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La música y el baile ayudan a los adultos mayores a vencer los trastornos del movimiento

Los pacientes de Parkinson utilizan el poder de la música para conectarse y moverse con los demás.

Varias mujeres en una clase de baile

GETTY IMAGES

In English | A muchos de los participantes que se presentan a las clases de Lucy Bowen McCauley de “Dance for PD” (Baila por el Parkinson) les cuesta incluso pasar por la puerta. Sus movimientos son rígidos; su marcha es inestable. Algunos llegan con bastones, mientras que otros están en sillas de ruedas.    

Pero después de unos minutos de ejercicios de estiramiento y calentamiento, que usualmente se hacen con canciones de Broadway o clásicos, se da una transformación.

"Siento que abrumamos la enfermedad con la música", dice McCauley, quien ha dado clases de baile en el área de Washington, D.C. por más de 20 años. "Simplemente logran moverse más".

La enfermedad a la que McCauley se refiere es el Parkinson, una enfermedad progresiva del sistema nervioso que afecta el movimiento, de ahí el nombre de la clase, "Dance for PD". McCauley ha ofrecido las clases gratuitas a las personas que viven con Parkinson y a sus cuidadores durante más de 10 años. Sin embargo, el programa fue desarrollado hace casi dos décadas por el Mark Morris Dance Group de Brooklyn, Nueva York.


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La primera clase del profesor fundador, David Leventhal, tuvo seis participantes. Ahora, "Dance for PD" —que se centra en aumentar la coordinación, el equilibrio, la flexibilidad y la fuerza a través de la música y el movimiento— se enseña en más de 300 comunidades en todo el mundo.

"Le ofrece a las personas con Parkinson la oportunidad de ver sus movimientos de manera diferente, de controlar sus movimientos y de hacerlo en un entorno social", dice Leventhal sobre el programa. Lo que es más, arma a los participantes con "un sentido de poder y gracia en su fisicalidad, que a menudo es algo que empieza a desaparecer" a medida que el Parkinson progresa.

La influencia de la música en el movimiento

La música y el baile pueden ser herramientas de tratamiento eficaces para las personas que padecen una serie de enfermedades relacionadas con la edad, según un nuevo informe sobre la música y la salud cerebral del Global Council on Brain Health (GCBH, Consejo Mundial sobre la Salud Cerebral), fundado por AARP. Con la enfermedad de Parkinson, por ejemplo, la naturaleza rítmica de la música "ofrece una fuente externa para el medidor, como un pulso" que puede ayudar a activar las áreas del cerebro responsables del movimiento, explica Julene Johnson, profesora del Institute for Health and Aging de la University of California, en San Francisco, y colaboradora del informe del GCBH.

Los estudios han demostrado que el ritmo puede ayudar a mejorar la velocidad y el equilibrio al caminar en las personas con la enfermedad de Parkinson. También puede ayudar a evitar las caídas de las personas con trastornos del movimiento.


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Leventhal ha sido testigo del poder de la música sobre el movimiento. Cuando pone una canción que resuena con un grupo en particular de participantes de "Dance for PD", la lentitud y la rigidez que van de la mano con la enfermedad empiezan a desvanecerse y los movimientos se vuelven más fluidos; "casi como si no tuvieran que pensar en ello", dice.

"Eso significa que realmente están encontrando un estado de fluidez; están integrando diferentes partes de su cerebro para generar esa experiencia de movimiento. Y la música, diría, es uno de los principales elementos que permite que ese estado ocurra", añade.

El componente social de "Dance for PD" es otro elemento importante del rompecabezas, o como dice Leventhal, "el pegamento que mantiene todo unido". El ambiente de grupo anima a los participantes indecisos a unirse. También es más probable que las personas se sumerjan completamente en la música y el movimiento cuando sus amigos bailan con ellos. "Así que los lazos sociales inherentes a la clase se utilizan para generar y mantener el movimiento", dice.

Es más, involucrarse con otras personas que están pasando por una experiencia de vida similar brinda un apoyo adicional a las personas que viven con el Parkinson. La depresión, la ansiedad y los sentimientos de aislamiento son síntomas no motores comunes de la enfermedad. "Pero este ambiente es un lugar donde se sienten completamente cómodos y sienten que pertenecen", añade Leventhal.

La capacidad de la música y el baile para ayudar a las personas a establecer conexiones sociales es otra razón por la que los expertos promueven sus beneficios para la salud cerebral. Las investigaciones del GCBH muestran que bailar con otros o hacer música en grupo promueve un sentido de pertenencia y bienestar, lo que se asocia con la reducción de los riesgos de demencia. (Muchas personas con la enfermedad de Parkinson experimentan un daño en el cerebro que conduce a la demencia). Relacionarse con otros también ayuda a los individuos a mantener las habilidades de pensamiento y retrasa el declive cognitivo a lo largo del proceso de envejecimiento. 

Observando los beneficios de la música para el cerebro

Los pacientes, los cuidadores, los terapeutas y los profesionales de la salud están notando la influencia positiva de la música en el Parkinson y otros trastornos relacionados con la edad. Alrededor de todo el país se han formado coros y grupos de baile para la enfermedad de Parkinson que utilizan la música como medicina para ayudar a superar sus síntomas debilitantes. También hay coros para pacientes con la enfermedad de Alzheimer o de derrames cerebrales que buscan beneficios similares.

Leventhal dice que con las enfermedades neurológicas crónicas como el Parkinson y el Alzheimer, "el campo médico llega a un límite donde no hay mucho más que puedan hacer para apoyar el bienestar y la calidad de vida del paciente". Ambas enfermedades no tienen cura, solo medicamentos que pueden ayudar a aliviar los síntomas en algunos.

Ahí es donde la música y el baile pueden llenar el vacío. "Se ocupan, de frente, de esa calidad de vida y bienestar que las personas necesitan y quieren mantener durante años", dice Leventhal.