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12 causas sorprendentes de la hipertensión arterial

Además de la sal y el estrés, los alimentos, las bebidas, los fármacos y otros factores pueden elevar la presión.

Médico revisa la presión arterial de su paciente

FATCAMERA / GETTY

In English

Las personas que controlan su presión arterial suelen conocer los factores más comunes que pueden elevarla, como la sal y el estrés, por ejemplo.

Sin embargo, también hay algunos alimentos, hábitos y problemas de salud insospechados que pueden interferir y frustrar el esfuerzo deliberado por reducir la presión arterial alta o hipertensión, un trastorno que afecta a casi la mitad de los adultos del país.

Estos son 12 factores sorprendentes que pueden elevar la presión arterial.

¿Por qué es peligrosa la hipertensión?

La presión arterial alta —también conocida como hipertensión y llamada el “asesino silencioso” porque no suele presentar síntomas— puede causar estragos en el organismo y provocar daños en los vasos sanguíneos, el corazón, el cerebro, los riñones, los ojos y más. Si no se detecta o no se controla, puede causar lo siguiente:

  • Ataques cardíacos
  • Derrame cerebral
  • Insuficiencia cardíaca
  • Enfermedad renal
  • Pérdida de visión
  • Disfunción sexual
  • Angina de pecho
  • Enfermedad arterial periférica

Se calcula que casi la mitad de los adultos en el país tienen la presión arterial elevada, y solo uno de cada cuatro adultos con hipertensión la tiene controlada.

Fuentes: Asociación Americana del Corazón, Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades

1. Apnea del sueño

La apnea del sueño, un trastorno en el que se interrumpe y reinicia la respiración varias veces durante la noche, puede provocar un aumento de la presión arterial. Y se está volviendo cada vez más común a medida que más personas en el país luchan contra el sobrepeso, dice el Dr. Donald Lloyd-Jones, presidente del Departamento de Medicina Preventiva de la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad de Northwestern y expresidente de la Asociación Americana del Corazón. El exceso de peso es uno de los principales factores de riesgo de apnea del sueño, y la edad es otro de los más importantes.

Cuando una persona que tiene apnea del sueño deja de respirar, el cerebro interviene y despierta al organismo para que respire, lo que puede ocurrir hasta treinta veces por hora. “Y no dormir bien puede ser muy dañino para el sistema vascular, sobre todo cuando se debe a que las vías respiratorias se cierran y el cerebro y el organismo tienen que mantenerse lo suficientemente conscientes para intentar abrirlas”, señala Lloyd-Jones.

Todo ese estrés y esfuerzo aumentan la presión arterial, “y no solo cuando dormimos, sino también cuando estamos despiertos durante el resto del día”, dice Lloyd-Jones. También puede producir una gran cantidad de otros problemas de salud, como un mayor riesgo de infarto, diabetes tipo 2 y trastornos hepáticos. Los investigadores de Johns Hopkins Medicine descubrieron que la apnea del sueño grave en la mediana edad o en la vejez puede aumentar hasta en un 46% el riesgo de muerte prematura.

Una señal de advertencia habitual de la apnea del sueño son los ronquidos, de modo que si alguien te dice que roncas fuerte o respiras agitadamente mientras duermes, puede ser motivo para consultar con tu proveedor de atención médica. Existen diversos dispositivos y terapias que pueden ayudar a tratar la apnea del sueño, y los estudios sugieren que es posible mejorar la presión arterial con una de las opciones más comunes: un equipo de presión positiva continua en las vías respiratorias (CPAP).

2. Un horario de sueño impredecible

No es solo la apnea durante el ciclo del sueño lo que puede hacer que la presión arterial se eleve por las nubes. “Las personas que no duermen de seis a ocho horas sin interrupción pueden tener la presión arterial alta”, dice el Dr. Luke Laffin, codirector del Centro de Trastornos de Presión Arterial en Cleveland Clinic.

Algunos estudios hallaron que las noches sin dormir elevan la presión arterial no solo durante la noche, sino también al día siguiente. 

Para dormir bien, acuéstate y levántate a la misma hora todos los días. Evita la bebida y la comida 90 minutos antes de acostarte y no mires televisión en la cama. Si te despiertas y no puedes volver a dormir en 20 minutos, levántate y haz otra cosa, dice Laffin.


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3. Aguantarte cuando tienes que ir el baño

Cuando tienes la vejiga llena, pero esperas para orinar hasta la siguiente parada en la carretera o pausa publicitaria al ver la televisión, se eleva tu presión arterial. “Una vejiga llena aumenta la presión arterial entre 10 y 15 puntos”, explica Laffin. Es por eso que él y sus colegas alientan a las personas a orinar antes de tomarse la presión, especialmente si lo hacen para monitorear los medicamentos que toman en casa.

“Está bien esperar si estás en una situación en la que no puedes orinar fácilmente. Pero si tienes la necesidad y puedes usar el baño, entonces no hay razón para retrasarlo”, dice. Así que orina antes de ir al teatro o de comenzar un largo trayecto en auto.

Y hablando de orinar, levantarte con frecuencia durante la noche para ir al baño podría ser una señal de hipertensión. “Si tienes la presión arterial alta, el organismo reacciona diciendo ‘tengo que reducir la presión’. Una forma de hacerlo es orinar”, dice Laffin.

4. Contaminación del aire

Las investigaciones demuestran que la exposición a la contaminación ambiental puede aumentar la presión arterial en los adultos. La contaminación puede ser causada por las partículas en suspensión finas, como las que provienen del escape de los automóviles y de la quema de combustible, o por las gruesas, como el polvo de las carreteras y las obras de construcción. Este vínculo también se ha establecido en los niños.

Un estudio (en inglés) dirigido por investigadores de la Universidad de Míchigan descubrió que incluso la exposición breve a niveles elevados de contaminación ambiental puede afectar la presión arterial de los adultos saludables. El cambio es similar al que se observa cuando una persona aumenta unas 5 o 10 libras de peso, señalaron los investigadores en un comunicado de prensa.

Otro estudio, también dirigido por investigadores de la Universidad de Míchigan, demostró que filtrar el aire (en inglés) puede reducir la presión arterial, según explicó a AARP el Dr. J. Brian Byrd, coautor del estudio y profesor adjunto de Medicina Interna. El ejercicio también puede reducir la hipertensión (en inglés), incluso en zonas donde los niveles de contaminación son altos, según un estudio del 2020. En el 2019, el 99% de la población mundial vivía en zonas en las que la calidad del aire no cumplía con las pautas de la Organización Mundial de la Salud.

Además de la contaminación procedente de los automóviles, el ruido del tráfico se ha vinculado a un mayor riesgo de hipertensión arterial.

5. Regaliz negro

Esta golosina no es broma: el regaliz negro —es decir, el auténtico, no un caramelo con sabor a regaliz— puede ser peligroso para la salud, y no solo por su contenido de azúcar. Este dulce contiene el compuesto glicirricina, un derivado de la raíz del regaliz que puede causar una gran retención de sal y agua en el organismo, lo que aumenta la presión arterial.

El consumo de regaliz negro también puede ocasionar niveles bajos de potasio y anomalías en el ritmo cardíaco. De hecho, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) advierte que no se deben consumir grandes cantidades de regaliz negro de una sola vez. La agencia indica que el consumo de apenas dos onzas al día durante por lo menos dos semanas podría llevar a un adulto de 40 años o más a acudir al hospital.

6. Alcohol

Si bien se suele decir que el vino es bueno para el corazón, el alcohol puede elevar la presión arterial, tanto a corto como a largo plazo. Según Lloyd-Jones, aunque inicialmente el alcohol dilata los vasos sanguíneos, estos comienzan a contraerse una vez que el hígado lo metaboliza. La presión arterial puede permanecer en niveles más altos de lo normal al día siguiente del consumo. Además, si el consumo excesivo de alcohol se convierte en la norma, lo mismo ocurrirá con los valores de la presión arterial.

Las personas que beben en exceso (más de tres bebidas al día en el caso de las mujeres y cuatro en el de los hombres) y que reducen su consumo de alcohol a un nivel moderado (hasta una bebida al día en el caso de las mujeres y dos en el de los hombres) pueden reducir el valor superior de la presión arterial en unos 5.5 mm Hg (milímetros de mercurio, una unidad de presión) y el valor inferior en unos 4 mm Hg, según Mayo Clinic.


¿Qué es la hipertensión arterial?

Categoría Presión arterial sistólica Presión arterial diastólica
Normal  <120 mm Hg  <80 mm Hg
Elevada 120-129 mm Hg  <80 mm Hg
Hipertensión etapa 1 130-139 mm Hg 80-89 mm Hg
Hipertensión etapa 2 ≥140 mm Hg  ≥90 mm Hg

Fuente: CDC


7. No consumir frutas y verduras

Se sabe desde hace mucho tiempo que el exceso de sodio es un catalizador de la hipertensión. Pero una dieta rica en frutas y verduras puede contrarrestar esos efectos gracias al potasio que contienen muchos de esos productos. La sal aumenta la presión arterial; el potasio reduce la presión arterial al hacer que el organismo libere sodio, dice el Dr. Seamus Whelton, profesor adjunto de Medicina en la División de Cardiología de Johns Hopkins Medicine. Los hombres deben tratar de consumir 3,400 miligramos de potasio por día; las mujeres necesitan alrededor de 2,600. 

No es necesario tomar suplementos de potasio a menos que lo recomiende el médico. Las comidas que incluyan bananas, frutas secas, papas y frijoles ayudarán a mantener la relación sodio/potasio bajo control. “Alrededor del 75% del sodio que consumen la mayoría de las personas ya se encuentra en los alimentos cuando los compran”, dice Whelton. Así que dejar de lado los alimentos procesados y comer más frutas y verduras es la clave para reducir el sodio y aumentar el potasio. Él recomienda comer de cuatro a cinco porciones de frutas y la misma cantidad de verduras al día, según las pautas de la Asociación Americana del Corazón.

8. Tu vida social (o la ausencia de ella)

“Como especie, no estamos diseñados para estar solos”, dice Annalijn Conklin, profesora adjunta de la Universidad de Columbia Británica. “El aislamiento social eleva los niveles de cortisol y genera la reacción de lucha o huida”. Un estudio (en inglés) de 28,238 adultos de entre 45 y 85 años realizado por Conklin halló que, en el caso de las mujeres, ser solteras, tener actividad social limitada o formar parte de una red social pequeña estuvo vinculado con niveles promedio de presión arterial más elevados. 

Algo interesante: el estudio de Conklin halló que los hombres que vivían solos o tenían redes sociales pequeñas fueron menos propensos a tener presión arterial alta que quienes vivían con otros o tenían redes sociales amplias (más de 220 personas). No está claro si la diferencia se debe a razones biológicas o simplemente al hecho de que hay menos estigma alrededor de la idea de que los hombres estén solos. 

Ahora bien, sentirte aislado no es bueno para tus arterias. Otro estudio más pequeño de adultos de entre 50 y 68 años halló que la presión arterial sistólica (el primer número al leer la presión arterial) de las personas que obtuvieron el puntaje más alto en una encuesta sobre soledad fue entre 10 y 30 puntos más elevada que la de las personas que se sentían menos solas.

9. Medicamentos comunes

¿Tienes dolor de cabeza? ¿Dolor en las articulaciones? Ten cuidado con lo que eliges cuando te diriges al botiquín. Los antiinflamatorios no esteroides como el ibuprofeno (Advil) y el naproxeno (Aleve) pueden elevar la presión arterial. Lo mismo ocurre con el consumo habitual de acetaminofén (Tylenol), según un nuevo estudio publicado en Circulation, la revista de la Asociación Americana del Corazón.

“Las personas que toman este tipo de medicamentos de forma continua para controlar el dolor deben consultar con su médico”, señala Lloyd-Jones.

Otros productos de venta libre que debes vigilar incluyen los descongestionantes, que alivian la congestión nasal al estrechar los vasos sanguíneos para reducir la inflamación en la nariz. Estos productos también pueden elevar la presión arterial. “Por eso no se deben usar de forma constante ni habitual”, indica Lloyd-Jones. Los suplementos, como el ginseng y la efedra, también se vinculan con el aumento de la presión arterial.

10. Azúcar añadido

Cuando consumimos azúcar, el organismo secreta insulina para ayudar a eliminar ese azúcar de la sangre y transportarlo a las células, donde puede convertirse en energía.

“Sin embargo, la insulina en sí tiende a elevar la presión arterial en muchas personas”, indica Lloyd-Jones. “Por lo tanto, si consumes una gran cantidad de azúcar añadido o almidones simples, tienes descargas de insulina más intensas y prolongadas, lo que hace subir la presión arterial”.

Es habitual encontrar azúcar añadido en las gaseosas, los pasteles y las galletas. Algunos yogures y cereales para el desayuno también pueden tener un alto contenido de azúcar añadido.

11. Fumar

Otra razón más para dejar de fumar: el tabaquismo, un factor de riesgo confirmado de infarto y derrame cerebral, también puede afectar a la presión arterial. Según la American Academy of Family Physicians, esto se debe a la nicotina. Esta sustancia causa el estrechamiento de los vasos sanguíneos y la aceleración de la frecuencia cardíaca, lo que eleva la presión arterial.

“Si hacemos un seguimiento, queda claro que en un período de 24 horas la presión arterial [de los fumadores] es más alta que la de los no fumadores”, explica Byrd.

12. Otro problema de salud

La producción excesiva de la hormona aldosterona puede provocar hipertensión arterial e incluso dificultar su control con medicación. Según Byrd, las personas que no han logrado controlar la presión arterial con diversos medicamentos deben consultar con su médico, ya que “es muy probable que padezcan un trastorno denominado aldosteronismo primario”. Este problema suele pasar desapercibido, dice Byrd, pero se puede tratar con medicamentos.

La hipertensión también puede ser señal de un problema en los riñones o en la glándula tiroides.

A medida que aumenta tu edad, también aumenta tu riesgo de sufrir un trastorno de la tiroides. Si bien tanto la tiroides hiperactiva como la tiroides hipoactiva pueden elevar la presión arterial, una tiroides sumamente hiperactiva puede aumentar el riesgo de problemas cardiovasculares, dice la Dra. Nicole Ronda Bloom, una endocrinóloga acreditada de New Hyde Park, Nueva York. 

Bloom alienta a los pacientes a que chequeen el nivel de actividad de la tiroides una vez al año durante sus exámenes físicos, o cada seis meses si tienen antecedentes familiares marcados de enfermedades tiroideas o presentan síntomas. Y si estás tomando un medicamento para la tiroides, asegúrate de tomarlo tal cual fue indicado. “Olvidarse una dosis del medicamento para la tiroides poco activa por lo general no causa un aumento de la presión, pero olvidarse de la dosis del medicamento para la tiroides hiperactiva puede ser problemático”, agrega Bloom.


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No olvides las causas más comunes

Es importante no ignorar los factores que más influyen en la hipertensión arterial en el país, el principal de los cuales es el peso. Si tienes sobrepeso, bajar incluso unas pocas libras puede producir un gran cambio en la presión arterial: puedes reducir tus valores en 1 mm Hg por cada 2.2 libras que bajes, según Mayo Clinic.

Tampoco debes descuidar la dieta. En promedio, la población nacional consume unos 3,400 miligramo de sodio por día, y la mayor parte proviene de alimentos envasados y comidas preparadas en restaurantes. Según la Asociación Americana del Corazón, esa cifra debería acercarse más a los 1,500 mg.

“Nuestros alimentos contienen una cantidad excesiva de sodio, no hacemos suficiente ejercicio, tenemos sobrepeso y bebemos demasiado alcohol, y cada uno de estos factores contribuye a elevar los niveles de la presión arterial”, dice Lloyd-Jones.

Es importante que te tomes la presión arterial con frecuencia y que “comprendas en qué parte del espectro te encuentras”, recomienda Lloyd-Jones. Puedes hacerlo en casa con un tensiómetro para el brazo. Si notas que te está empezando a subir la presión o si ya es elevada (el valor sistólico, el más alto, se considera normal cuando es menor de 120, y el valor diastólico, el más bajo, cuando es menor de 80), es importante tener cuidado con los alimentos y los hábitos que pueden hacerla aumentar, agrega Lloyd-Jones. También es fundamental consultar con tu médico para encontrar la mejor manera de controlarla, ya sea con medicamentos, con cambios en el estilo de vida o con ambas alternativas.

“Una manera muy importante y eficaz para que los pacientes asuman el control de la situación es que se tomen la presión arterial en casa”, señala Lloyd-Jones.

Hipertensión de bata blanca

¿Alguna vez has tenido una presión arterial más alta en el consultorio médico que la que normalmente se lee en casa? Un estudio del 2017 en Journal of Hypertension encontró que hasta el 30% de las personas con presión arterial elevada tienen niveles distintos en el consultorio y fuera del consultorio.

Este problema, conocido como “hipertensión de bata blanca”, podría deberse a muchos factores, entre ellos sentirse estresado en la presencia de los proveedores de atención médica. No es algo trivial: la hipertensión de bata blanca está relacionada con un mayor riesgo de ataque cardíaco, derrame cerebral y enfermedad cardiovascular.

“Para un diagnóstico de hipertensión, se deben obtener dos lecturas elevadas en al menos dos ocasiones distintas”, dice Seamus Whelton, profesor de Johns Hopkins. “Así que nunca queremos cambiar los medicamentos de alguien en función de una sola lectura de la presión arterial”. Si tu médico vuelve a verificar tu presión arterial durante tu cita y sigue siendo alta, es probable que te aconsejen que continúes revisándola en casa en las semanas que siguen y compartas esas cifras en tu próxima cita.

Cómo bajar la presión arterial

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Nota del editor: Este artículo, publicado originalmente el 21 de abril del 2022, se ha actualizado para incluir nueva información y nuevos informes de Nicole Pajer.

Rachel Nania escribe sobre atención médica y políticas de salud para AARP. Anteriormente fue reportera y editora de WTOP Radio en Washington, D.C. Recibió un Premio Gracie y un Premio Regional Edward R. Murrow, y también participó en un programa sobre demencia con la National Press Foundation.