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Los expertos en etiqueta se preguntan si todavía damos las gracias

El arte de expresar gratitud no se ha perdido, pero parece estar cambiando.


spinner image Persona sostiene una nota que dice thank you
Mohd Hafiez Mohd Razali / EyeEm / Getty Image

A veces, parece que decir “gracias” ha pasado de moda. Las personas parecen estar apuradas en el supermercado, los amigos dan por sentado los favores, y la práctica de enviar una nota de agradecimiento escrita a mano parece disminuir.

¿Por qué algunas de estas cortesías elementales parecen desaparecer? En el mundo de hoy, las palabras de gratitud —si es que se expresan— tienden a enviarse a través de mensajes de texto o redes sociales. Se asimilan y luego desaparecen en el ciberespacio.

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“Es fácil enviar una nota de agradecimiento superficial y pensar que eso es suficiente, por lo que el mínimo denominador común se ha convertido en la norma”, dice el columnista de etiqueta sindicado a nivel nacional Thomas P. Farley, también conocido como Mister Manners. “Y, lamentablemente, con mucha frecuencia, la ‘norma’ ni siquiera es el ‘gracias’ superficial”.

La pandemia es parte de la razón, explica Farley. Al principio, a medida que los lineamientos científicos seguían cambiando, las personas “tenían miedo de tocar el correo que recibían, así que para cualquiera que buscara evitar enviar una nota de agradecimiento escrita a mano, había muchas excusas”.

La menor cantidad de eventos, festejos, cenas y casas de vacaciones compartidas también se tradujo en menos razones para enviar notas de agradecimiento. Mientras tanto, a medida que las personas comenzaron a pasar más tiempo frente a la computadora para trabajar, estudiar y divertirse, la tecnología se convirtió en la manera más fácil de expresar ese agradecimiento.

Pequeñas muestras de gratitud

A Jeff Schoonmaker no le importa tanto el cómo le agradecen su regalo, sino el hecho mismo del agradecimiento.

Schoonmaker, contador corporativo de 51 años, de Eugene, Oregón, ha enviado regalos de graduación, cumpleaños y bodas varias veces sin recibir ni las gracias.

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spinner image Jeff Schoonmaker
Jeff Schoonmaker
Cortesía de Jeff Schoonmaker

Elaine Swann, de 53 años, fundadora de The Swann School of Protocol en Carlsbad, California, está familiarizada con este escenario.

“Ay, bueno’, decimos algunos “y lo olvidamos”, dice. “Pero, para muchos, es una sensación bastante decepcionante. Incluso si sabemos que existe la gratitud subyacente, la cuestión es que no se ha dado prioridad a la necesidad de cortesía hacia el prójimo”.

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Schoonmaker dice que sus propias expresiones de agradecimiento no solo representan una señal de respeto hacia alguien que ha hecho algo por él, sino que honran la memoria de un amigo cercano, un inmigrante iraní llamado Kambiz. Ahora fallecido, Kambiz una vez pasó una semana llenando todo un libro con cosas por las que estaba agradecido, como agua caliente y comida para el desayuno, recuerda Schoonmaker. Así que cuando Schoonmaker le agradece a alguien —incluso durante una transacción comercial rápida— parte de él se siente agradecido hasta de poder hacer esa transacción.

En cuanto al silencio después del regalo, Schoonmaker no espera una tarjeta escrita a mano —lo que él llama un arte en vías de extinción—, pero aprecia cualquier tipo de muestra de gratitud.

“No creo que debamos juzgar un agradecimiento en función del esfuerzo de expresarlo”, dice. “Creo que es más importante que sea un agradecimiento genuino”.

Bueno para el cerebro

El expresar gratitud no solo se debe hacer por cortesía. Recibir un agradecimiento provoca respuestas positivas en el cerebro, lo que contribuye al flujo de neurotransmisores relacionados con sentimientos de placer, explica Susan Krauss Whitbourne, profesora emérita de Ciencias Psicológicas y Cerebrales en University of Massachusetts, Amherst, y autora de The Search for Fulfillment.

Esa respuesta cerebral positiva puede provenir de todo tipo de agradecimientos, incluidos los automáticos que se envían al final de un correo electrónico (“¡Gracias!”) y los más personales que agradecen un regalo o un favor, ya sea que se reciban en persona, a través de internet o por correo postal.

“Pero el agradecimiento más valorado es aquel que no esperabas para nada”, dice Krauss Whitbourne.

Aunque las personas mayores pueden quejarse de que los más jóvenes no tienen el mismo compromiso con las muestras de agradecimiento por cortesía, Krauss Whitbourne los insta a que eviten esos estereotipos generacionales. ¿Su razonamiento? A los miembros de la generación del milenio no les gusta que se los califique como “ingratos narcisistas”, así como las personas nacidas entre 1946 y 1964 no quieren oír el “OK, boomer”.

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“Creo que debemos ser más tolerantes de quienes se olvidan de agradecer y no ofendernos mucho”, dice. “Porque una vez que tenemos esa mentalidad, somos menos conscientes de las muy buenas personas que hacen todo lo posible para mostrar su agradecimiento”.

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Linda Lowen
Cortesía de Linda Lowen

La primera palabra de cortesía

Linda Lowen, de 60 años, de Syracuse, Nueva York, cree en el poder de la palabra escrita a mano, pero acepta que la cultura de hoy ha cambiado, e incluso ella ya no siempre envía tarjetas de agradecimiento. (“Se necesita un sobre, un sello y un buzón…”, dice).

Pero el acto de expresar gratitud es importante. “Realmente creo que un ‘gracias’ es como la droga de entrada a la cortesía”, dice la exproductora y anfitriona de programas de entrevistas de radio y televisión. “Es lo mínimo que podemos hacer. Reconoce que estamos en deuda con otras personas, que tenemos obligaciones entre nosotros como individuos y como comunidad, incluso si se trata de una transacción de dos segundos”.

Lowen no es exigente con la forma de este intercambio. Por ejemplo, un video o un mensaje de agradecimiento por correo electrónico es perfectamente aceptable.

“Solo porque es posible que alguien me lave la ropa a mano con amor en una tabla de lavar no significa que me ame más que si la hubiera metido en la lavadora y hubiera presionado un par de botones”, dice. “La tecnología ha hecho cambiar las cosas, y mi insistencia en una tarjeta impresa en realidad solo pone dinero en los bolsillos de Hallmark y American Greetings”.

A veces las personas solo necesitan un empujón ligero y sin juicios. Hace unos años, Farley estaba preparándose para el cumpleaños de su sobrino en marzo cuando se dio cuenta de que todavía no había recibido una nota de agradecimiento por el regalo de Navidad. El sobrino de Farley, de 12 años, se disculpó y dijo que había estado muy ocupado.

“Contesté: ‘¿sabes qué? Lo entiendo. Entiendo, y espero que tú entiendas que, lamentablemente, he estado muy ocupado y no tengo tiempo para comprar un regalo de cumpleaños para ti este año. El tiempo es tan limitado. Ojalá pudiera’”, recuerda Farley. “Bueno, mi nota de agradecimiento llegó tres días después”.

Robin L. Flanigan colabora con artículos sobre salud mental, educación y temas de interés humano para varias publicaciones nacionales. Fue reportera para diversos diarios, y sus trabajos también han aparecido en People, USA Today y Education Week. Es autora del libro infantil M is for Mindful.

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