Skip to content
 

Experta en etiqueta: los adolescentes no saben cómo hablar con los adultos

Los niños necesitan aprender a relacionarse social y personalmente para formar parte de la vida real y ser exitosos.

Elaine Swann

CORTESÍA ELAINE SWANN

Elaine Swann es una experta en etiqueta

In English

Podrán decir que soy anticuada, pero considero que el contacto visual, el lenguaje corporal y la capacidad de entablar una conversación significativa aún tienen valor.

Lamentablemente, la mayoría de los adolescentes con los que me encuentro no parecen estar de acuerdo. La interacción verbal en persona les resulta cada vez más extraña e incómoda. Casi siempre prefieren enviar mensajes de texto o interactuar por medio de las aplicaciones de las redes sociales, incluso cuando en ocasiones se encuentran en persona.

Es aún más preocupante ver que los adolescentes no pueden entablar una conversación auténtica con alguien que no pertenezca a su grupo de compañeros. Lo que observo es una cantidad alarmante de adolescentes que no saben hablar con los adultos. Pienso en los viejos tiempos y recuerdo cuando salía de compras con mis padres, por ejemplo. Si se encontraban con alguien en una tienda, se paraban a conversar y yo tenía que estar presente, escuchar, pararme y hablar. Ahora casi todos los adolescentes en esa situación se apartan y se inclinan sobre su teléfono.


Membresía de AARP: $12 por tu primer año cuando te inscribes en la renovación automática. Obtén acceso inmediato a productos exclusivos para socios y cientos de descuentos, una segunda membresía gratis y una suscripción a AARP The Magazine.


A los adolescentes les hace mucha gracia cuando les cuento que cuando era niña y llamaba a mis amigos por teléfono a su casa, tenía que hablar primero con sus padres. Tenía que saber cómo dirigirme a la madre o al padre con respeto y hacer y responder algunas preguntas, y también tener en cuenta la hora del día, como por ejemplo: “buenos días, Sra. Fulana de Tal…” Eso era antes. ¿Y ahora? ¿En serio? Los adolescentes ignoran por completo a los adultos. Ni siquiera se acercan a la puerta cuando pasan a buscar a un amigo. Solo envían un mensaje de texto con la palabra “llegué” y el amigo sale a la calle. En los últimos dos años, hemos visto un retroceso. A causa de la COVID-19 ha desaparecido el apretón de manos.

Los jóvenes se volvieron mucho más apegados a sus pantallas. Se sienten más cómodos aislándose en vez de estar juntos. Hace poco ayudé a preparar a una joven para su primera entrevista de trabajo, y la verdad es que fue espantoso. No podía mirarme a los ojos. Respondía las preguntas con una o dos palabras, y en gran parte se trataba de una jerga informal o de un lenguaje propio de un mensaje de texto. Me costó mucho esfuerzo lograr que dejara de usar la palabra “este”, como por ejemplo en “yo estaba, este, muy nerviosa y ella estaba, este, muy alterada”.

A causa de la COVID-19 ha desaparecido el apretón de manos.

Los adolescentes no lo quieren oír. Se encogen de hombros y resoplan. No obstante, pienso que los que crecimos en otros tiempos debemos enseñarles a hacerlo. Un método sencillo es incluir a los adolescentes en las conversaciones de los adultos y enseñarles a guardar sus aparatos y utilizar oraciones declarativas completas. Cuando alguien pregunte: ¿en qué curso estás? No digas solo “11.º”. Di: “estoy en el grado 11.º” o “es mi penúltimo año de la secundaria”. Y aunque para muchos jóvenes puede ser intimidante relacionarse más allá de la pantalla, tenemos que impulsarlos a superar esa incomodidad. Les digo a los adolescentes que tienen que prestar atención cuando los adultos les hablan, y hacer preguntas a partir de lo que se les dice. ¿Así que eres de Orlando? ¿Cómo es vivir cerca de Disney World? ¿Vas allí con frecuencia? Debe de ser increíble vivir en un lugar con un clima así. Puede parecer una ardua batalla, pero los niños retienen mucha información y tienen muchas ganas de aprender. Solo tenemos que asegurarnos de hacer todo lo posible para darles las mejores herramientas para su futuro.

Elaine Swann es una experta en etiqueta que prepara a los adolescentes en la Swann School of Protocol de Carlsbad, California.