Qué hacen los atletas olímpicos para mantenerse en forma y saludables
Seis famosos campeones comparten sus secretos de salud para mantenerse como medallistas de oro a cualquier edad.
In English | A medida que la ciudad anfitriona de Río de Janeiro se prepara para los Juegos Olímpicos de Verano del 2016 del 5 al 21 de agosto, nos reencontramos con algunos de los medallistas de oro más competitivos, exitosos y populares que nos proporcionaron triunfos y momentos emocionantes para celebrar Juegos Olímpicos pasados. Estos notables anteriores atletas olímpicos comparten con el Bulletin sus recuerdos más preciados de los juegos, y revelan lo que hacen para mantenerse en forma y conservar su vitalidad.
Greg Louganis, de 56 años
Seis meses antes de los Juegos Olímpicos de Seúl en 1988, Greg Louganis fue diagnosticado VIH positivo. Decidió mantener en secreto su diagnóstico.
"Me sentía como si estuviera viviendo en una isla. Eso es lo que hacen los secretos; te aíslan", comenta Louganis, cuyo libro de gran éxito en ventas Breaking the Surface (Rompiendo la superficie) en 1996 narra con detalles su lucha como atleta superestrella homosexual infectado con el VIH. "En ese momento, pensábamos que el VIH era una sentencia de muerte".
En los preliminares de clavado de 3 metros, se golpeó la cabeza con el trampolín y sufrió una herida que requirió puntos de sutura y le produjo una conmoción cerebral leve. "En esa fracción de segundo cuando me golpeé la cabeza en el trampolín, perdí el favoritismo", afirma Louganis.
Logró ganar la final de 3 metros. Luego, Louganis, de 28 años, que iba perdiendo detrás de un atleta chino de 14 años, logró recuperarse en su último clavado de plataforma de 10 metros y ganar por escasos 1.14 puntos. Sus dos medallas de oro de Seúl duplicarían su logro en los Juegos de 1984 en Los Ángeles. "Fue emocionante", dice Louganis sobre su regreso triunfal.
En su boda unos años más tarde, la sensación del clavado le entregó su medalla de oro de 10 metros a su entrenador, Ron O'Brien. "Estábamos tan en sintonía", dice Louganis. "Soy un firme creyente de que solo no puedes alcanzar la grandeza".
En la alfombra de yoga
Ahora, Louganis se levanta a las 4 a.m. y termina su rutina de yoga diaria y de spinning a las 7. "Ahora estoy interesado en ejercicios CrossFit con pesas", agrega. "A veces es difícil motivarse para hacer ejercicios, aunque después de hacerlos te sientas mucho mejor".
Louganis por lo general solo está cerca de la piscina cuando se desempeña como mentor para jóvenes clavadistas. En ocasiones, cuando asiste a un evento, alguien le pide que haga un clavado. "¡Siempre tengo una buena excusa!" ¡'Oh, dejé mi traje de baño en casa'", dice. "Es una buena manera de escaparme".
Nadia Comaneci, de 54 años y Bart Conner, de 58 años
Ahora, cuando el medallista de oro olímpico Bart Conner escucha el himno de Estados Unidos, se transporta inmediatamente a los Juegos Olímpicos de Verano de 1984. "Cada vez que lo escucho me transporto a ese momento" en el podio de la victoria en Los Ángeles, dice el excampeón de gimnasia. "Aquí estoy 32 años más tarde y ningún himno nacional de Estados Unidos que he oído desde entonces ha sonado de la misma manera".
Cuando se recuperaba de un tendón desgarrado en el bíceps que requirió cirugía tan solo meses antes de los Juegos de Los Ángeles, Conner terminó en primer lugar en las barras paralelas con un 10 perfecto. "En la última rutina [individual] de mi vida, obtuve un 10 y la medalla de oro. Pensé, eso es todo; es hora de retirarme. Fue un momento maravilloso", dice Conner, quien también ganó una medalla de oro en la competición por equipos.
La puntuación perfecta de Conner es algo que su esposa, Nadia Comaneci, con quien se casó en 1996, puede apreciar. En los Juegos Olímpicos de 1976 de Montreal, la diminuta gimnasta obtuvo siete impresionantes puntuaciones de 10 que le merecieron tres medallas de oro, una de plata y una de bronce para Rumania. Tenía 14 años. Cuatro años más tarde, en los Juegos de Moscú de 1980, se llevó dos medallas de oro y dos de plata.
"La gente siempre recuerda la primera", dice Comaneci, quién subió como la espuma en las barras asimétricas en Montreal y entró en la historia de los Juegos Olímpicos como la primera gimnasta en obtener un 10 en los juegos.
Las rutinas de cada uno
Conner y Comaneci viven en Norman, Oklahoma, sede de la Bart Conner Gymnastics Academy. Cinco días a la semana Conner hace ejercicios de cardio y entrenamiento de resistencia, los cuales combina con caminar, correr y estiramiento por las mañanas. "Hago una minirutina de yoga. Cuando hago estiramiento, pienso, recuerdo lo bien que se siente", comenta Conner.
Su maniobra favorita sigue siendo una que pocas personas intentan: "Me paro sobre la cabeza todos los días, lo encuentro estimulante", nos dice. "Es mi manera de medirme físicamente".
Comaneci, que huyó de Rumanía hacia Hungría en 1989 y más tarde desertó hacia Estados Unidos, disfruta de la regularidad de los entrenamientos, pero limita sus sesiones a incrementos de media hora tres veces a la semana. Ella dedica la mitad de su entrenamiento a correr y caminar, y la otra mitad a estiramientos, pesas livianas y máquina elíptica.
"He descubierto lo que funciona para mí, algo que puedo hacer, básicamente, por el resto de mi vida", afirma.
George Foreman, de 67 años
El momento olímpico de George Foreman en los Juegos de Ciudad de México en 1968 no se recuerda tanto por haber derrotado a un oponente soviético superior, sino por un controvertido gesto patriótico. Pocos minutos después de la victoria en el segundo asalto de Foreman, el musculoso adolescente de Texas ondeó una pequeña bandera de Estados Unidos e hizo una reverencia en el cuadrilátero.
"Tenía la bandera en el bolsillo de la bata, junto con mi brazalete de la suerte, un centavo de la suerte y la foto de una linda chica", dice Foreman. "No tenía nada que ver con política. Yo no estaba metido en eso. Ondeé la bandera para cerciorarme de que ciertas personas supieran de dónde era yo. Soy estadounidense. Nadie me lo puede quitar".
Las acciones de Foreman en el cuadrilátero alimentaron la especulación de que había sido utilizado por los funcionarios del Comité Olímpico Internacional (COI). A principios de 1968, durante los Juegos Olímpicos de Verano, las estrellas estadounidenses de atletismo Tommie Smith y John Carlos aparecieron en la ceremonia de premiación con medias negras, guantes negros y sin zapatos. Bajaron la cabeza y de manera desafiante levantaron los puños cerrados en protesta por la discriminación racial en Estados Unidos. El COI los despojó de sus medallas; los funcionarios del Comité Olímpico de Estados Unidos los suspendieron.
"Si tuviera la oportunidad de hacerlo una segunda vez", dice Foreman, "habría agitado dos banderas; una en cada mano".
Levantando pesas
El abuelo todavía es un espécimen con un físico impresionante. Foreman logra sus objetivos físicos mediante la rotación de diferentes ejercicios en su casa en Houston, donde cuenta con un área de ejercicios de 3,000 pies cuadrados. Uno de sus equipos favoritos es un aparato parecido a la cinta caminadora que se encuentra en el fondo de su piscina, y que él usa para estiramiento. También monta una bicicleta reclinada y utiliza máquinas de abdominales.
"Big George" todavía levanta pesas para mantener sus enormes bíceps y antebrazos. "¡No los he perdido!" dice Foreman, cuyo nocaut de un solo golpe a Michael Moorer en 1994 lo convirtió en el campeón de peso pesado más viejo de la historia a los 45 años.
"Yo lo veo de esta manera: si quiero comer, tengo que ejercitarme", dice Foreman. "Las únicas peleas que tengo en estos días es mantenerme lejos de la mesa de los postres y de las salsas".
Teresa Edwards, de 51 años
Teresa Edwards es la jugadora de baloncesto aficionado más admirada y exitosa en la historia, independientemente de nacionalidad o género. En cinco Juegos Olímpicos, su liderazgo y ultracompetitividad ayudaron a la selección femenina de Estados Unidos a ganar cuatro medallas de oro, cinco medallas en total. Sin embargo, su más preciado recuerdo olímpico no es de la acción en la cancha, sino de un recorrido el día de su cumpleaños número 32 por la villa olímpica en los Juegos de Atlanta de 1996 con el presidente Bill Clinton.
Edwards, que nació en Cairo, Georgia, recuerda: "Entramos con el presidente Clinton ese día. Fue muy especial". Ella considera los Juegos de 1996 "los más emocionantes de mi vida. También había algo especial con el equipo del 96. El camino hacia el podio exige mucha compenetración".
Edwards fue miembro de los equipos olímpicos de baloncesto de mujeres de Estados Unidos en 1984, 1988, 1992, 1996 y 2000, durante los cuales las estadounidenses registraron un récord combinado de 31-1 (con una única derrota en 1992). Ella es una de un selecto grupo de atletas olímpicos de Estados Unidos que han ganado medallas de oro en cuatro Olímpicos.
"Fue una bendición. Tuve mucha suerte en el camino", comenta Edwards, quien ganó su última medalla de oro a los 36 años.
Canastas soñadas
Este verano, la exjugadora profesional se encuentra escribiendo un libro de memorias y en espera de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Permanece físicamente activa.
"Pongo a prueba mi cuerpo de vez en cuando, y todavía lanzo canastas", dice Edwards, que hace ejercicios de escalera y salta la cuerda. "Es difícil no estar activa para alguien como yo. Si no trabajara tanto, probablemente me quedaría en el gimnasio todo el día. Creo que la mayor diferencia que he logrado en mi vida es reconocer lo que le doy a mi cuerpo. Cuando eres joven y atlético, puedes comer casi cualquier cosa".
Donna de Varona, de 69 años
La fabulosa nadadora olímpica Donna de Varona recuerda cómo el temor a la potencial decepción la empujaba por el agua en los Juegos de 1964 en Tokio. "La presión era enorme para mí en los 400 metros combinados porque ya tenía mucha visibilidad", comenta Varona, quien a los 17 años poseía 18 récords mundiales.
Con la ayuda de su padre, de Varona desarrolló un mantra que recitaba antes de las competencias en Japón: Haz tu mejor esfuerzo. Visualiza la competencia. Pon el miedo y la expectativa de un lado. Haz lo mejor que puedas. "Eso me ayudó a superar la [ansiedad] de, 'Dios mío, ¿y si no gano?'", agrega.
Miles de horas de práctica prepararon a de Varona para sumergir a sus contrincantes en Tokio. En los 400 metros combinados individual, estableció un récord olímpico, luego se estremeció de orgullo en el podio de premiación. "No hay nada como ver que tu bandera se iza mientras escuchas el himno nacional", afirma. Vivió su verdadera alegría cuando nadaba para el equipo femenino de relevo 4x100 en estilo libre, el cual estableció un récord. "Fue un momento emocionante para mí, pero también muy desorientador, porque tenía solo 17 años".
De Varona era inteligente y talentosa, lo que la ayudó a llevar su éxito olímpico y fama a una carrera como comentarista deportiva de televisión. Ayudó a abrir el camino de nuevas posibilidades para las mujeres en el deporte, incluso la aprobación del Título IX.
"La experiencia de los Juegos Olímpicos me ayudó mucho cuando fui a ABC Sports como comentarista porque había hecho el recorrido de una campeona, bajo presión".
Todavía chapotea
Más de cinco décadas después, la natación sigue siendo el centro de sus ejercicios. Lo llama "el mejor ejercicio que puedes hacer", nada tres o cuatro veces a la semana.
"He hecho ejercicios en tierra, pero prefiero la piscina. Siempre le digo a la gente, '¡No soy un animal de tierra!'", dice de Varona, que de vez en cuando sorprende a los extraños con su gracia en el agua.
"Dicen, 'Increíble, tienes una brazada muy buena. ¿Dónde aprendiste?'"
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