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Programa nacional de relevo ofrece ayuda gratuita a cuidadores de militares

AARP y la Elizabeth Dole Foundation se unen para ayudar a quienes cuidan a veteranos y militares lesionados.

Fotos de Lara Garey con Tom y de Sharon Grassi y Derek

Cortesía de Lara Garey y Sharon Grassi

Tanto Lara Garey como Sharon Grassi han sido cuidadoras de sus seres queridos durante más de cinco años.

In English | La pandemia ha creado una carga sin precedentes en la vida cotidiana de personas en todo el mundo. Sin embargo, ese estrés se acentúa en el caso de los cuidadores familiares, incluso los que se ocupan de veteranos o militares lesionados.

Para algunos cuidadores, pedir ayuda puede ser un reto, y hacer entrar en su hogar a alguien que viene de afuera durante la pandemia suscita el temor de muchos. Incluso quienes están dispuestos a pedir ayuda y correr ese riesgo pueden tener dificultades para encontrar asistencia competente con el cuidado.

La investigación que llevaron a cabo AARP y la National Alliance for Caregiving reveló que muchos cuidadores consideran que sería útil hacer uso de servicios como el cuidado de relevo, en el que alguien acude a ofrecer atención y apoyo temporal a un cuidador habitual, aunque el uso de estos programas sigue siendo escaso. Solo el 14% indican haber utilizado el servicio de relevo, aunque el 38% consideran que sería útil (en comparación con el 33% en el 2015), según el informe de AARP-National Alliance “El cuidado de los seres queridos en Estados Unidos en el 2020”.

Cómo solicitar el servicio de relevo

El servicio de relevo para cuidadores de militares y familiares está administrado por la Elizabeth Dole Foundation. La asistencia con el cuidado está a cargo de CareLinx —un proveedor competente de servicio de relevo en el hogar— y AARP y el Departamento de Asuntos de los Veteranos de EE.UU. brindan apoyo para su divulgación nacional.

Requisito: debes brindar cuidados a un veterano militar herido, enfermo o lesionado (y presentar comprobante del servicio).

Los cuidadores de veteranos y de militares pueden presentar una solicitud en internet (en inglés) para obtener alrededor de 24 horas de servicio de relevo en segmentos de cuatro horas y recibir ayuda con las actividades de la vida cotidiana, como cocinar, hacer las compras, hacer limpieza ligera, dar baños y recordatorios de medicamentos.

Para los cuidadores que obtienen ayuda con el servicio de relevo, los beneficios son numerosos. Con este fin, AARP y la Elizabeth Dole Foundation (en inglés) anunciaron que el programa Respite Relief for Military and Veteran Caregivers (Servicio de relevo para cuidadores de militares y veteranos), que en un principio fue un programa piloto en unos pocos estados, se ofrecerá en todo el país. El programa brinda acceso a asistencia gratuita temporal para ayudar a ciertos cuidadores de veteranos o militares heridos, enfermos o lesionados que cumplen con el criterio de participación. En el 2020, el programa brindó asistencia a 500 familias.

Estas son las experiencias de dos cuidadoras de militares que presentaron una solicitud en el programa piloto original y se beneficiaron de la ayuda del servicio de relevo.

Lara y su esposo, que padece de esclerosis lateral amiotrófica

Lara Garey tiene 50 años y vive en Cedar Park, Texas, y desde el 2016 se ha ocupado del cuidado de su esposo Tom, que tiene 52 años y es veterano de la Fuerza Aérea. Él padece de esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad terminal, degenerativa y vinculada al servicio. La evolución de la ELA a lo largo de los años lo dejó paralizado y conectado a un respirador artificial. Garey se ocupa de todas las necesidades de la vida cotidiana de su esposo, como darle de comer, bañarlo y vestirlo, y se encarga de diversas tareas médicas, como el cuidado de la cánula de traqueotomía y la sonda de gastrostomía endoscópica percutánea que lo ayudan con la respiración y la nutrición, respectivamente.

Antes de la pandemia, los familiares y los médicos de Garey entraban y salían de su casa todos los días. Una vez que comenzaron las restricciones de cuarentena el año pasado, todo eso se suspendió.

“Su cuidado ahora estaba solo a mi cargo”, señaló Garey. “Eso significa que realmente no paraba ni un minuto y dormía muy poco por la noche porque lo cuidaba a él. Y durante el día, todas esas tareas de las que se ocupaban los familiares —como ayudar con la ropa, la comida y demás— ahora recaían sobre mí”.

Garey advirtió que llegó a tener un nivel de agotamiento que hasta entonces no había sentido. Por eso, cuando la Elizabeth Dole Foundation dio inicio a una versión piloto del programa de servicio de relevo, ella se ilusionó al solicitar la ayuda.

Una vez que se aprobó su solicitud, decidió utilizar las horas de servicio de relevo los domingos para facilitar la preparación de la semana. El proveedor la ayudó a hacer tareas como desempacar y almacenar suministros médicos, mezclar alimentos con fórmula, preparar comidas y ordenar la casa.

“Tener a alguien que venga el domingo realmente me ayuda a ponerme al día para no estar tan atrasada el lunes”, señaló. “Solía sentir que comenzaba el lunes con una semana de retraso solo porque estoy agotada y hay tanto por hacer”.

En un comienzo, Garey estaba preocupada acerca de permitir la entrada de una persona de afuera al hogar, pero le aseguraron que el proveedor de CareLinx, el servicio de cuidado de relevo en el hogar, se sometería a controles de temperatura y cumpliría con las precauciones adecuadas. Se sorprendió al ver que el proveedor trajo equipo de protección personal adicional, que era difícil de adquirir debido a la pandemia pero esencial para algunas de las necesidades médicas de rutina de su esposo.

“Deseo que otros cuidadores se den cuenta de que deben pensar qué es lo que los ayudaría a aliviar su carga para seguir adelante”, advirtió Garey. “Espero que todos se beneficien de los servicios de CareLinx. Es un programa maravilloso, porque en realidad es un programa genuino de ayuda a los cuidadores”.

Una imagen que dice en inglés descansa y relájate, cuidado profesional gratis.

Cortesía de la Elizabeth Dole Foundation

Sharon y su hijo, quien tiene graves problemas de salud

Sharon Grassi tiene 59 años y desde el 2015 ha estado a cargo del cuidado de su hijo Derek Tope, que tiene 33 años, vive en Gilbert, Arizona y es veterano del ejército. Tope tiene daños en la columna, trastorno por estrés postraumático, síndrome posconmocional, apnea del sueño y otros problemas. Grassi acababa de terminar su carrera y pensaba que solo necesitaría ocuparse unos seis meses del cuidado antes de regresar a trabajar. Sin embargo, descubrió que entre las necesidades cotidianas de su hijo, las tantas citas médicas y los trámites que requería el Departamento de Asuntos de los Veteranos (VA), prestar cuidados se convirtió en algo prioritario.

“Nuestro hijo tiene muchos problemas nocturnos. Toma medicamentos bastante fuertes por la noche porque no puede dormir”, dijo Grassi. “Debido a todo el daño que sufrió en la columna vertebral, le cuesta permanecer en una cama”.

Durante el día, Grassi se ocupa de las heridas de su hijo y de lo que ella comparó con el “trabajo de secretaria”: preparar los documentos para el VA y mantener organizadas las citas médicas. Tope tiene entre cuatro y ocho citas por semana.

“Por eso tengo muchos recordatorios, muchas reuniones con sus proveedores para asegurarme de que conozcan los cambios que ocurren”, advirtió. “Hacerse cargo de la vida de otra persona se convierte en algo cotidiano con lo que muchos cuidadores se pueden identificar. En especial cuando hay una lesión cerebral traumática, te conviertes en el encargado de todo”.

“Cuando la gente pregunta lo que desea un cuidador, siempre digo que lo primero, y lo más importante, es el tiempo. Tiempo, simplemente, es lo que no tenemos”.

— Sharon Grassi

Cuando comenzó la pandemia de COVID-19, a Grassi se le plantearon muchas preocupaciones, en particular porque su hijo es inmunodeficiente. Después de que su esposo contrajo coronavirus, se preguntó qué pasaría si ella se contagiaba y quién se ocuparía de las heridas de su hijo. Finalmente se infectó con el virus y no sabía qué hacer.

“Incluso les pedí a los demás y dije: '¿Alguien puede ayudarme? ¿Qué sucedería si un día no puedo ocuparme?’”, señaló Grassi. La respuesta, según ella, fue que le dijeron que nadie podía acudir en su ayuda porque había contraído COVID-19 y que aunque su hijo no tuviera síntomas, había estado expuesto al virus.

La solicitud que Grassi presentó en el programa de relevo se aprobó justo antes del Día de Acción de Gracias y justo después de que su hijo tuviera numerosos problemas de salud que acabaron en dos intervenciones quirúrgicas.

“Terminé teniendo que quedarme en el hospital con él durante casi una semana. Mi casa era un caos. Todo era un desastre. Y se acercaba el Día de Acción de Gracias”, dijo. “En vez de hacer las cosas que haría normalmente para las fiestas, estaba asustada porque todo lo que iba a hacer era tratar de ponerme al día”.

Una vez que llegó el proveedor de CareLinx —que llevaba una bata médica, una mascarilla y guantes— pudo ayudarme a poner la casa en orden e incluso a organizar todos los suministros para el cuidado de las heridas.

“El proveedor limpió todas las ventanas. Limpió el piso. Fue realmente maravilloso. Sentí que se me había quitado un gran peso de encima”, señaló Grassi. “Cuando la gente pregunta lo que desea un cuidador, siempre digo que lo primero y más importante es tiempo. Tiempo es lo que simplemente no tenemos”.

Aaron Kassraie escribe para AARP sobre asuntos de importancia para los veteranos de las Fuerzas Armadas y sus familias. También es reportero de temas generales. Kassraie anteriormente cubrió temas de política exterior de EE.UU. como corresponsal en la oficina de Washington de Kuwait News Agency y realizó trabajo de captación de noticias para USA Today y Al Jazeera English.