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Cómo mantenerte seguro durante las visitas a la sala de emergencias (y después)

Para las personas mayores, una visita a la sala de emergencias puede causar más problemas de salud y hospitalizaciones adicionales.


spinner image Gráfico de diferentes personas llegando o saliendo de un hospital
NICOLAS RAPP

Cuando entré a la habitación de tratamiento de la sala de emergencias, noté dos cosas: primero, había varios familiares que rodeaban de manera defensiva a una persona pequeña en la cama. Y segundo, parecían hostiles.

Entonces reconocí a la paciente, una señora mayor diminuta que había ingresado al hospital varias semanas antes por una fractura fuerte de la muñeca que sufrió al caerse en su porche cubierto de hielo.

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Consejos para una visita a la sala de emergencias:

  • Entiende que tal vez tengas que luchar para que internen a tu ser querido en el hospital.

  • Presta atención a los cambios físicos y emocionales. Fragilidad, deterioro de la memoria, agotamiento y falta de apetito son comunes entre los pacientes que hace poco acudieron a la sala de emergencias.

  • Exige que proporcionen más atención. Programa una cita de seguimiento para poco después de que al paciente lo den de alta de la sala de emergencias.

  • Encuentra a los especialistas adecuados. Algunos hospitales ahora ofrecen unidades de “cuidados críticos para adultos mayores” que tienen disponibles especialistas.

Había pensado en ella con cariño como “Ma”, como le decía su familia. Su vivacidad y actitud amable me recordaban a mi propia madre, quien, hasta que se cayó cuando tenía noventa y tantos años, también había tenido una mente aguda, había sido activa y había vivido plena e independientemente en su propio hogar.

Ma sonrió, me reconoció y se acordó de mi nombre. Su saludo hizo que la familia pareciera menos hostil, pero las dudas de ellos sobre su bienestar pronto fueron obvias:

“Ma estaba bien antes de la caída y la hospitalización, pero ahora está otra vez aquí”.

Lo que no dijeron pero quedó claro fue: “¿Alguien hizo algo mal?”.

La muñeca estaba sanando, pero su historia clínica decía “fiebre, debilidad”, y ese era su aspecto. Le diagnostiqué rápido una infección importante de las vías urinarias y deshidratación. Tendríamos que hospitalizarla otra vez.

Y, desafortunadamente, yo necesitaba tener una conversación seria con su familia sobre el síndrome poshospitalario y la verdadera posibilidad de que Ma quizás no volvería a ser igual.

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El síndrome poshospitalario

Después de 36 años de ejercer medicina de urgencias, me había familiarizado demasiado con este escenario: un paciente de mayor edad que es autosuficiente acude a la sala de emergencias, a menudo con un problema o lesión leve. Pero lo que al principio parece un pequeño revés es el inicio de un rápido deterioro funcional y una pérdida de la autosuficiencia que ocasiona que ese paciente regrese una y otra vez al hospital. Con frecuencia, esas hospitalizaciones desencadenan un torrente de problemas de salud que impactan gravemente el bienestar a largo plazo del paciente y hasta pueden causarle la muerte.

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Envejecer bien requiere que optimicemos todos los sistemas y aparatos del cuerpo para preservar una situación que cada vez es más frágil. La capacidad del cuerpo para compensar incluso un leve problema de salud con frecuencia se vuelve más limitada con la edad. Piensa en una pirámide de naranjas en el supermercado: es estable, pero si quitas solo una de ellas, toda la estructura se derrumba. Así también puede ser con la salud de un adulto mayor. Sucede algo como una caída o una enfermedad y, de golpe, una persona que antes era sana se vuelve frágil.

Uno de cada cinco pacientes mayores que visitan la sala de emergencias volverá al hospital en un plazo de 30 días.

Aproximadamente 1 de cada 5 consultas en salas de emergencias de personas mayores de 65 años ocasiona un reingreso, incluso cuando la consulta inicial fue debido a algo leve, como la muñeca fracturada de Ma. Uno de cada 3 de esos pacientes regresará a la sala de emergencias en menos de 30 días; 1 de cada 10 morirá en un plazo de 90 días a partir de su primera consulta. En un estudio, el 34% de los pacientes de Medicare que fueron hospitalizados tuvieron un deterioro funcional que ocasionó su reingreso.

Este es un fenómeno conocido como síndrome poshospitalario. Los investigadores lo atribuyen al estrés de la hospitalización misma en vez de a la naturaleza de la enfermedad original o su tratamiento. De hecho, solo entre el 17 y el 30% de los reingresos al hospital son para el mismo trastorno que el ingreso inicial. En cambio, los pacientes terminan regresando al hospital por muchos motivos, desde infecciones oportunistas y lesiones que no tienen nada que ver hasta enfermedades completamente inesperadas.

Cada reingreso subsiguiente al hospital aumenta la probabilidad de pérdida funcional permanente y hace que el paciente sea más propenso a tener que ser trasladado a un centro de cuidados a largo plazo cuando se le da de alta.

Trauma relacionado con las salas de emergencia

La documentación del alta hospitalaria de un adulto mayor nunca declara la realidad de “una probabilidad a corto plazo del 15 al 35% de deterioro funcional, reingreso al hospital o no volver a estar en las mismas condiciones de salud que antes de la hospitalización”. Pero si necesitas acudir a la sala de emergencias o llevar ahí a un ser querido, es importante entender que incluso una hospitalización breve puede tener consecuencias a largo plazo. Eso no significa que no debes ir a la sala de emergencias. Significa que debes ir preparado.

1. Encuentra el hospital adecuado

A veces no puedes escoger a qué hospital vas, pero otras sí. Las salas de emergencias con menores tasas de regreso tienden a tener un mayor volumen de pacientes, trabajadores sociales asignados y mayores tasas de hospitalización (es decir, más de las personas que acuden a la sala de emergencias son ingresadas en vez de recibir tratamiento y ser dadas de alta). Para encontrar la mejor opción, tu médico debería casi siempre ser la primera fuente de información. Los médicos y sus familias también se enferman. ¿Adónde irían ellos?

Varias organizaciones recopilan estadísticas y crean calificaciones sobre diversos indicadores de calidad de hospitales, entre ellas (enlaces en inglés):

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2. Encuentra especialistas que sepan cómo tratar a los pacientes mayores

Muchos hospitales cuentan con unidades de hospitalización especializadas en “cuidados críticos para adultos mayores”. Existe un número creciente de departamentos de medicina geriátrica de emergencia acreditados en todo el país; para encontrar uno cercano, visita acep.org/geda. Institute for Healthcare Improvement reconoce a 450 “sistemas de salud favorables para los adultos mayores” en su sitio web.

3. No solo pienses aquí termina todo

Si a tu ser querido lo dan de alta de la sala de emergencias el mismo día, podría parecer una victoria, pero a menudo no lo es, en particular si esa no es la primera visita. En vez de declarar cerrado el caso, programa una consulta médica de seguimiento para poco después de acudir a la sala de emergencias. Si hay algo que no está bien, presiona para que lo hospitalicen o para comenzar de inmediato con un plan de atención ambulatoria agresivo.

Este es un paso importante para proteger a tu ser querido contra complicaciones adicionales. En un estudio se descubrió que la mitad de los pacientes de Medicare que debieron reingresar al hospital en menos de 30 días no habían consultado a un médico durante el período intermedio. Pero puede que tengas que presionar: Medicare busca e impone multas a hospitales por reingresos en menos de 30 días, lo que significa que los proveedores de salud a menudo se resisten a reingresar a los pacientes. Hazle preguntas a conciencia al médico antes de permitir que tu ser querido regrese al hogar.

4. Anticipa un impacto a largo plazo

Alguien que se cayó una vez es propenso a volverse a caer. Dispositivos tan sencillos como un bastón o un andador, junto con entrenamiento basado en el hogar para el equilibrio, la movilidad y la fuerza muscular, pueden reducir las caídas en el futuro y el deterioro asociado a ellas. Y debe evaluarse el hogar para ver si existen riesgos, desde escaleras difíciles y alfombrillas resbalosas hasta porches delanteros cubiertos de hielo.

Pero no hagas solo eso; estar pendiente puede marcar una gran diferencia para detectar señales de una fragilidad que aumenta poco a poco. Mantente alerta a una disminución en la movilidad o una mayor necesidad de ayuda con las actividades de la vida diaria: levantarse de la cama, usar el baño, bañarse, vestirse, arreglarse y comer. Si no estás ahí, pídeles a los proveedores de cuidados o a amigos que también estén pendientes. Y consulta a compañías de seguros para ver qué servicios o dispositivos cubrirán.

5. Presta atención a los cambios físicos y emocionales

Además de fragilidad, otros hallazgos asociados a reingresos al hospital son depresión, deterioro de la memoria, agotamiento, mareos, menos apetito, incontinencia, problemas para pensar o de comunicación o aumento en la cantidad de medicamentos recetados o de venta libre. Cualquiera de estas señales puede indicar una enfermedad aguda y reversible, como una neumonía o una infección urinaria. Reconocerlas y luego tratarlas temprano puede ayudar a evitar otra ida al hospital.

Lo último que supe de Ma es que se encontraba bien de nuevo y vivía de manera independiente, gracias a una familia alerta y activa que trabajó con sus médicos para evitar el síndrome poshospitalario. Un paciente y un sistema de apoyo interesados, informados y proactivos son las mejores defensas contra la posibilidad real de un deterioro funcional en adultos mayores después de una lesión o enfermedad.

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