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Las nuevas investigaciones sobre el Alzheimer ahora se concentran en los latinos

Los científicos intensifican los esfuerzos para comprender y tratar el mayor riesgo de demencia que tienen los hispanos.


spinner image Daniella González, una empleada de El Faro Health & Therapeutics Center, ayuda a la paciente Aida González
Daniella Gonzalez (izq), empleada de El Faro Health and Therapeutics, una clínica que investiga la enfermedad de Alzheimer en el sur de Texas, le brinda ayuda a una paciente.
CHRISTOPHER LEE

¿Lo sabías?

Se estima que unos 6 millones de personas en Estados Unidos sufren de demencia causada por la enfermedad de Alzheimer, el tipo más común de demencia. Otros tipos incluyen la demencia frontotemporal, la demencia con cuerpos de Lewy y la demencia vascular. También es posible tener más de un tipo de demencia, lo que puede dificultar un diagnóstico preciso.

Fuente: National Institute on Aging 

Los latinos y el Alzheimer: una crisis en aumento 

Desde las últimas investigaciones hasta la obtención de un diagnóstico, cómo hacer frente a la prestación de cuidados y el manejo de las finanzas. 

Historias, recursos y consejos reales >

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Jessica A. Cantú dirige El Faro Health and Therapeutics, una clínica en la ciudad de Rio Grande, Texas, dedicada a la investigación sobre la enfermedad de Alzheimer.
CHRISTOPHER LEE

En una sombría mañana de mediados de noviembre del 2021, Jessica Cantú se encontraba en el estacionamiento de un centro de salud en la comunidad rural fronteriza del condado de Starr, en Texas, cuando sintió que algo la llamaba nuevamente a su ciudad natal.

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spinner image Jessica Cantu junto a la paciente Aida González
Jessica A. Cantú, directora de El Faro Health and Therapeutics, una clínica en la ciudad de Rio Grande, Texas, dedicada a la investigación sobre la enfermedad de Alzheimer, atiende a una paciente.
CHRISTOPHER LEE

La enfermera de 45 años estaba allí para presenciar la inauguración de una nueva clínica de investigación sobre la enfermedad de Alzheimer, llamada El Faro Health & Therapeutics Center, la primera en el condado de Starr y la única en un radio de muchas millas. Tan solo siete meses atrás, la enfermedad que se roba la memoria se había llevado a su padre. 

“Sentía que su presencia me rodeaba”, recuerda Cantú, quien en ese momento vivía y trabajaba a casi una hora de distancia, en la ciudad de Edinburg. 

En menos de dos semanas, Cantú se había sumado al equipo de El Faro, el centro abierto por Antonio Falcon, un confiable médico de familia durante cuatro décadas en Rio Grande City, y su hijo, James Falcon, un médico de emergencias que había prestado servicio en el Ejército de Estados Unidos. El propósito de la clínica, dice James Falcon, es brindar más oportunidades para que las personas latinas participen en la investigación sobre la enfermedad de Alzheimer. 

La población latina de Estados Unidos es 1.5 veces más propensa que la población blanca no hispana a contraer Alzheimer o algún tipo de demencia relacionada. Y, sin embargo, solo representan una mínima porción de los participantes en ensayos clínicos —algunos estudios estiman que es entre el 1 y el 2%—, debido con frecuencia al conocimiento limitado de las oportunidades de investigación. 

Mientras tanto, se anticipa que los latinos verán el mayor aumento de casos de demencia entre todos los grupos raciales y étnicos del país. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) predicen que 3.2 millones de latinos sufrirán de demencia para el año 2060. 

En el condado de Starr, la realidad de estas estadísticas es muy palpable. La comunidad predominantemente hispana, de alrededor de 66,000 personas en la frontera entre México y Estados Unidos, tiene uno de los índices más altos del país de la enfermedad de Alzheimer, el tipo más común de demencia. Más del 23% de los beneficiarios de Medicare en el condado de Starr han recibido el diagnóstico, según indican datos federales (en inglés). 

La prevalencia de la enfermedad de Alzheimer en condados vecinos también es alta en comparación con el promedio nacional de alrededor del 11%. Y hasta ahora, pocos residentes han tenido la oportunidad de participar en investigaciones sobre la demencia, la mayoría de las cuales se realizan en universidades y hospitales lejanos. 

“Antes [de que abriera El Faro], ibas al médico y te decía: 'Lo siento, es un problema de memoria. No hay mucho que pueda hacer, solo vaya a casa y esté preparado, prepárese para eso'. Y ahí terminaba todo”, dice Cantú. “Ahora, hay esperanzas para el condado de Starr; hay esperanzas para el Valle del Río Grande”. 

    

En cooperación con la organización sin fines de lucro Global Alzheimer’s Platform Foundation, El Faro comenzó a inscribir pacientes en su primer ensayo clínico el invierno pasado. El estudio evalúa si las pruebas de sangre y de biomarcadores digitales (un biomarcador es una sustancia en el organismo que puede señalar la presencia de una enfermedad) pueden detectar placas amiloides, una característica distintiva de la enfermedad de Alzheimer. Actualmente, la forma más común de saber si un paciente tiene estas placas viscosas de proteína que pueden alterar la función del cerebro es con una tomografía por emisión de positrones (PET) o una punción lumbar, dos métodos costosos e invasivos. 

Los expertos dicen que es necesario contar con pruebas que puedan identificar la enfermedad al inicio de su curso, tal vez incluso antes de que aparezcan síntomas. Un diagnóstico temprano les da a los pacientes y a las familias tiempo para planificar y la oportunidad de inscribirse en ensayos en los que se prueban medicamentos que podrían salvar vidas. 

El Faro tiene planes de lanzar otro estudio antes de fin de año junto con Davos Alzheimer’s Collaborative (en inglés), una organización enfocada en la diversificación de la investigación de la demencia en Estados Unidos y en el mundo. El estudio realizará el seguimiento de familias latinas de distintas generaciones y vigilará su salud con análisis de sangre y otras pruebas simples de detección, algunas de las cuales se han modificado para otorgarles más relevancia cultural con la inclusión, por ejemplo, de palabras e imágenes que representan mejor a la población latina. El objetivo —explica Rhoda Au, directora del estudio— es identificar los factores clave de riesgo que pueden estar provocando casos de demencia en este grupo y definir en qué momento esos riesgos entran en acción. 

Se espera que los resultados de este estudio puedan ayudar a saber si las intervenciones tempranas en el estilo de vida o con medicamentos —digamos, a los 30, 40 o 50 años— podrían demorar la aparición de la demencia “o incluso evitarla, que es a lo que finalmente queremos llegar”, dice Au, directora del programa de grupo global de Davos Alzheimer’s Collaborative y profesora de Anatomía y Neurobiología en la Facultad de Medicina Chobanian & Avedisian de Boston University. 

La demencia no se ve igual en todos   

A unas ocho horas al norte de Rio Grande City, en Fort Worth, Texas, el investigador Sid O’Bryant trabaja para hallar respuestas que puedan explicar por qué las personas de ascendencia mexicana, el grupo más grande de latinos en Estados Unidos, tienen un riesgo mayor que la población blanca no hispana de contraer Alzheimer y otras demencias relacionadas, y el motivo por el que pueden presentar síntomas años —a veces hasta una década— antes que sus homólogos. ¿Es por motivos biológicos? ¿O hay otros factores en juego? 

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La enfermedad de Alzheimer y los latinos

  • Los investigadores estiman que entre el 12 y el 14% de los adultos hispanos mayores de 65 en Estados Unidos sufren de Alzheimer, en comparación con el 10% de los adultos blancos no hispanos en el mismo rango de edad. 
  • Para el 2060, los casos en la población hispana se multiplicarán siete veces con relación a las estimaciones actuales.
  • En todas las razas y etnias, las mujeres son casi dos veces más propensas que los hombres a sufrir de Alzheimer.

Fuente: Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) 

La investigación de O’Bryant, financiada por el Gobierno federal, se ha expandido y también abarca los riesgos relacionados de la población afroamericana, un grupo que es dos veces más propenso que los adultos blancos a recibir un diagnóstico de Alzheimer. “No hay duda de que existen diferencias entre los grupos raciales y étnicos en cuanto a la enfermedad de Alzheimer y la demencia. Y eso es lo que estamos tratando de comprender”, dice O’Bryant, director ejecutivo del Institute for Translational Research del Health Science Center en University of North Texas. 

Él espera que cualquier pista que pueda identificar sirva de ayuda para orientar la creación de nuevos tratamientos —e incluso, posiblemente, de terapias personalizadas— que sean eficaces en todas las poblaciones, no solo para los pacientes blancos que, históricamente, han representado la mayoría de los participantes de los estudios. Y lo que se ha descubierto hasta ahora podría hacer exactamente eso. 

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Por ejemplo, la investigación del estudio Health and Aging Brain Study (en inglés) de O’Bryant halló que el factor más poderoso de riesgo genético para la enfermedad de Alzheimer, un gen conocido como APOE4, es menos común entre los estadounidenses de ascendencia mexicana. De hecho, otros estudios (en inglés) han revelado que es menos común entre los hispanos en general, e incluso cuando está presente, podría no conllevar los mismos riesgos que conlleva para las personas blancas no hispanas. 

O’Bryant y otros investigadores del tema también están observando otra diferencia fundamental: las placas amiloides —esos depósitos proteínicos que bloquean el cerebro y son una característica distintiva de la enfermedad de Alzheimer— aparecen con menor frecuencia en las imágenes escaneadas de hispanos que en las de los blancos no hispanos con demencia o con deterioro cognitivo leve (un precursor de la enfermedad de Alzheimer). Un estudio publicado el 3 de octubre en la revista JAMA Neurology (en inglés) halló que ese es también el caso entre otros grupos minoritarios, entre ellos, los pacientes negros y asiáticos. 

La sospecha de O’Bryant —y muchos expertos en el área están de acuerdo— es que otros factores, más allá de los marcadores tradicionales del mal de Alzheimer, podrían estar contribuyendo al índice de demencia más elevado que se observa entre los latinos. “El cerebro puede verse afectado de muchas formas que causarán cambios cognitivos”, dice. Y para al menos algunas personas en la población latina, “parecería que probablemente se siguen otros caminos”. 

Enfocarse en el corazón

Muchos investigadores de la enfermedad de Alzheimer han dejado de concentrarse en el cerebro para enfocarse en cambio en el corazón. Eso se debe a que cada vez son más las investigaciones que indican que los trastornos que representan factores de riesgo para las enfermedades cardíacas, como la diabetes o la hipertensión, también afectan el cerebro. Y su presencia es prevalente en las poblaciones latinas.   

Los adultos hispanos en Estados Unidos son un 70% más propensos que los adultos blancos no hispanos a sufrir de diabetes, según estadísticas federales (en inglés). También son más propensos a tener hipertensión no diagnosticada o a no tratar ese trastorno. 

“Todo lo que tenga que ver con el riesgo cardiovascular va a impactar el riesgo de demencia, y creo que eso es particularmente prominente en la población latina”, dice el Dr. Eliezer Masliah, director de la División de Neurociencia del National Institute on Aging (NIA). 

Hector M. González ha observado señales de esto entre la gran población latina de variadas etnias que él y otros investigadores en Estados Unidos están siguiendo en un estudio llamado SOL-INCA (Study of Latinos-Investigation of Neurocognitive Aging) sobre el envejecimiento neurocognitivo de las personas latinas. “Estamos observando la salud en forma sistémica, no solo por encima del cuello”, dice González, profesor de Neurociencias en la Facultad de Medicina de University of California San Diego. 

Las investigaciones que han publicado hasta ahora González y sus colegas sugieren que tener varios factores de riesgo cardiovascular (en inglés) en la edad mediana —hipertensión y altos niveles de colesterol o azúcar en la sangre (en inglés), por ejemplo— está sólidamente vinculado con deterioro cognitivo en los adultos mayores latinos. 

Las imágenes del cerebro también han revelado indicios de “derrames cerebrales silenciosos” en algunos participantes del estudio. Estos son derrames que pueden ocurrir sin ningún síntoma, pero que igualmente causan daños en el cerebro, y la hipertensión que no se controla es uno de los principales factores de riesgo, señala González. 

Diversificar la investigación sobre la demencia 

Además de los genes y los biomarcadores, los investigadores están estudiando el impacto que pueden tener la contaminación del aire, los hábitos de sueño (en inglés) e incluso la soledad en la aparición de demencia en la población latina. Y los expertos en el área tienen la esperanza de que, si se identifican todos los factores relevantes de riesgo, los médicos puedan un día prescribir planes de prevención y tratamiento que se puedan adaptar para cada paciente individual. 

Esta estrategia, llamada medicina de precisión, puede incluir tratamientos farmacológicos para desintegrar las placas amiloides cuando estén presentes o reducir la inflamación neurológica. Pero también podría incluir abordar las enfermedades que contribuyen, como la diabetes o la hipertensión, en poblaciones donde hay una sólida conexión con la demencia. 

“Aún no hemos llegado. Pero la meta a largo plazo es contar con medicina de precisión orientada por la población”, dice O’Bryant, y administrarla lo antes posible. “Porque lo que hemos aprendido del área de las enfermedades cardíacas es que la mejor manera de tratar un ataque al corazón es evitar que ocurra en primer lugar”, agrega. Y, con suerte, se podrá hacer lo mismo con la demencia. 

Mientras tanto, los esfuerzos para ampliar la investigación de la demencia en los latinos están avanzando. Investigadores en la Facultad de Medicina de University of California San Diego recibieron recientemente un subsidio federal de $24.5 millones para continuar el estudio SOL-INCA, el vasto proyecto que sigue a personas latinas de diferentes etnias. O’Bryant y su equipo acaban de recibir $150 millones para ampliar su investigación de las disparidades en la enfermedad de Alzheimer entre personas de ascendencia mexicana, y otros centros de investigación ubicados en áreas predominantemente hispanas están comenzando estudios similares. 

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Una familia colombiana podría tener claves para la cura de la enfermedad de Alzheimer 

El Dr. Francisco Lopera, un neurólogo de la Universidad de Antioquia en Medellín, Colombia, ha estado siguiendo durante décadas a una familia (en inglés) que tiene una mutación genética inusual que causa el mal de Alzheimer presenil, una forma de la enfermedad en la que los síntomas aparecen antes de los 65 años. 

Esta familia extendida de aproximadamente 5,000 personas es ahora el centro de los ensayos de investigación, con la esperanza de descubrir el misterio de la enfermedad. La gran pregunta pendiente es esta: en una población que está destinada a contraer la enfermedad de Alzheimer ¿es posible prevenirla con la intervención temprana con un fármaco innovador o con otro tratamiento? 

Los investigadores del Banner Alzheimer’s Institute en Phoenix y de la Universidad de Antioquia en Colombia informaron (en inglés) recientemente que el medicamento experimental crenezumab —un fármaco que ataca las placas amiloides en el cerebro, una de las señales características de la enfermedad de Alzheimer— no aminoró el deterioro cognitivo en personas con la mutación genética. De todos modos, los expertos tienen esperanza de descubrir más sobre la enfermedad —y cómo detenerla— a través del estudio continuado de esta familia.

“Creo que algo que hemos aprendido es que la enfermedad de Alzheimer no es la misma en todas las poblaciones”, dice Masliah, del NIA. Y entender mejor cómo se arraiga la enfermedad en distintos grupos podría ser beneficioso para todos. “Esta situación nos afecta a todos”, agrega. 

Junto con el mayor foco en la investigación, hay un esfuerzo por reclutar más latinos para participar en estos estudios. Y para lograr que eso tenga éxito, los científicos están mirando más allá del modelo tradicional de investigación. 

“Hemos estado realizando estudios en universidades y campus médicos gigantes, y lo que sucede entonces es que una porción muy grande de la población queda afuera. Porque hay muchísimas personas en este país que no pueden llegar a esas áreas, pero que también tienen un riesgo muy alto”, dice Au, de Davos Alzheimer’s Collaborative. “Y necesitamos averiguar realmente qué es lo que estimula ese alto riesgo. La única manera de hacerlo es siendo inclusivos”. 

En el condado de Starr, en Texas, la voz que se corre de boca en boca ha llevado a muchos residentes a El Faro, el sitio de investigación creado por el equipo de padre e hijo. Las personas se enteran a través de amigos y vecinos, o incluso a través de otros médicos en la localidad. 

Y si bien muchas de ellas están entusiasmadas con la nueva clínica, que tiene más un ambiente hogareño que de hospital, la directora local de El Faro, Cantú, dice que todavía ve vacilación en algunos cuando se trata de participar en la investigación médica. 

“Yo siempre enfatizo que, como minorías, necesitamos ser parte de la investigación para poder hallar una cura o al menos un nuevo medicamento que sea asequible para nuestros pacientes de Alzheimer y de demencia”, dice Cantú. “Tú puedes tener 70 u 80 años, pero un día tu ADN va a ser de ayuda para otro. Un día tu ADN podría ayudar a tu hijo, podría ayudar al mío. Ayudará a otra persona, y eso es en realidad lo que queremos lograr aquí”. 

James Falcon, de El Faro, espera que el estudio multigeneracional que la clínica está por iniciar con Au, la investigadora de Davos Alzheimer’s Collaborative, atraiga todavía a más personas, ya que los requisitos para participar son mínimos, algo que lo distingue de muchos otros ensayos que, con frecuencia, tienen una larga lista de criterios de inclusión y exclusión. En este caso, solo hay que tener una edad mínima de 18 años. 

“Eso nos permite ofrecer algo a cada una de las personas que llegan al centro”, dice Falcon. “No solo nos ayuda a aumentar la población minoritaria en estos estudios, sino que ayuda a que nuestra comunidad local pueda participar y ser parte de la solución”. 

Para Cantú, la oportunidad de recibir nuevos participantes para la investigación de El Faro no es solamente enriquecedora a nivel profesional, sino también a nivel personal, en su esfuerzo por mantener vivo el legado de su padre. 

“Él siempre ayudaba a otros, entonces ¿cómo puedo ir yo por la vida sin ayudar de la forma en que él lo hizo? Y en su honor”, dice. Y agrega: “Queremos ser un faro de luz en la oscuridad que es la enfermedad de Alzheimer”. 

¿Te gustaría participar? 

  • Si te interesa participar en el estudio Health and Aging Brain Study sobre la salud y el envejecimiento del cerebro en el Health Science Center de University of North Texas, llama al 817-735-2963. 
  • Para informarte sobre cómo toda persona de al menos 18 años puede participar en el estudio de investigación multigeneracional de El Faro Health & Therapeutics, envía un correo electrónico a inquiry@DavosAlzheimersCollaborative.org
  • Aprende más sobre estudios abiertos en el sitio web de El Faro Health & Therapeutics y en la Global Alzheimer’s Platform Foundation aquí (en inglés).  O envía un correo electrónico a volunteer@globalalzplatform.org

Rachel Nania escribe sobre atención médica y políticas de salud para AARP. Anteriormente fue reportera y editora de WTOP Radio en Washington, D.C. Recibió un Premio Gracie y un Premio Regional Edward R. Murrow, y también participó en un programa sobre demencia con la National Press Foundation.

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