Vida Sana
A simple vista, el taichí no parece ser nada especial. No hay que levantar cosas pesadas ni hay que apresurarse por pendientes inclinadas a velocidades vertiginosas. Pero no te dejes engañar: esta disciplina —una combinación de meditación y movimientos lentos, suaves y coreografiados que llegó a nuestro territorio desde China en alrededor de los años 40— se ha enlazado científicamente a una lista de beneficios para la salud y el acondicionamiento físico que permiten vivir mejor y por más tiempo; y muchos de esos beneficios tienen una relevancia particular a medida que envejecemos.
Uno de los principales beneficios del taichí es la habilidad de mejorar el equilibrio y prevenir caídas. “Cuando practicas los movimientos, alternas el peso del cuerpo de un pie a otro para mantener el equilibrio”, dice Michael Irwin, un profesor de ciencias del comportamiento y director del Mindful Awareness Research Center en la University of California, Los Ángeles. “Al practicar (taichí), tomas más conciencia de la posición de tu cuerpo en el espacio; que es algo a lo que con el tiempo le prestamos menos atención”.
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Quienes practican taichí también aprenden a "hundirse en la tierra y sentir la conexión con sus pies”, lo que puede ayudarlos a caminar por superficies disparejas, explica el experto internacional en acondicionamiento físico con taichí Scott Cole. Según un estudio del 2015 publicado en la revista Arthritis & Rheumatism, el ejercicio también puede ayudar con la osteoartritis, la enfermedad de las articulaciones más común en la etapa media de la vida, al mejorar la movilidad, reducir la rigidez y ayudar a aliviar el dolor.
Pero el taichí, que se creyó ser una adaptación ancestral de los movimientos de artes marciales de acuerdo con los preceptos de la medicina china, hace más que simplemente aflojar las extremidades. “Cuando la gente practica taichí, hay una reducción de hormonas del estrés producidas por el sistema nervioso simpático, lo que puede ayudar a disminuir el ritmo cardíaco y la presión sanguínea”, dice Irwin. “Eso es similar al tipo de progreso que se logra inmediatamente después de participar en ejercicios más vigorosos”. Además, al realizar los movimientos con las rodillas ligeramente dobladas, estás ejercitando los grupos musculares más grandes del cuerpo —los glúteos y los cuádriceps— que con el paso del tiempo son los primeros en atrofiarse.
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