con COVID-19 tienen derrames cerebrales, principalmente durante la infección, y algunas lesiones cerebrales pueden persistir”, señala Elkind. “Estos pueden manifestarse como debilidad o entumecimiento persistente, pérdida de la visión, problemas de equilibrio, deterioro cognitivo o demencia”.

En especial para las personas que estaban en cuidados intensivos con la COVID-19, puede haber un mayor riesgo de disfunción cognitiva, potencialmente causada por inflamación, exposición a medicamentos que pueden interferir con la función cerebral, y estar en la cama durante semanas, explica Singer. “El cerebro podría atrofiarse hasta cierto punto, como los músculos”, agrega.

Incluso si no te hospitalizaron por la infección, “si estás en riesgo de demencia o ya tuviste algunos problemas con la demencia, esos signos pueden empeorar después de la COVID-19”, advierte Aronoff. Por eso es importante que los pacientes y sus familiares mantengan al médico al tanto de cualquier cambio cognitivo que se experimente después de la COVID-19.

Cambios en el estado de ánimo

En particular si requeriste apoyo vital en la unidad de cuidados intensivos, puedes tener un mayor riesgo de depresión, ansiedad o TEPT (trastorno de estrés postraumático).

“Es una situación que pone en peligro la vida: no estás en un campo de batalla, pero estás luchando por tu vida”, explica Singer sobre la supervivencia tras la COVID-19. También estás experimentando el equivalente al confinamiento solitario para reducir el riesgo de exponer a otros al virus. Incluso con poderosos medicamentos para el dolor y sedantes, puedes ser lo suficientemente consciente del entorno y de los posibles riesgos para tu vida como para terminar con reexperimentaciones de hechos similares al TEPT y recuerdos aterradores después de la recuperación, dice Singer.

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Si el médico conoce la gravedad de tu infección por COVID-19, de la experiencia de hospitalización y de cualquier síntoma psicológico persistente, puede guiarte hacia la ayuda apropiada. “El TEPT es una enfermedad muy grave, pero también se puede controlar con terapia psicológica y a veces con medicamentos”, afirma Singer.

Función renal alterada

Los pacientes con COVID-19 pueden experimentar problemas de riñón durante el curso de la enfermedad. “Y aunque la función renal puede volver a la normalidad después de la recuperación, el regreso a la normalidad puede llevar mucho tiempo y los riñones pueden seguir siendo vulnerables a las lesiones incluso mucho después”, afirma Aronoff. Estos cambios podrían resultar en una disminución de la producción de orina, pero es más probable que se detecten con simples análisis de sangre que miden la creatinina y el nitrógeno ureico en sangre.

Si tu médico es consciente de los problemas renales que pueden estar relacionados con la COVID-19, puede verificar los niveles más a menudo. Además, “los problemas renales pueden afectar tu capacidad para metabolizar algunos medicamentos y pueden provocar más efectos secundarios, por lo que es posible que necesites dosis más bajas”, advierte Factora. También es posible que debas evitar ciertos medicamentos hasta que la función de tus riñones vuelva al 100%.

De ahora en adelante

Si tienes síntomas residuales que podrían atribuírsele a la COVID-19, díselo a tu médico de atención primaria. Estos incluyen: dificultad para respirar, tos crónica, palpitaciones o una sensación de aleteo en el pecho, debilidad o entumecimiento, hinchazón en las piernas, problemas urinarios, cambios en la visión y dificultad para concentrarte.

“Saber que un paciente tuvo COVID-19 puede ayudarnos a evaluar si los nuevos síntomas son el resultado de una infección pasada de la enfermedad”, explica Aronoff.

A medida que los médicos aprenden más sobre las posibles consecuencias a largo plazo de la COVID-19, las recomendaciones para las medidas de detección y su frecuencia pueden cambiar. Mientras tanto, si tuviste COVID-19, tú y los médicos deben estar atentos a los cambios sutiles que podrían afectar tu salud y tu capacidad de funcionar, tanto física como cognitiva.

“La gente está muy preocupada por los efectos agudos y a largo plazo”, reconoce Elkind. “Es importante compartir esas preocupaciones con tu médico”.

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