Laura Flores: “No solo se trata de recibir y recibir, también hay que dar”

¿Qué otra faceta artística quisieras explorar?

Yo escribo, escribo mucho y tengo ganas de dar énfasis a esa parte de mi creatividad, pero tengo que prepararme. Por eso estoy estudiando por internet redacción y literatura. Quisiera escribir un día una novela o guiones de televisión o cine.

Ser madre no fue fácil para ti, y tres de tus cuatro hijos llegaron a tu vida después de los 40 años. ¿Qué sientes al haber logrado el sueño tan anhelado de tener hijos?

Muchas satisfacciones, plenitud, felicidad. Soy mucho más consciente de todo lo que está pasando, y que ahora más que nunca me tengo que esforzar por hacerlos sentir seguros, amados; me da mucha felicidad saber que mis hijos se sienten muy abrigados por mí.

¿Crees que sería distinto si los hubieses tenido más joven?

Yo siempre quise ser madre, siempre fui muy maternal, y creo que siempre hubiese recibido a mis hijos con el mismo entusiasmo. Haberlos tenido después de los 30 y los 40, creo que me ayudó a valorarlos más, pero también reconozco [que] a esta edad uno se cansa más. Cuando llego del trabajo a mí lo que me provoca es tomar un té viendo televisión, pero mis hijos quieren saltar en la alberca, y claro que los acompaño. Yo disfruto enormemente estar con ellos, conversar con ellos, reírnos juntos.

Aunque ya tenías dos hijos, adoptaste dos más. ¿Qué te motivó a hacerlo?

El respeto por la vida. Fue comprender que no podía vivir la vida recibiendo y disfrutando de todo sola y ya. Tenemos que ser recíprocos, porque en esta vida no solo se trata de recibir y recibir, también hay que dar.  

¿Y qué pasa con el amor?

¡Eso mismo digo yo! Pero creo que los hombres se espantan, no tanto por entrar en una relación con una mujer profesional, sino por el hecho de que tenga cuatro hijos. Aparte, estoy muy dedicada a mi carrera y a mis hijos. La mayoría de los hombres que llegan quieren tener un control absoluto en mi vida. Y aunque creo en el amor, siento que a estas alturas meter a alguien a mi casa sería contraproducente para mis hijos pequeños. Quizás cuando estén en la universidad. Si en 10 años me siento lúcida y perfecta, veré qué hago con mi vida sentimental. Pero en este momento, mis hijos son sagrados.