El futuro de la vivienda

Un informe reciente realizado por AARP Foundation y el Harvard Joint Center of Housing Studies (en inglés) descubrió que casi 20 millones de adultos mayores residen en viviendas demasiado costosas e inseguras. Veinte millones de hogares gastan más del 30% de sus ingresos en su vivienda, y casi 10 millones de hogares gastan más del 50%. Además, solo el 1% de todas las viviendas disponibles en Estados Unidos tienen las características de diseño universal recomendadas, tales como una entrada sin escalones, encimeras de alturas diferentes, puertas anchas, grifos estilo palanca y una ducha sin bordes con un duchador o regadera de mano y ajustable. Debido a que 10,000 personas por día cumplirán 65 años durante los próximos 15 años, la situación solamente empeorará a menos que hagamos algo para modificarla. Por eso es que el mes pasado, AARP y AARP Foundation (en inglés) se unieron a Atlantic LIVE (en inglés) y al U.S. Department of Housing and Urban Development (Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de EE.UU.) para convocar una cumbre de dos días sobre el futuro de la vivienda. Reunimos a especialistas de una amplia variedad de industrias para abordar los desafíos de crear hogares y vecindarios que satisfagan las necesidades de personas de todas las edades.

Casi 9 de cada 10 personas de 65 años o más desean permanecer en sus hogares y comunidades a medida que envejecen. Sin embargo, con demasiada frecuencia, sus comunidades y hogares ya no se ajustan a sus necesidades. En vez de ser lugares donde se sienten seguros y cómodos, sucede exactamente lo contrario. Sus hogares y comunidades se convierten en barreras que les impiden mantener su independencia y participar en la sociedad. Hacen falta viviendas con características básicas que apoyen a los adultos mayores. No existen suficientes opciones que les permitan mudarse a un lugar más pequeño y quedarse en sus vecindarios. Y hacen falta viviendas económicas, además del acceso a servicios que ayuden a la comunidad a servir a personas de todas las edades, ingresos y niveles de capacidad.

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A menudo, esto obliga a las personas a realizar cambios que no desean hacer. Escuchamos esto constantemente: “Estoy envejeciendo, y me cuesta más trabajo subir y bajar las escaleras. Me parece que tendré que mudarme. Lo detesto, porque me encanta mi vecindario. Todos mis amigos están aquí. ¿Pero qué otra opción tengo?”.

Deseamos que las personas entiendan que tienen opciones. En vez de culpar nuestra edad, tal vez lo que necesitamos es cambiar el entorno. Adaptar nuestros hogares para que funcionen para nosotros. Tomar medidas para lograr que nuestras comunidades se adapten mejor a la edad; que no se adapten solo a los adultos mayores, sino a personas de todas las edades.