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Cómo ganarle al dolor sin medicamentos recetados

Las investigaciones demuestran que hay formas eficaces de dominar el dolor sin medicamentos.


spinner image Mujer con su mano cerca del cuello en señal de dolor
GETTY IMAGES

Durante todos los años que Christina Wei, de 51 años, de Albany, California, sufrió de dolor de espalda, no sufrió pasivamente. Pero el buscar alivio en acupunturistas y quiroprácticos, probar fajas lumbares y distintos tipos de colchones —y hasta consultar a un especialista en postura— nunca resolvieron el problema por completo. "Nada dio verdaderos resultados", dice. "O algo daba un poco de resultado, pero solo por poco tiempo y luego el dolor reaparecía".

La experiencia de Wei es común. Alrededor de 50 millones de personas en Estados Unidos —es decir, una de cada cinco— viven con la penuria y la frustración del dolor crónico, que se define como un dolor que persiste más allá del tiempo previsto para la curación de una herida o más allá de cierto tiempo, por lo general entre tres y seis meses.

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El problema se puede agravar en las personas mayores de 50 años. "Es probable que esas personas tengan más de un problema que les causa dolor, como osteoartritis o dolores asociados con lesiones de los nervios", dice el Dr. Charles Argoff, profesor de neurología y director del Comprehensive Pain Center del Albany Medical Center en Albany, Nueva York. Pero finalmente el dolor crónico está recibiendo una atención retrasada —debido en parte a la epidemia nacional de opioides—, que podría conducir a mejores maneras de medirlo y tratarlo.   

Cómo controlar el sufrimiento

Es difícil pensar en el dolor en términos positivos, pero es algo que desempeña una función vital para la supervivencia. "El dolor a corto plazo nos motiva a escapar del peligro", dice Beth Darnall, profesora clínica en el Departamento de Anestesiología, Medicina Perioperatoria y Analgesia de Stanford University. "Pero una vez que el dolor persiste y se hace crónico, deja de ser una señal útil. Genera cambios en el sistema nervioso, en la conducta y en el estado de ánimo".

Lamentablemente, el dolor también impulsa a las personas a dejar de moverse. “Te duele la espalda, entonces disminuyes la actividad”, dice Darnall. "Esto lleva a un mal estado físico y al empeoramiento del dolor con el tiempo".

Sin embargo, los médicos por lo general no están preparados para ayudar a quienes sufren de dolor persistente. Durante los estudios de medicina, la mayoría de los estudiantes reciben solo entre siete y once horas de capacitación sobre el dolor, dice Darnall. 

Además, el dolor es complicado. No hay dos personas que lo experimenten de la misma manera y no hay una buena forma de medirlo o de describirlo.

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“Las decisiones terapéuticas se basan en las mediciones o en nuestra comprensión del dolor que experimenta el paciente”, dice Daniel Lopez Martinez, investigador en la División de Tecnología y Ciencias de la Salud de Harvard-MIT y en el laboratorio MIT Media Lab. “Y en la actualidad la única manera de cuantificar el dolor es preguntarle directamente al paciente: 'En una escala del 1 al 10, ¿cuánto dolor siente?'".

Es posible que haya mejores métodos más adelante. Lopez Martinez, por ejemplo, ha creado un método para evaluar el dolor utilizando tecnología de inteligencia artificial para leer las expresiones faciales. Otros posibles sistemas de evaluación utilizan sensores para medir los procesos corporales que a menudo acompañan al dolor. Y los científicos están indagando más profundamente en los contornos del cerebro con tecnologías de imágenes como la resonancia magnética y los exámenes de tomografía por emisión de positrones (PET) para identificar las regiones y los sistemas que son responsables del dolor.

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Estas tecnologías podrían hacer que la medición del dolor sea más objetiva y permitir que los médicos estandaricen el tratamiento o evalúen si el tratamiento ha dado resultado. También podrían ayudar a crear mejores medicamentos analgésicos y a predecir qué pacientes podrían beneficiarse de una intervención médica, como por ejemplo una operación quirúrgica. Tal como son las cosas ahora, muchos pacientes con dolor se ven obligados a someterse a procedimientos de los que probablemente no se beneficien o a usar medicamentos con un alto potencial de adicción, dice Argoff.

Y resulta ser que los opioides ni siquiera son tan eficaces para reducir las causas comunes del dolor. En un estudio reciente, pacientes con dolor de espalda y dolores causados por artritis de la rodilla y la cadera obtuvieron menos alivio de los narcóticos que de los medicamentos de venta libre como el acetaminofén y el ibuprofeno. 

Utilizar la mente para ganarle al dolor

Los investigadores también están explorando el papel que desempeñan los pensamientos y las emociones del paciente en la promoción del dolor. "Desafortunadamente, es posible que las personas con dolor persistente hayan escuchado muchas veces que 'el dolor está en su cabeza'", dice Darnall. "Todo dolor es real y la mayoría de los dolores tienen una causa médica. Ahora bien, nuestra psicología tiene una gran influencia sobre la intensidad y la trayectoria del dolor".

Por ejemplo, preocuparse sobre el dolor tiende a intensificarlo, mientras que las estrategias de relajación que calman el sistema nervioso han demostrado ser eficaces para disminuir el impacto del dolor sobre el cerebro y el cuerpo cuando se practican regularmente y en la forma correcta. “Es posible comenzar a guiar literalmente al cerebro, al cuerpo y al sistema nervioso en la dirección opuesta al dolor”, dice Darnall.

El solo hecho de educar a la gente con respecto al dolor cambia las cosas. En investigaciones realizadas recientemente en Bélgica y publicadas en JAMA Neurology, se enseñó la neurofisiología del dolor a personas que sufrían de dolor de espalda y de cuello. Los pacientes aprendieron qué sucede en el sistema nervioso central, en el sistema nervioso periférico y en el cerebro cuando una persona siente un dolor agudo.

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Los investigadores entonces explicaron a los participantes del estudio lo que sucede cuando una persona sufre de dolor crónico, el cual ocurre cuando los nervios y la médula espinal se vuelven demasiado sensibles y amplifican los mensajes que pasan del cuerpo al cerebro. Cuando los mensajes de los nervios llegan al cerebro, este reacciona sintiendo dolor aun cuando no haya una lesión o un daño activo. Si el dolor persiste durante mucho tiempo, el cerebro incluso puede reaccionar a mensajes de partes del cuerpo próximas al lugar en que ocurrió la lesión inicial, y los pacientes pueden sentir dolor también en esos sitios. 

“Comparamos el sistema nervioso a una alarma que es muy sensible y se dispara cuando no debería hacerlo", dice Anneleen Malfliet de Vrije Universiteit Brussel, autora líder del estudio. Como parte del estudio, los pacientes también retomaron gradualmente las actividades que habían estado evitando por el dolor.

¿El resultado? Comparados con el grupo de control, "el grupo experimental tuvo mejores resultados en dolor y en desempeño, presentó una mayor disminución en el miedo a moverse y mostró menos atención al dolor", dice Malfliet.

Aprender más sobre el dolor por medio de libros con este tipo de información, como Healing Back Pain: The Mind-Body Connection, del Dr. John E. Sarno, y practicar relajación finalmente liberaron a Wei del dolor crónico. A medida que llegó a ver su dolor como una señal de estrés emocional, el dolor se disipó gradualmente. “No he tenido dolor crónico en aproximadamente cinco años”, dice. "No obstante, todavía me puedo estresar, y si no me calmo comienzo a sentir tensión en el cuerpo. La diferencia es que ahora sé cómo manejar esa tensión y nunca la dejo llegar al nivel de dolor".  

Sin embargo, afirman los expertos, no todas las personas se beneficiarán de una sola estrategia.  “El cuidado integral puede incluir tratamientos médicos como operaciones quirúrgicas y medicamentos, métodos complementarios como la acupuntura y la quiropráctica, y estrategias de terapia cognitivo conductual, según sea adecuado basándose en las necesidades de la persona”, dice Argoff.  

El sitio ideal para comenzar es una clínica de tratamiento integral del dolor. Si no hay una en tu área, busca especialistas en dolor crónico en varias disciplinas, incluidos los médicos y terapeutas físicos. La terapia cognitivo-conductual y las técnicas de relajación las puedes aprender con un psicólogo de salud o un psicólogo especializado en dolor que tenga experiencia en estas estrategias.

“Tenemos muchos tratamientos maravillosos para el dolor crónico”, dice Darnall. "Solo necesitamos hacer un mejor trabajo al ayudar a los pacientes a encontrar estrategias que les den resultado".

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