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5 datos que debes conocer sobre el SII

El dolor abdominal, la hinchazón y un cambio en los hábitos intestinales justifican una llamada al médico.


spinner image Una mujer con dolor estomacal
ISTOCK / GETTY IMAGES

Las personas que tienen el síndrome del intestino irritable, o SII, tienen un intestino que se comporta de forma irregular, incluso cuando no hay ningún problema aparente.

Si bien el conducto intestinal de una persona con síndrome del intestino irritable parece saludable en una colonoscopia, y las pruebas que podrían detectar un cáncer o un trastorno autoinmunitario arrojan resultados normales, los millones de adultos del país que sufren este trastorno digestivo sienten todo lo contrario.

¿Te interesa conocer los síntomas del SII y cómo tratarlo? Aquí hay cinco datos que debes conocer sobre esta enfermedad crónica común.

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1. Los síntomas pueden variar según la persona 

El síndrome del intestino irritable se manifiesta de forma diferente en cada persona: algunas tienen diarrea, otras tienen estreñimiento y otras alternan entre ambos síntomas. La distensión abdominal frecuente después de las comidas puede ser una señal del síndrome del intestino irritable, al igual que los constantes retortijones y dolores de estómago.

En resumidas cuentas: si tienes dolor abdominal, hinchazón y un cambio en los hábitos intestinales, debes acudir al médico, según el Dr. Eric Shah, gastroenterólogo e investigador de la Facultad de Medicina Geisel de Dartmouth en Hanover, Nuevo Hampshire.

La aparición repentina de síntomas más graves, como sangre en las heces, vómitos, pérdida de peso o fiebre, podría indicar una enfermedad más grave que requiere atención médica inmediata.

2. No se trata solo del intestino 

Durante años, el síndrome del intestino irritable se consideró un trastorno funcional, es decir, si bien el organismo ve alteradas sus funciones normales, los instrumentos médicos no detectan ninguna anomalía estructural. Esta descripción dificultó el tratamiento —¿cómo tratar algo que no se puede detectar?— y resultó frustrante para algunos pacientes, según Kendra Kamp, profesora adjunta de Enfermería en University of Washington.

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“Algunos de ellos se sintieron ignorados por la comunidad médica”, explicó Kamp, autora de varios artículos sobre el SII y otros trastornos intestinales. “Es como si llevaras el sello del síndrome del intestino irritable y eso significa que no sabemos qué hacer contigo”.

Sin embargo, la ciencia está cada vez más cerca de comprender las causas del dolor y malestar abdominal, sin que haya indicadores tradicionales de enfermedad, y resulta que el cerebro puede tener algo que ver. Los investigadores han comenzado a examinar el modo en que el sistema nervioso central (la médula espinal y el cerebro) se comunica con el sistema nervioso entérico, que controla el aparato digestivo. Sus conclusiones indican que cuando el intestino está irritado, el cerebro se entera.

“Pensamos que todos los pacientes [que tienen el SII] presentan cierto nivel de trastorno funcional en esta red intestino-cerebro”, señaló el Dr. Greg Sayuk, un profesor de la Facultad de Medicina de Washington University que estudia este síndrome.

Hace unos años, el SII pasó a considerarse un trastorno de la interacción cerebro-intestino, o DBGI, lo que demuestra una comprensión más profunda de este problema. Por ejemplo, ahora los investigadores estudian sistemáticamente el modo en que el cerebro y los órganos digestivos interactúan con todos los hongos, bacterias y virus que viven en el organismo, lo que se conoce como microbioma.

“Ahora volvemos a aprender que están integrados; que no se trata del cerebro o del intestino, sino de ambos, y que se comunican”, indicó Kamp.

La conexión entre el cerebro y el intestino es una de las razones por las que algunos pacientes que tienen el SII recurren a técnicas de medicina conductual para ayudar a controlar los síntomas, pero nos ocuparemos de esto más adelante.

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3. El SII es más frecuente en las mujeres que en los hombres

El síndrome del intestino irritable puede afectar a personas de cualquier edad, pero los síntomas suelen aparecer por primera vez antes de los 50 años, explicó Shah. Y en el caso de las mujeres, que tienen hasta dos veces más probabilidades que los hombres de padecer este síndrome, los índices empiezan a aumentar cuando llegan a la pubertad, por lo que cabe preguntarse si el síndrome del intestino irritable guarda algún vínculo con las hormonas sexuales, dijo Kamp.

Según datos de un estudio reciente, el dolor que acompaña el SII es más intenso en las mujeres posmenopáusicas que en los hombres o en las mujeres premenopáusicas. La Dra. Lin Chang, gastroenteróloga de University of California, Los Ángeles, y coautora del estudio, ahora lleva a cabo una investigación financiada con fondos federales para comparar las interacciones entre el cerebro, el intestino y el microbioma en las mujeres premenopáusicas y las posmenopáusicas. Según Chang, la hipótesis de los investigadores es que la disminución de los niveles de estrógeno (como sucede en la menopausia y durante varios puntos del ciclo menstrual) produce una mayor desregulación de las interacciones entre el cerebro y el intestino, lo que afecta el microbioma. A su vez, esto podría provocar distensión, dolor, cambios en las heces o en la frecuencia de las deposiciones, en definitiva, un aumento de los síntomas del síndrome del intestino irritable en quienes ya lo padecen.

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4. Las infecciones y el estrés pueden activar el SII

Se desconoce la causa específica del síndrome del intestino irritable, pero hay muchos factores que parecen intervenir en su manifestación.

Algunos casos se producen tras una intoxicación alimentaria o un virus estomacal. “Sin embargo, muchas personas se intoxican con alimentos y no todas tienen el síndrome del intestino irritable”, advierte Chang. El riesgo de padecer este tipo de SII, conocido como síndrome del intestino irritable posinfeccioso, se da en personas jóvenes, en mujeres, en quienes tienen una infección más grave, en personas que padecen estrés en ese momento y en quienes tienen antecedentes de ansiedad o depresión, según Chang.

El SII también puede comenzar de otras maneras. Los investigadores están cada vez más convencidos de que en muchos casos las condiciones del trastorno se establecen a una edad temprana, pero el síndrome puede permanecer latente hasta que un acontecimiento o un problema —como un virus estomacal, el estrés, la ansiedad o incluso la falta de sueño— vuelve a desencadenar los síntomas del paciente.

5. Los medicamentos y los cambios del estilo de vida pueden ayudar  

El SII no tiene cura, pero se puede controlar con ciertos medicamentos y cambios en el estilo de vida.

Existen medicamentos para tratar el síndrome del intestino irritable, pero no son eficaces para todo el mundo, según el Dr. Darren Brenner, gastroenterólogo e investigador de la Facultad de Medicina Feinberg de Northwestern University. Cuando el síntoma principal es la diarrea, un tratamiento de dos semanas con el antibiótico rifaximina puede tener buen resultado. Cuando el síntoma principal es el estreñimiento, se pueden recetar tratamientos farmacológicos más prolongados.

Otros tratamientos —muchos de los cuales actúan sobre la mente para intentar aplacar su reacción a las señales del organismo— son la meditación, la terapia cognitiva conductual, la acupuntura e incluso las pastillas de aceite de menta. El médico también puede recomendar un cambio en la dieta, como un plan de alimentación sin ciertos carbohidratos conocidos por desencadenar los síntomas del síndrome del intestino irritable. En algunos casos, evitar los alimentos y las bebidas que provocan gases también puede ayudar a aliviar los síntomas, al igual que no consumir gluten.

Dado que los datos científicos sobre el SII siguen siendo imprecisos, también lo son los tratamientos. Shah recomienda probar un tratamiento nuevo por vez, ya sea una terapia, una dieta, un medicamento u otra opción. “Luego hay que esperar de dos a tres meses para ver si ese único tratamiento surte efecto”, señala. Tanto si resulta como si no, si todavía buscas una mejora, agrega o prueba otra alternativa.

Por último, presta atención a las nuevas investigaciones sobre el tema, ya que los científicos descubren cada vez más información sobre esta enfermedad. “Vamos a ver grandes novedades”, dijo. “Estamos deseando que lleguen los próximos cinco o diez años para descubrir lo que podemos lograr”.

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