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Se busca compañero de vivienda que pueda levantar objetos pesados

Para cuidarse mutuamente, muchos jubilados viven juntos.


spinner image De izquierda a derecha: Christine Bowdish, Linda Simmons-Wilfert, Hester Schell, Grace Karen Sweet y Maggie Purtee
De izquierda a derecha: Christine Bowdish, Linda Simmons-Wilfert, Hester Schell, Grace Karen Sweet y Maggie Purtee. Las inquilinas establecen las reglas de la casa, comparten tareas del hogar y noches de películas, y deciden en conjunto quién puede unirse a la comunidad.
LEAH NASH

El primer conflicto ocurrió el día en que Deborah Knox se mudó. Tuvo que ver con una mesa de centro, o más bien, con dos.

“Si me hubieras preguntado si alguna vez viviría en una casa con más de dos mujeres, habría dicho: ‘¿Estás loco?’”.

— Linda Simmons-Wilfert, de 67 años (aparece en la primera foto, segunda persona de izquierda a derecha)
spinner image Deborah Knox, a la izquierda, y Sharon Kha son compañeras de cuarto
De izquierda a derecha: Deborah Knox y Sharon Kha.
Kendrick Brinson

Cansada de vivir sola en un apartamento en Tucson, Arizona, Knox quiso compartir una casa. “Quería algún tipo de relación; quería intimidad”, dice Knox, de 74 años.

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spinner image Mujer sostiene recipiente con una lista y dinero adentro
Las mujeres reúnen dinero para artículos del hogar y se dividen las tareas domésticas.
LEAH NASH

Un amigo mutuo le presentó a Sharon Kha, quien padece la enfermedad de Parkinson y necesitaba ayuda para permanecer en su hogar de tres dormitorios. “Había llegado al punto en el que sabía que ya no podía permanecer sola en mi propio hogar”, menciona Kha, de 75 años. “Tendría que mudarme a un centro de vivienda asistida o encontrar a alguien que viviera conmigo”. Otra cosa que tenía Kha: una amada mesa de centro, elaborada con una puerta estilo misión que durante décadas había resistido el calor en México.

Pero Knox llegó con su propia mesa de valor sentimental: una mesa con tapa de vidrio, sobre una base hecha de madera encontrada en un río de Verde Valley, Arizona y tallada por un amigo recién fallecido. A la larga, Kha se dio por vencida. “Pensé que podía ganar esta discusión; es mi casa, es mi mesa”, explica Kha. “Pero si gano esta discusión, es probable que pueda apreciar mi mesa de centro en un lugar de vivienda asistida”.

Encontrar a alguien compatible

Knox y Kha son un ejemplo de la dinámica de la jubilación moderna —adultos mayores que buscan compañía, cuidados mutuos y, en algunos casos, una situación de vivienda menos costosa—. Según el Joint Center for Housing Studies (Centro conjunto para estudios de vivienda) de Harvard University, para el 2035, se calcula que el número de hogares encabezados por inquilinos de 65 años o más aumente un 80%, a 11.5 millones.

Como resultado, ha aparecido una industria de negocios pequeños. Empresas como Silvernest y Roommates4Boomers cobran una tarifa para juntar a inquilinos de mayor edad con propietarios de viviendas y ayudar con las verificaciones de antecedentes. Organizaciones sin fines de lucro como Home Share Now en Vermont buscan compañeros de vivienda que podrían ayudar con las tareas del hogar para los propietarios de viviendas de mayor edad.

“Se habla mucho sobre el modelo de las Golden Girls”, dice Wendi Burkhardt, la directora ejecutiva de Silvernest, al mencionar el popular programa de televisión de las décadas de 1980 y 1990 en el que mujeres mayores vivían juntas. La tendencia es más común entre mujeres, según quienes administran los servicios de búsqueda de compañeros de vivienda. Algunas posibles razones son que las mujeres tienden a vivir más tiempo que los hombres y que vivir en una comunidad podría hacerlas sentir más cómodas.

Pero vivir con un compañero de hogar siempre incluye desafíos. La vida real no es una comedia de televisión. El propietario de la vivienda podría ser posesivo sobre las rutinas y las pertenencias, mientras que el inquilino podría sentir una pérdida de control.

“Compartir vivienda no es el sueño americano”, menciona Michele Fiasca, fundadora de Let’s Share Housing, un servicio de compañeros de hogar en Portland, Oregón.

Elige con sensatez

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Hace cuatro años, después de que su esposo falleció, Margaret McMullan empezó a buscar un inquilino para compartir su hogar de tres dormitorios cerca de Montpelier, Vermont. McMullan, quien ahora tiene 79 años, no podía pagar sus cuentas con su pequeña pensión estatal y sus ingresos del Seguro Social. Home Share Now le encontró como compañero un hombre jubilado que se había mudado de Texas. La relación se deterioró con rapidez.

“Él obviamente estaba acostumbrado a llevar las riendas”, dice McMullan, a quien le gusta mantenerse ocupada durante su jubilación con grupos para hacer edredones y un amplio círculo de amigos. Por el contrario, su nuevo compañero de hogar rara vez salía de la casa. “Él simplemente estaba en casa todo el día, y era alguien con mucha presencia”, dice.

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No hacía las tareas domésticas acordadas, como cortar el césped o levantar objetos pesados. Para finales del período de prueba de dos semanas —parte del proceso de Home Share Now—, McMullan sospechaba que la relación tal vez no funcionaría, pero hizo caso omiso de sus instintos. “Pensé que podía soportarlo”, dice. Un mes después, le dijo que se marchara. Pero él se negó. Demoró dos meses más, con ayuda del personal de Home Share Now, para lograr que se fuera.

Cuando McMullan estuvo lista para intentarlo de nuevo, encontró que la persona indicada era Brian Remer, de 60 años, quien se desplazaba a un nuevo empleo ubicado a dos horas de su hogar; él necesitaba un lugar donde vivir en Montpelier solo durante cuatro noches por semana. Por $400 de alquiler mensual, Remer tiene un dormitorio, sala y baño privado. Pero también palea la nieve, si es poca, corta el césped, levanta objetos pesados, cocina dos veces por semana y brinda algo de compañía.

“A veces nos sentamos en la mesa y conversamos hasta las 10 de la noche, y hablamos de la vida”, comenta McMullan.

Convivencia extrema

Con frecuencia, compartir una vivienda significa mudarse al hogar ya establecido de otra persona y aceptar vivir según sus reglas. Cuando Christine Bowdish, una corredora de bienes raíces en Portland, Oregón, compró una casa de ocho dormitorios en las afueras de Portland el año pasado, se dio cuenta de que había una manera de cambiar esa ecuación. No viviría allí, sino que alquilaría los dormitorios a mujeres como ella —solteras de 55 años o más—. “Solo queremos sobrevivir y vivir la vida al máximo, y estar con nuestros amigos y familiares”, dice Bowdish, de 62 años. “¿Cómo lo hacemos?”.

Comenzó a llenar la casa durante la primavera pasada. Para principios de este año, había alquilado todos los dormitorios, menos tres de ellos. Las inquilinas establecen las reglas de la casa y deciden en conjunto quién puede unirse a la comunidad.

Linda Simmons-Wilfert, de 67 años, una tenedora de libros jubilada, fue la primera en mudarse al hogar. Conoció a Bowdish en una reunión de Let’s Share Housing. Bowdish la invitó a ver la casa, y fue allí, mientras estaba sentada en el porche tomando té, que Simmons-Wilfert tuvo una revelación. “Ella me estaba diciendo lo que veía y lo que quería y su visión”, explica Simmons-Wilfert, quien recuerda que los lilos florecían en el jardín. “Y enseguida pensé: Este es en absoluto mi lugar. Aquí es donde debo estar.

“Si me hubieras preguntado hace un año si alguna vez viviría en una casa con más de dos mujeres, habría dicho: ‘¡Por supuesto que no! ¿Estás loco?’”, dice. En vez de eso, descubrió que puede vivir cómodamente con media docena. “Podemos explorar qué y quiénes somos ahora, en esta etapa de la vida”.

En reuniones mensuales, hablan de problemas e inquietudes. En vez de asignar las tareas del hogar, las mujeres hacen las que más les gustan. Hasta ahora, funciona.

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Vivir en armonía

Para Knox y Kha, cualquier conflicto inicial ha sido eclipsado por una amistad recién descubierta. Las dos mujeres al principio vivían juntas, pero habitaban partes separadas de la casa; ahora comparten el espacio de manera armoniosa. A cambio de no pagar por el alquiler, Knox prepara algunas comidas y ayuda a Kha a vestirse. “Esperaba que mis últimos años fueran de lucha y soledad”, menciona Kha. “Y en verdad ha terminado siendo una de las épocas más felices de mi vida”. 

Encuentra al compañero ideal

Vivir con otra persona que no es un familiar no siempre es fácil. Antes de empacar tus cajas y mudarte, asegúrate de que la persona con quien compartirás la cocina y la sala y tú son compatibles.

Profundiza

Cuando tengas tu reunión inicial (o mejor, varias reuniones), explora asuntos que pueden ser difíciles como política o religión, aconseja Annamarie Pluhar de SharingHousing.com. 

Y habla sobre tu estilo de vida: ¿Te gusta pasar horas leyendo calladamente en el sofá, o prefieres que te visiten tus amigos para conversar por mucho tiempo?

Preocúpate por los detalles

Decide cómo se dividirán los gastos del hogar. ¿Comprará cada persona sus propias toallas de papel, o se pagarán estos artículos que todos usan por medio de un fondo común? ¿Con qué frecuencia se agrega dinero a ese fondo? ¿Quién es responsable de pagar el mantenimiento del hogar?

Ponlo por escrito

Elabora un acuerdo para el alquiler y los servicios públicos que explique las fechas de vencimiento, los cargos por pagos atrasados y los términos de una anulación. Stephanie Heacox, fundadora de Senior Homeshares, un servicio en línea para compañeros de vivienda, recomienda elaborar un acuerdo que aborde preguntas como: ¿Con qué frecuencia hace falta lavar los platos? ¿Cómo se dividirán las tareas del hogar? ¿Se permiten visitantes que se queden a pasar la noche? ¿Se tomarán las decisiones por consenso o por voto mayoritario? ¿O será el propietario de la vivienda quien tome la decisión final?

Haz una prueba

Establece un período de prueba, por lo general dos semanas, lo que da a ambas partes una manera sencilla de salirse de una situación desagradable, un método que usa Home Share Now en Vermont.

Realiza reuniones entre los compañeros de vivienda

Los compañeros de hogar experimentados sugieren que establezcas un día y una hora habitual para reuniones mensuales o semanales a fin de hablar sobre conflictos, inquietudes y aspectos del hogar.

Pero también diviértete

Fomenta una sensación de comunidad con actividades para compañeros de hogar, como una comida juntos o una salida, para que pueda florecer una amistad.

Ronda Kaysen es columnista de The New York Times y escribe sobre temas de hogar y bienes raíces.

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