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Es necesario actuar de inmediato para reformar los cuidados a largo plazo

El anticuado sistema de salud de Estados Unidos necesita una revisión urgente.


spinner image Un hombre en un hogar de ancianos sentado en una silla de ruedas y mirando por la ventana junto a un trabajador de enfermería.
Halfpoint Images/Getty Images

Transformar el fracturado y anticuado sistema de cuidados a largo plazo del país podría mejorar la vida de millones de personas. Lo sabemos desde hace años. Sin embargo, la sociedad no ha actuado, y los adultos mayores han pagado un precio terrible en términos de seguridad personal y calidad de vida.

No tiene por qué ser así.

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Los siguientes son cinco motivos por los cuales ha llegado el momento de mantener una conversación a nivel nacional y tomar medidas trascendentes sobre los cuidados a largo plazo.

1. El sistema está ahora en el centro de atención. El plan de infraestructuras del presidente Biden, que supondría una inversión de $400,000 millones en servicios domiciliarios y comunitarios, ha dirigido una muy necesaria atención a estas cuestiones.

2. El impacto devastador de la COVID-19. Más de 184,000 residentes de hogares de ancianos y otros establecimientos de cuidados a largo plazo han fallecido por COVID-19 y un aluvión de noticias han informado sobre este horror. No podemos dejar que esa tragedia se desvanezca en la memoria.

3. Los cuidados a largo plazo son una preocupación bipartidista. El proyecto de ley Credit for Caring Act (Ley de crédito para el cuidador) que se presentó recientemente demuestra que existe apoyo bipartidista para aliviar las dificultades de los cuidadores familiares.

4. La inequidad de nuestro sistema de cuidados. La pandemia ha puesto de manifiesto el mal trato que el sistema dispensa a las personas más necesitadas y vulnerables, siendo los adultos mayores de las comunidades de color los que a menudo reciben el peor trato.

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5. La necesidad de cuidados sigue creciendo a medida que la población de Estados Unidos envejece. Las personas quieren mejores opciones y oportunidades para seguir siendo independientes en lo que respecta a la atención a largo plazo. Sin embargo, los servicios que permiten que los adultos mayores se queden en la comunidad no están a la altura de la demanda en la actualidad.

Veo indicios de que las personas quieren que estos problemas se aborden de una manera más fundamental, no en la forma superficial y precipitada a la que están acostumbradas. La primavera pasada, AARP pidió a los cuidadores familiares que nos dijeran qué pasaba con sus seres queridos en los hogares de ancianos. En poco más de una semana recibimos más de 6,000 relatos, una conmovedora avalancha de historias que mostraban temor por padres mayores, cónyuges, hermanos y otros seres queridos; enojo por el trato que recibían, y fuertes llamamientos al cambio. Ahora se escuchan más las voces de los cuidadores familiares que están resueltos a mantener a sus seres queridos en casa, pero que también enfrentan muchas dificultades de varios tipos.

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Sabemos que aproximadamente la mitad de las personas que llegan a los 65 años tendrán que pagar por cuidados (enlace en inglés) antes de morir; una cantidad mayor dependerá de familiares y amigos para recibir la ayuda que necesitan. Un cambio real significa concentrarse en las formas de garantizar que la atención de calidad sea accesible para todos, mientras se respeta al mismo tiempo el hecho de que la mayoría de las personas en el país, cuando se les da la opción, desean firmemente permanecer en sus hogares y comunidades.

Afrontar el reto de la seguridad

spinner image Nancy LeaMond, directora de Activismo y Compromiso de AARP.
Nancy LeaMond.
Jared Soares

Más del 30% de las muertes por COVID-19 en Estados Unidos ocurrieron en hogares de ancianos y otros establecimientos de cuidados a largo plazo. La escasez de personal y la falta de formación contribuyen a problemas de seguridad, tales como caídas y accidentes. El más reciente informe sobre hogares de ancianos AARP Nursing Home Dashboard indica que casi el 25% de los centros de todo el país siguen reportando escasez de personal. Antes de la pandemia, los datos recopilados por la Oficina de Responsabilidad Gubernamental (enlace en inglés) ya mostraban que muchos hogares de ancianos eran citados por deficiencias en el control de infecciones —por cosas tan fundamentales como que el personal no se lavaba las manos entre el cuidado de un residente y otro— y que esas deficiencias eran a menudo crónicas. Posteriormente, el New York Times descubrió que los residentes de los centros mejor valorados tenían las mismas probabilidades de morir a causa de COVID-19 que los de los centros peor valorados.

También sabemos que las comunidades de color soportan una carga excesiva de problemas en los establecimientos de cuidados a largo plazo. Un estudio de University of Chicago (enlace en inglés) descubrió que en los hogares de ancianos con mayor proporción de residentes negros e hispanos se produjeron más del triple de muertes que en aquellos con mayor población blanca. Estudios anteriores han constatado que las personas que no son blancas tienen más probabilidades de acabar en hogares de ancianos con presupuestos reducidos, personal insuficiente y otras deficiencias que atentan contra la salud y la seguridad.

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Una población envejecida necesitará más cuidados

El reloj ya está en marcha. En el 2030, todos los boomers tendrán al menos 65 años (enlace en inglés), y la generación X y los milénicos envejecerán tras ellos. Al igual que los adultos mayores de Estados Unidos de hoy, ellos también exigirán opciones. Además, los investigadores de AARP prevén que en el 2030 —dentro de menos de una década— el 16% de las mujeres de entre 80 y 84 años serán mujeres que no tienen hijos (y la mayoría de las veces son las mujeres las que acaban solas y necesitadas de cuidados). En cambio, en el 2010 solo el 12% de las mujeres de entre 80 y 84 años no tenían hijos. La necesidad de las personas en el país de recibir ayuda para las tareas diarias esenciales y las necesidades personales no hará sino aumentar con el paso del tiempo. La pregunta que debemos responder es quién estará disponible para proporcionar ese apoyo.

Rediseñar nuestro anticuado sistema de cuidados a largo plazo

La respuesta no puede ser simplemente construir más hogares de ancianos. Lo que necesitamos es rediseñar los cuidados a largo plazo en el país para que los adultos mayores de Estados Unidos tengan buenas opciones. Por supuesto, debemos abordar los problemas de seguridad en los hogares de ancianos. Pero eso no es todo lo que hay que hacer. También debemos considerar la posibilidad de proporcionar más apoyos y servicios que permitan a las personas vivir en su casa, y cuando eso no sea posible, vivir en entornos en los que puedan prosperar.

La propuesta de $400,000 millones de la Administración puede impulsar este importante debate. Sin embargo, debemos hacer aún más para garantizar que los cuidadores familiares —que son y seguirán siendo la columna vertebral del sistema de cuidados a largo plazo de Estados Unidos— reciban el apoyo que necesitan. Y tenemos que escuchar todos los puntos de vista.

Los modelos que aumentan las opciones para todos, las ideas nuevas y las innovaciones del sector privado ocupan un lugar destacado en la agenda. Las familias de todas las comunidades y regiones del país comparten estas preocupaciones, que se han hecho más urgentes porque la pandemia ha expuesto nuestras deficiencias sistémicas. Y esos problemas no harán sino aumentar.

Nunca ha habido un mejor momento para debatir soluciones y pasar a la acción. No podemos esperar.

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