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Los trastornos del sueño aumentan los riesgos de padecer Alzheimer y otros tipos de demencia entre los hispanos

Cómo los desórdenes del sueño afectan el cerebro y qué hacer para evitarlo.


spinner image Ilustración de una persona que duerme en las manecillas de un reloj
Istock

La duración del sueño podría estar asociada con el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer y otros tipos de demencia, así como con un mayor riesgo de sufrir accidentes cerebrovasculares. Esta es una de las conclusiones significativas a las que llegó uno de los estudios más completos realizado con pacientes hispanos en Estados Unidos, sobre los patrones del sueño y su relación con ciertas enfermedades crónicas.

La investigación, que empezó hace más de una década y todavía continúa, está liderada por el doctor Alberto Ramos, catedrático de Neurología Clínica y director de investigación del programa de trastornos del sueño de la Facultad de Medicina Miller de la Universidad de Miami.

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Para el estudio se reclutaron a 16 mil hispanos en cuatro ciudades del país: Miami, Florida; El Bronx, Nueva York; Chicago, Illinois y San Diego, California.

spinner image Dr. Alberto Ramos
Dr. Alberto Ramos
University of Miami Health System

La investigación del Hispanic Community Health Study ha arrojado que la prevalencia de la apnea del sueño entre los participantes es de un 34% en los hombres y un 18% en las mujeres. Esto en comparación con otros estudios donde los encuestados eran mayoritariamente caucásicos, y en el que la prevalencia de la apnea del sueño era el 4% en los hombres y apenas el 2% en las mujeres.

¿Cuántas horas deberíamos dormir? ¿Cuáles son los efectos de los desórdenes del sueño en el cerebro? ¿Qué recomendaciones seguir para evitar que los patrones de sueño repercutan negativamente en nuestra salud? Con una experiencia de quince años como investigador y clínico, el Dr. Ramos responde estas interrogantes y aporta detalles sobre esta investigación, conocida en inglés como Hispanic Community Health Study (en inglés).

Esta entrevista ha sido editada por espacio y claridad.

¿Qué lo motivó a interesarse por el estudio del sueño, especialmente en la población hispana?

Cuando empezamos a estudiar los problemas del sueño, hace quince años atrás, realmente se sabía muy poco sobre cómo afectaban a la comunidad hispana y esto fue lo que nos atrajo. Por ejemplo, la apnea del sueño es un desorden donde la persona para de respirar mientras duerme y tiene ronquidos altos. Es una condición muy común en la comunidad hispana y también, vimos que si tienes apnea del sueño tienes más del doble del riesgo de padecer diabetes y presión alta. Otro dato importante es que menos del 1% de los hispanos con apnea del sueño que participaron en el estudio reciben tratamiento para dicha condición.

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¿Cuál es la correlación entre los trastornos del sueño y el aumento de la presión arterial?

Las personas con apnea del sueño tienden a tener mayor presión arterial porque se les obstruye la vía aérea y en el proceso de tratar de vencer la obstrucción, aumentan el ritmo cardíaco y la presión arterial. Esa es una de las hipótesis, que estos aumentos de la presión arterial mientras duermen causan problemas vasculares en el cerebro que aceleran el proceso neurodegenerativo.

En el estudio se habla de que los patrones de sueños varían entre los grupos demográficos y que es un reflejo de prácticas culturales y creencias en torno al sueño ¿Podría explicar estas diferencias?

Hay diferencias culturales, genéticas y de lo que se llama en inglés acculturation, [aculturación] que es la capacidad de integrarse al estilo de vida estadounidense. Las diferencias en esa integración predicen, hasta cierto punto, algunos problemas médicos en la población, y cómo se utiliza el sistema de salud en EE.UU. Por ejemplo, con menos integración es más difícil utilizar el sistema médico, entender alguno de los síntomas, e incluso saber si hay un problema serio.

¿A qué se debe que los puertorriqueños, dominicanos y las mujeres reportan dormir menos en comparación con los hombres y otros subgrupos hispanos, por ejemplo, los mexicanos?

Creemos que hay dos razones principales: la primera es que los puertorriqueños y los dominicanos quizás son el grupo más integrado al modo de vida de EE.UU. La segunda, por razones geopolíticas, por lo general, ellos vienen de Nueva York y Chicago, que son ciudades muy industriales, con menos espacio, donde hay más ruidos, más luces, y todo eso tiene una influencia en la duración del sueño. A diferencia de los mexicanos que, aunque algunos, vienen del área de Chicago, la gran mayoría, en este estudio viene del área de San Diego, y no es que estén exentos de vivir en áreas pequeñas, pero ese efecto de la ciudad no es tan fuerte, están en ocupaciones rurales como la agricultura, que les permite tener un patrón del sueño un poquito mejor porque les da oportunidades de dormir más.

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¿Cuántas horas debería dormir un adulto, mayor de cincuenta años, y cómo controlar la cantidad de horas de sueño?

El National Sleep Foundation y la American Academy of Sleep Medicine recomiendan que las horas del sueño deben ser entre siete a nueve horas para los adultos mayores. Lo que vemos en estos estudios cuando alguien nos dice que está durmiendo más de nueve, diez horas, es que quizás eso sea un síntoma de algo que esté sucediendo a nivel cerebral, cardiovascular, que no permite que haya un sueño restaurador. Estos patrones donde se duerme demasiado predisponen a que uno tenga un cerebro más pequeño, o sea una atrofia cerebral, que eventualmente, lleva a un diagnóstico de demencia o de Alzheimer.

¿Cómo podemos visualizar lo que le sucede al cerebro de un adulto mayor cuando duerme demasiado o poco?

Uno de los procesos del Alzheimer es que hay una acumulación, a través de los años, de ciertas proteínas que son tóxicas para las neuronas o las células del cerebro. Con esa acumulación de proteínas puede bajar el volumen del cerebro o la masa cerebral. ¿Qué sucede mientras uno duerme? El cerebro, a través del líquido cefalorraquídeo, mueve todas esas proteínas o toxinas fuera del cerebro, o sea, la renueva como si se estuviese limpiando la marquesina de la casa. Todo eso sucede mientras uno duerme. Cuando el proceso de limpieza no sucede, se siguen acumulando estas proteínas, que son las que se asocian con las enfermedades de Alzheimer u otras demencias.

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¿Esto quiere decir que los desórdenes del sueño son un riesgo para la salud y contribuyen al aumento de la mortalidad, especialmente entre los adultos mayores?

Sí, aumentan la mortalidad. El Alzheimer es una enfermedad terminal, aunque la persona no se muere de inmediato, como pudiese ocurrir con un cáncer. Si una de las causas del Alzheimer o de cualquier tipo de demencia, potencialmente puede ser un problema del sueño, que puede ser resuelto de manera preventiva, yo diría que sí es muy importante atender esos problemas, porque mejoraría la calidad de vida de la persona, alargaría los años de vida, sobre todo en la población hispana, en la que hay altas tasas de Alzheimer en comparación con otros grupos étnicos en EE.UU.

¿Los participantes en el estudio recibieron algún tipo de tratamiento para la apnea del sueño?

Según las investigaciones, la población hispana es 1.5 veces más propensa que sus homólogos blancos no hispanos a tener el mal de Alzheimer o algún tipo de demencia relacionada. Y debido a que la edad es el mayor factor de riesgo para la demencia, se prevé que los latinos —cuya población de adultos mayores se anticipa que casi se cuadruplique para el 2060— experimenten el mayor aumento de casos de Alzheimer de todos los grupos raciales o étnicos en Estados Unidos en las próximas décadas. 

Nuestro estudio es de observación, no intervenimos con tratamientos. Nosotros le damos la información sobre los diferentes resultados y los pacientes las comparten con sus médicos primarios. Puede ser que empiecen el tratamiento o que no lo hagan por diferentes razones. 

¿Cuáles consejos prácticos le daría a la población, específicamente a los hispanos, sobre la duración o calidad del sueño?

Lo principal sería que las personas traten de dormir por lo menos siete horas y que el dormir se convierta en una prioridad. Asimismo, un problema de sueño no debe ser ignorado y debe ser visto por su médico o un especialista. Hay que hacer un cambio cultural y comenzar a entender que dormir es igual de importante para la salud que comer bien y que realizar actividad física. 

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