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¿Puedes beber alcohol después de la vacuna contra la COVID-19?

Cómo beber puede o no interferir con tu sistema inmunitario.


spinner image Un hombre con una cerveza en la mano y su celular en la otra
GETTY IMAGES

Si te preguntas si es seguro celebrar con un brindis tu segunda dosis de la vacuna —ese gran paso hacia la inmunidad contra la COVID-19— con un vaso grande de vino o cerveza, la respuesta rápida es: depende.

Los médicos han sabido desde hace mucho tiempo que el consumo excesivo de alcohol —más de cuatro bebidas en un día para los hombres o más de tres para las mujeres— puede perjudicar el sistema inmunitario. Los bebedores empedernidos no solo se recuperan más lentamente de las infecciones y la cicatrización de heridas que sus contrapartes abstemios, sino que también son más susceptibles a la neumonía y tienen un mayor riesgo de infecciones bacterianas y virales, así como una variedad de enfermedades, entre ellas el síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA), la septicemia, la enfermedad hepática alcohólica y ciertos tipos de cáncer.

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¿Pero qué pasa con los bebedores moderados? Esa es una historia sorprendentemente diferente, tanto en términos de cualquier interferencia con la vacuna contra la COVID como de problemas que van más allá.

Las investigaciones sugieren que hay un punto ideal cuando se trata de los efectos del alcohol sobre la salud. Beber de manera moderada —es decir, no más de dos bebidas al día para los hombres y una por día para las mujeres— podría beneficiar al sistema inmunitario al reducir la inflamación. (Como recordatorio: una bebida es una cerveza de 12 onzas, 5 onzas de vino o 1.5 onzas de licores de 80 grados como bourbon, vodka o ginebra).

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Sin embargo, si te aventuras más allá de la zona moderada, esos beneficios desaparecen. “Todo lo que haces tiene una relación riesgo-beneficio. Con el alcohol, los beneficios superan los riesgos cuando se habla de una cantidad muy baja de alcohol al día”, explica Amesh Adalja, médico de enfermedades infecciosas y académico sénior del Johns Hopkins Center for Health Security en la Facultad de Salud Pública Bloomberg de Baltimore. Excede la recomendación de una o dos bebidas por día, y esto cambia. “Las complicaciones del alcohol —en términos de enfermedad hepática y trauma— aumentan el riesgo y superan esos beneficios”.

La conexión COVID-19

Aunque los ensayos clínicos de las diversas vacunas contra la COVID-19 no analizaron específicamente el impacto del alcohol en la inmunidad, los investigadores piensan que se aplica el mismo principio. “Sabemos por otros estudios que el consumo crónico de alcohol puede llevar a respuestas débiles de la vacuna y a reducir la protección”, dice Ilhem Messaoudi, director del Center for Virus Research de University of California, Irvine. “Lo mismo es más probable que se aplique a la vacuna contra la COVID-19. Las personas que beben en exceso probablemente generen respuestas inmunitarias debilitadas y también corren un mayor riesgo de sufrir COVID-19 grave”.

“Cuando consumimos alcohol más allá de niveles moderados, vemos un aumento significativo en la susceptibilidad a la infección —especialmente a los patógenos respiratorios—, una menor capacidad de cicatrización de heridas y un mayor riesgo de cáncer”, agrega Messaoudi, quien ha estudiado los efectos del alcohol en la respuesta inmunitaria. El consumo crónico e intenso de alcohol, dice, te da toda la inflamación con pocos de sus beneficios, ya que “aumenta la producción de factores inflamatorios por parte de las células inmunitarias y al mismo tiempo reduce su capacidad para combatir las infecciones".

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Los investigadores creen que eso es especialmente cierto entre las personas mayores de 50 años, ya que el sistema inmunitario comienza a ralentizar su capacidad para combatir las infecciones y responder a la vacunación durante la mediana edad.

Menos es más

“El alcohol puede tener la capacidad de reducir la inmunidad cuando las personas beben en grandes cantidades, y mucho de eso tiene que ver con el consumo crónico de alcohol en comparación con el consumo agudo”, dice Adalja, haciendo eco de los hallazgos de una gran revisión de estudios publicados en Alcohol Research Current Reviews. “No es como si tuvieras un episodio de confusión y eso te quitara la inmunidad. Se trata más de que los bebedores crónicos no responden tan enérgicamente a las vacunas, o corren el riesgo de ciertas infecciones debido a los efectos que el alcohol en dosis altas ha tenido en su sistema inmunitario”. En general, dicen los expertos, no es uno o dos tragos de más ocasionalmente lo que afecta la inmunidad, sino un trago de más todas las noches, o varios tragos en exceso a la semana.

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En cuanto a beber la noche antes o después de recibir la vacuna “El consumo de alcohol de leve a moderado está bien antes y después de la vacuna”, dice Adalja, quien agrega que no han visto ningún impacto clínicamente significativo en la vacuna con el efecto inmediato de ese tipo de consumo de alcohol en la respuesta inmunitaria (a diferencia del efecto del consumo crónico de alcohol).

Pero si te estás sirviendo una copa cerca del momento de la inyección, ten en cuenta el asunto del alcohol y los efectos secundarios de la vacuna. Por ejemplo, si tienes resaca el día en que te vacunas, podría ser difícil separar las respuestas causadas por la vacuna de las causadas por la noche anterior. “Es importante distinguir lo que es causado por la vacuna y lo que no”, agrega Adalja. “No me preocupa tanto la respuesta a la vacuna como el hecho de confundir los efectos de la intoxicación por alcohol con los efectos secundarios relacionados con la vacuna”.

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