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La elección de jubilarse en la ciudad

Cada vez son más los boomers que empacan sus cosas y se mudan al centro de la ciudad en busca de un cambio de ritmo sustancial.

Julie Hatfield y Tim Leland caminan de la mano por la calle en Boston.

Tony Luong

Julie Hatfield y Tim Leland caminan por el centro de la ciudad de Boston.

In English | En los suburbios, su vecindario no tenía veredas y las calles estaban vacías. Pero en el centro de Detroit, "todos son tan amigables. Ya avanzada la mañana del domingo, recibo llamadas con la invitación: ‘¿Qué te parece si almorzamos?’"

Desde su apartamento que da a Capitol Park, Maddalena puede ir caminando al concierto de ópera, tomar el tranvía de la línea Q hasta el concierto de la orquesta sinfónica o ver conciertos de rock en el Little Caesars Arena. "No habría visto a Paul McCartney si todavía viviera en los suburbios", observa.

Maddalena es una más de la creciente cantidad de boomers que están cambiando las casas suburbanas por apartamentos más pequeños en el corazón de las ciudades en todo el país. Ya quedaron atrás los días en que los años dorados eran sinónimo de jugar al bridge en Boca Ratón. En vez de eso, estos boomers se están mudando a vecindarios que han sido revitalizados con otro sector demográfico en mente: los milénicos.

"La nueva urbanización se concibió para los milénicos, pero es asequible para los boomers", dijo Jonathan J. Miller, presidente de Miller Samuel Real Estate Appraisers and Consultants en Nueva York.

Con la carga de préstamos estudiantiles que llevan o por la búsqueda maratónica de empleo, muchos milénicos no pueden acceder a los desarrollos urbanos de lujo que se construyeron cuando terminó la Gran Recesión.

Pero sus padres sí pueden, ya sea que elijan comprar uno de esos apartamentos de diseño abierto con ventanales del piso al techo, o alquilarlo. Las tendencias muestran que muchos boomers parecen inclinarse por la segunda opción como una forma de probar el nuevo estilo. Los datos de TenantCloud, un servicio de software de administración de propiedades, indican que casi un tercio de todas las solicitudes urbanas de alquiler son de personas mayores de 60 años.

Julie Hatfield y Tim Leland posan para la foto en el comedor de su apartamento en Boston.

TONY LUONG

Julie Hatfield y Tim Leland redujeron el espacio de su vivienda y se mudaron a un edificio alto en el centro de Boston.

"Estamos viendo que muchas personas jubiladas o cuyos hijos ya han dejado el hogar se están mudando otra vez a la ciudad porque ya no tienen obligaciones para con sus hijos", dijo Sabra Sanzotta, una propietaria de The Loft Warehouse, un agente de bienes raíces de Berkshire Hathaway HomeServices en Detroit.

Portland, Oregón, es otra de las ciudades que está viendo un auge de construcción en el centro de la ciudad que atrae a los mayores de 50 años. A estos compradores con más experiencia "les gusta estar muy cerca del hospital, del consultorio médico, de los restaurantes", dice Joanne Criscione, agente principal de Berkshire Hathaway HomeServices Northwest Real Estate en Portland. "Es un poco más lujoso que esos contemporáneos vecindarios de Portlandia" que atraen a la gente más joven.

Veamos, por ejemplo, el caso de Christopher Grenzer, un dentista de 55 años, y Joanne Botti, también de 55 años, que trabaja en mercadeo. Cuando decidieron dejar su casa de 3,500 pies cuadrados en Tigard, un suburbio de Portland, consideraron comprar una casa más pequeña en otra zona residencial. Pero los atrajeron los nuevos edificios en el centro de la ciudad. "El centro parecía más interesante, más activo, con más cosas para hacer", dijo Grenzer. De modo que en el 2012 vendieron la casa en la que habían criado a su hijo y compraron un apartamento de dos cuartos en el octavo piso de un condominio nuevo en el distrito Pearl de Portland.

Pero esta idea no le resulta atractiva a todo el mundo. A Grenzer y Botti les cuesta convencer a sus viejos amigos de que vayan a visitarlos. Dicen que el estacionamiento es demasiado complicado. Grenzer no tiene mucha paciencia con quienes se niegan. "¡Vamos, diviértanse, hagan algo!", dice. "Y ellos dicen, ‘No, nos quedamos en casa y vemos TV’".

Empacar una vida anterior y cambiarla por una nueva en espacios más reducidos no es fácil. A Julie Hatfield le llevó dos años vaciar la casa de cinco dormitorios que tuvo durante 43 años en Duxbury, Massachusetts, para poder mudarse con su marido, Tim Leland, de 80 años, a un apartamento en el centro de Boston. "¡Ay, usé Craigslist mucho!", dice. Julie donó algunas cosas a entidades benéficas, pero también terminó mucho en la basura.

La pareja tuvo dificultad para ponerse de acuerdo sobre qué iban a conservar, y finalmente contrataron a un decorador de interiores para que los ayudara. "Tim quería estos sofás azules y yo quería deshacerme de ellos", dice Hatfield, una escritora de más de 70 años jubilada del Boston Globe.

El decorador "tenía buen ojo", agrega. Si bien los sofás azules no sobrevivieron al cambio, "los dos estuvimos contentos con lo que él decidió".

Reducirse en espacio tiene sus límites. Leland, un exjefe de redacción del Globe, ganador del Premio Pulitzer y editor fundador del grupo de investigación Spotlight del periódico, no abandonó su gran colección de recortes periodísticos. "Todavía tenemos algunas cajas de ellos aquí", dice Hatfield.  

Dejando los periódicos de lado, Hatfield no extraña su vida anterior en la casa de 218 años que tenía en un pueblo sobre el mar. Ahora vive en el piso 21 de una torre sobre el agua, con vista a la ciudad y al puerto de Boston. También comparte cierta satisfacción por los problemas de los demás. "Cada vez que vamos a un evento, decimos: ‘Mira a esa gente, ahora tendrán que subirse al auto y conducir hasta los suburbios’", comenta. Hatfield y Leland, mientras tanto, vuelven a casa caminando. "Simplemente, es vivir en un paraíso".


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