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El hombre que convierte las bicicletas antiguas en sonrisas

El voluntario Manuel Vera usó sus habilidades de reparación de bicicletas para retribuirle a su comunidad.


'Bike Man' repara y regala casi 600 bicicletas gratis

Manuel Vera, de 74 años, gerente de programas jubilado, que vive en Silver Spring, Maryland, convirtió su amor por las bicicletas y la reparación de ellas en una misión cuando vio una necesidad en su comunidad. Cuenta su historia a AARP. 

Al principio, solo quería hacer algo constructivo para mis vecinos, así que empecé a ofrecer ajustes gratuitos a bicicletas; ajustes, reparaciones, relubricación. No soy un mecánico profesional, pero siempre había disfrutado trabajar en bicicletas.  Me enseñé a mí mismo a los veinte años y, como jubilado, tenía tiempo. 

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Nunca sería un mecánico en una tienda de bicicletas porque trabajo muy lento. Es el proceso lo que disfruto. Es un momento de tranquilidad para mí. 

Una noche, empecé a pensar en las bicicletas que mis vecinos no me estaban pidiendo que arregle,­­ las que sus hijos habían dejado al crecer o que se quedaron en el garaje. Así que empecé a recoger bicicletas usadas y arreglarlas. Así fue como comenzó el programa de bicicletas gratis. 

Mi primera distribución fue afuera de una iglesia local. Me paré allí cuando la misa acabó con cinco o seis bicicletas restauradas y un letrero que decía “Bicicletas gratis”. Se fueron bastante rápido. Después, me iba a un parque concurrido cerca de edificios de apartamentos de ingresos moderados. Cada dos o tres semanas, me presentaba con algunas bicicletas para regalar. No traté de determinar quién podía o no costear una bicicleta. Nunca conoces la situación de otra persona. Si alguien quería una de las bicicletas, se la podía quedar.  

Luego, en el 2021, el Gobierno de Afganistán cayó, y donde vivo en Maryland comenzó a recibir una afluencia de refugiados afganos, personas orgullosas que habían construido una vida en su tierra natal, pero estaban empezando de cero. Podía identificarme con salir del país y empezar de nuevo, porque había emigrado de Perú cuando era niño. Incluso cuando se trata de un cambio emocionante, sigue siendo aterrador. Así que me conecté con organizaciones que ayudan a reubicar a los refugiados y les ofrecí bicicletas. 

Hasta hoy, he regalado más de 550 bicicletas. Y las estoy proporcionando a los refugiados no solo de Afganistán, sino también de África, América Central, Ucrania e Irán. Me trae mucha satisfacción. He tenido momentos en los que alguien me ha dicho: “Me das esperanza”. Un joven, un refugiado de Siria, dijo: “Esta es la luz en la oscuridad”. 

He aprendido que no toma mucho ayudar a otra persona. Solo busca algo que necesiten: cortar el césped, hacerle el mercado. Esos pequeños momentos de bondad pueden cambiar el día o la vida de alguien.

—Según lo relatado a Leslie Quander Wooldridge

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